Los artistas Wolfram Ullrich (Würzburg, Alemania, 1961) y David Magán (Madrid, 1979) son los protagonistas de la muestra que se inauguró ayer en la nave que Parra & Romero tiene detrás de la ITV de Santa Gertrudis. La galería madrileña, que a finales de mayo estrenó un nuevo espacio en este pueblo con una exposición colectiva conmemorativa de sus diez temporadas en la isla, ofrece la segunda parte de esta propuesta en su sucursal ibicenca más antigua.
En la inmensa nave se pueden contemplar obras de varios creadores, pero los dos espacios principales están dedicados a los dos nuevos fichajes de Parra & Romero, como si se tratara de dos exposiciones individuales.
Hay puntos en común entre Magán y Ullrich. Ambos mezclan pintura y escultura, y en el caso del madrileño, también la arquitectura. A los dos les gusta también jugar con la perspectiva. «Lo que busco es que el espectador no sepa predecir lo que va a ver al otro lado. Cada paso que da significa descubrir una nueva pieza», comenta al respecto Magán, cuya obra bebe de los artistas perceptuales y del minimalismo.
El creador madrileño trabaja con el metacrilato, explorando las posibilidades que este material le ofrece en sus relaciones con el color, la luz y el espacio. «Me gusta sacar el máximo partido a las tres dimensiones, añadiendo una cuarta capa generada por la transparencia del material y la fusión cromática» señala.
En la nave de Parra & Romero se pueden contemplar doce piezas de David Magán que representan distintos conceptos y épocas. La más antigua es de 2013 y la más reciente, de 2022. El artista recurre en estas obras a formas como el círculo o el rectángulo y combina colores básicos o se decanta por la cuatricomía mezclando colores fríos con cálidos. Al contemplar sus obras, es fácil que al espectador le vengan a la cabeza las vidrieras de colores de iglesias y catedrales. Tiene sentido porque Magán hace años hizo un curso de restauración de vidrieras. Allí se enamoró del vitral y de lo que ofrece, «color atrapado en el aire», y decidió explorar ese camino.
Wolfram Ullrich reúne en el espacio contiguo ocho piezas creadas entre 2016 y 2022 que ha seleccionado y dispuesto él mismo pensando en las posibilidades que ofrece la nave. Cuando se observan de lejos y de frente, sus obras parecen pintadas sobre la pared. Hasta que uno no se aproxima o se coloca en un lateral no se aprecia que son tridimensionales. «Es habitual que la gente quiera tocarlas para comprobar que son reales y que sobresalen de la pared», explica el artista alemán, que se ha desplazado a la isla con motivo de esta exposición.
Los cuadros escultóricos de Ullrich están hechos de acero inoxidable hueco, que pinta de un solo color, ya sea el rojo, el verde, el azul, el amarillo, el gris e incluso el blanco. Emplea para ello pintura acrílica. El color solo ocupa la parte superior mientras que el lateral deja al descubierto el acero gris. En la mayoría de las piezas expuestas en la nave de Parra & Romero, la forma básica de la que parte el creador alemán es el rectángulo, aunque hay también dos obras circulares.
Ullrich, que estudió en la Academia Nacional de Bellas Artes de Stuttgart, comenzó a exponer en la década de los 80. «Empecé pintando, pero luego descubrí la combinación del metal y el color y quise crear tres dimensiones en la pintura», apunta.
La exposición en la nave de Santa Gertrudis estará abierta hasta mediados de septiembre de lunes a sábado de 19 a 22 horas, aunque cabe la posibilidad de asistir en otro horario, bajo cita previa.
La primera parte de la muestra colectiva se puede visitar en el espacio que Parra & Romero tiene abierto todo el año en pleno corazón de Santa Gertrudis, en la calle de la Vénda des Poble.
