Elecciones en Cataluña

Illa promete más autogobierno y una nueva financiación con un Govern que supere las siglas del PSC

El líder y candidato de los socialistas catalanes defiende culminar el traspaso de 50 competencias, un sistema que aporte más recursos para Cataluña y 3.500 millones de inversión contra la sequía

El líder y candidato del PSC, Salvador Illa, en la conferencia de este jueves en las Drassanes de Barcelona.

El líder y candidato del PSC, Salvador Illa, en la conferencia de este jueves en las Drassanes de Barcelona. / PSC

Sara González

El discurso ha sido diseñado al compás del quién y del cómo. Tanto arriba, como abajo del escenario. En el atril, un Salvador Illa con un fondo blanco, sobrio, sin las siglas del PSC y con el manuscrito 'Unir y servir' pidiendo paso para ser el próximo president de la Generalitat junto a tres banderas: la 'senyera', la española y la europea. Y en las primeras filas del auditorio, desde el simbolismo de la presencia de Guillaume Tarradellas -nieto del presidente Josep Tarradellas- al mensaje que supone que se hayan sentado cuadros distinguidos de la extinta Convergència -entre ellos el fundador y padre de la Constitución Miquel Roca- y la plana mayor de los agentes sociales. Ante todos ellos, el líder de los socialistas catalanes, envuelto en una puesta en escena de presidenciable, ha expuesto sus credenciales y el esqueleto de su proyecto circunscrito al Estatut vigente: más autogobierno y una financiación que aporte más recursos a Cataluña poniéndose al frente de un Govern "por encima de partidos y de ideologías".

El objetivo de Illa, a quien no le basta ganar para gobernar, era exhibir poderío y proyectar que está en disposición de agarrar el timón que no pudo coger hace tres años desde unas Drassanes abarrotadas con 1.200 asistentes, según la organización. Y hacerlo pidiendo el apoyo más allá de las fronteras del PSC con una carta de navegación para dejar atrás las turbulencias del 'procés' para centrarse en la gobernabilidad, los servicios públicos y las infraestructuras. Su receta ahora es pasar página a la épica de una década de conflicto territorial y de "división" de la mano del independentismo para volver a lo prosaico y a aquello que "une" en el Palau de la Generalitat.

Principio de ordinalidad

Para ello, ha prometido "consolidar y ampliar" el autogobierno de Cataluña culminando, en negociación con el Gobierno, el traspaso de hasta 50 competencias que permite el Estatut de 2006, pese a que fue recortado por el Tribunal Constitucional, y legislando en 14 ámbitos que permite el marco legal. La ley electoral propia, ha recordado, es una gran asignatura pendiente. Pero también lo es un nuevo sistema de financiación caducado desde hace 10 años. Illa ha reprochado que ERC y Junts no se haya sentado a negociarlo, pese a que tampoco PSOE y PP han logrado un consenso entre sus barones.

Ese modelo que se ha comprometido lograr se regirá por el principio de ordinalidad para revertir que Cataluña sea la tercera comunidad en aportar recursos y la catorcena en recibir. "Cualquier territorio defendería que eso no es justo", ha asegurado a sabiendas de que afrontar esta carpeta será peliaguda dentro y fuera del socialismo. A la vez, ha rechazado los horizontes que "no son viables ni factibles", en referencia a la salida del régimen común y recaudación de todos los impuestos que plantean los independentistas. Su apuesta, ha reiterado, es la creación de un consorcio tributario compartido con el Estado, además de reclamar poner fin al 'dumping' fiscal entre territorios.

3.500 millones contra la sequía

El autogobierno y el montante de recursos, ha recordado Illa, no solo tiene que ver con el estatus político, sino también con la gestión del día a día de los servicios públicos. Si está al frente del próximo Govern, ha prometido crear un "comisionado del autogobierno" que dependa directamente de la presidencia de la Generalitat y que tendrá como primera misión auditar el estado de materias como la sanidad o la educación. "Se trata de saber dónde estamos para ver hacia dónde vamos y hacerlo lo más rápido posible", ha asegurado dando por sentado que no están al nivel que les corresponde. De hecho, durante la legislatura ha acusado al Govern de haber sido incapaz de llevar las riendas de sucesivas crisis, como la de la sequía. Su primera medida si es presidente, ha añadido a su lista de compromisos, será aprobar un "decreto ómnibus" que permita invertir 3.500 millones a corto, medio y largo plazo para hacer frente a la escasez de agua.

"Me ofrezco y me comprometo a liderar la tercera gran transformación de Cataluña", ha afirmado. A su juicio, la primera la encabezó Jordi Pujol con el despliegue del autogobierno y la segunda Pasqual Maragall y José Montilla con el impulso de los derechos sociales con el tripartit. Además de Roca, entre el público estaba el presidente del PDECat, David Bonvehí, los 'exconsellers' Miquel Sàmper, Santi Vila y Meritxell Ruiz, así como el exdiputado Jordi Xuclà. Todos ellos herederos de la posconvergencia moderada que ya no encuentra cobijo en un Junts entregado a Carles Puigdemont y a quienes no les incomoda -al contrario- codearse con la plana mayor de un PSC que pide abrir una nueva etapa de estabilidad en Cataluña.

Su discurso ha regalado los oídos a patronales y empresariado presente, aunque también ha hecho un guiño al tercer sector cuando en su listado de promesas ha sumado blindar por ley el índice de referencia de los ajustes sociales conforme al incremento del coste de la vida. En su propósito de alcanzar el millón de votos para ganar con ventaja, intenta seducir tanto a izquierda como a centro y derecha. De ahí que este jueves las siglas del PSC hayan quedado en un segundo plano.

El voto moderado de la posconvergencia

El hasta ahora jefe de la oposición ha admitido que para dejar de serlo y ser presidente no podrá hacerlo solo, que requerirá de pactos que ahora se vislumbran complejos o con ERC o con Junts. "He oído muchos vetos estas semanas. Que no les sorprenda que yo tienda la mano. Es lo que he intentado hacer estos tres años", ha reivindicado sin mencionar ni a Pere Aragonès ni a Carles Puigdemont, sus principales adversarios políticos. De forma indirecta, ha pedido que no se someta Cataluña al bloqueo político tras el 12 de mayo, el gran fantasma que sobrevuela esta campaña con el telón de fondo del impacto que el escenario postelectoral puede tener en la legislatura española.

"Hay una mayoría en España que está tendiendo la mano a Cataluña y Cataluña no puede quedarse quieta, debe implicarse y empujar para apuntalar una España plural y diversa", ha reclamado. Los bloques se han roto y ha apelado a corresponder a la "generosidad" del Gobierno de España -sin mencionar la amnistía- con una colaboración con el PSC que hoy los independentistas niegan a la espera de tener los resultados encima de la mesa.