Claves

El Consell de la República abre una nueva etapa tras cinco años bajo la batuta de Puigdemont

Hoy la entidad está en plena reformulación y su futuro incluye ciertos interrogantes

El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont.

El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont. / ANGEL GARCIA

Fidel Masreal

Se cumplen cinco años de la creación del Consell per la República (hoy rebautizado como Consell de la República, y el matiz no es menor). Un lustro es un tiempo suficiente para analizar la evolución de un organismo en manos del 'expresident' Carles Puigdemont al que se comprometió ERC con JxCat en el pacto de gobierno tras las elecciones de 2017 y que ha tenido una vida más que azarosa, siempre analizado en el independentismo como una herramienta (artefacto, dirían los más críticos) al servicio de un partido, Junts per Catalunya, pero que nació oficialmente para la llamada "internacionalización" del conflicto catalán tras la marcha a países europeos de Puigdemont y otros 'exconsellers' al declarar la declaración unilateral de independencia que resultó fallida. Hoy el Consell está en plena reformulación y su futuro incluye ciertos interrogantes.

Fue el entonces líder del Govern Quim Torra -apoyado por Junts- quien dibujó toda la pompa y trascendencia a la creación del Consell el 30 de octubre de 2018 en el Saló Sant Jordi del Palau de la Generalitat. "El Consell per la República lo tiene que presidir el 'president' Puigdemont. Y vista la importancia los últimos meses de la internacionalización del 'procés', justamente por todas las acciones que él ha emprendido o en las que se ha visto implicado, para nosotros es esencial", aseveró Torra. "Los 'exiliados' son reconocidos por todas partes como unos líderes demócratas que justamente pueden viajar por todo el mundo excepto por España", remachó. 

Pero muy pronto ERC puso pie en pared. Antes de la andadura del Consell, el entonces titular de Exteriores del Govern, Ernest Maragall, dejó claro que "desde luego" el Govern no financiaría al organismo y que la única vía serían las "aportaciones" voluntarias, como le sucede a la ANC o a Òmnium Cultural.

1.La representatividad

El Consell trató y sigue tratando de representar a todo el independentismo en el exterior. Pero también desde un principio ERC dio un perfil muy bajo a su representación en el Consell. Hoy, cinco años después, el núcleo duro de la organización lo controla Junts, dado que tanto Puigdemont, presidente, como Toni Comín, vicepresidente, son eurodiputados de Junts. Además, Antoni Castellà, integrante de la dirección, es diputado de Demòcrates en el grupo de JxCat en el Parlament. También Aurora Madaula, vicepresidenta de la formación posconvergente, ocupa la dirección de la organización, junto a Lluís Llach, entre otros. Llach se ha caracterizado por un ataque muy severo al líder de ERC, Oriol Junqueras, con quien mantuvo una gran alianza.

La CUP y ERC se han ido desmarcando del Consell. Los anticapitalistas no dan apoyo formal a este organismo y no están como tales en su dirección. Esquerra ha mantenido siempre un contacto de perfil bajo. En los últimos meses, se produjo el enésimo intento de aglutinar a todos los actores políticos y sociales del soberanismo bajo el paraguas del Consell. ERC finalmente se desmarcó de la operación cuando constató que se pretendía construir un relato muy cercano al de Junts, sobre todo en relación con la estrategia independentista a seguir y al valor que tuvo el referéndum del 1-O. El Consell se erige como el guardián de la legitimidad de esa consulta y sostiene que esos resultados son vinculantes por lo que se podría proclamar la independencia. Los republicanos, sin embargo, han dejado claro públicamente que el referéndum de 2017 carece de la legitimidad suficiente para tal proclamación secesionista, pese a que entonces presionaron para que sí se planteara.

Estas dos posiciones están escritas y reiteradas hasta la saciedad, en el independentismo. El Consell basa su trabajo en el texto "Preparem-nos", cuna de la llamada "confrontación inteligente" que defiende Puigdemont en Junts bajo el documento "Reunim-nos".

2.Los logros

Puigdemont ha hecho descansar sus actuaciones en el exterior en el Consell. Su residencia en Waterloo está presidida por una placa con el nombre Casa de la República. Y las batallas jurídicas que ha librado en Alemania, Cerdeña y Bélgica contra las órdenes de detención cursadas por el Tribunal Supremo son algunos de los principales hitos de su trayectoria, según el relato del Consell. Además, en el plano teórico, el organismo sostiene que es el principal baluarte del referéndum y que puede llevar a cabo acciones que el Govern no puede permitirse por el límite legal del Estado.

3.El liderazgo

El Consell tiene y ha tenido un liderazgo indiscutible y ha exhibido músculo en actos como el mitin multitudinario de Perpinyà en 2021 ante miles de personas. En todas estas ocasiones, Puigdemont ha cargado contra el Estado y contra ERC. En Peripinyà la encargada de cargar con todo fue la eurodiputada Clara Ponsatí, que finalmente también dejó el Consell al considerar que está "supeditado a las dinámicas de la política y el Govern autonómicos".

Puigdemont lanzó sus dardos de forma muy directa hace un año en el quinto aniversario del referéndum, en un mensaje en el que advirtió a Aragonès de que "mientras se gestiona la autonomía hay que preparar la independencia" e insistió en que el referéndum fue válido y "no hay que volverlo a hacer". En ese acto, representantes de ERC como Carme Forcadell, encarcelada por el referéndum, fueron abucheados con gritos de "traidora". Puigdemont guardó silencio al respecto.

4.La crisis interna

Pero el Consell no solo ha tenido conflictos con otros actores independentistas. La propia estructura de esta entidad ha generado muchos dolores de cabeza internos. Y es que ha decidido crear algo parecido a instituciones paralelas a las de Cataluña: un gobierno, un parlamento y una serie de organismos locales. Todo ello ha generado que la Asamblea, lo que sería el parlamento paralelo, haya cuestionado las decisiones de la dirección (del gobierno, para seguir con el símil institucional) en largas y tortuosas reuniones telemáticas en las que se ha recreado el funcionamiento de un hemiciclo, con una presidencia, una mesa y una serie de turnos de palabra en los que se ha discutido hasta el más mínimo detalle interno.

Ello ha desembocado en una durísima carta de 30 de los 130 representantes de la asamblea (escogidos en algunos casos por un escaso número de votos en las bases locales) acusando a la dirección de autoritarismo y gestión económica cuestionable. Previamente, Comín ya había anunciado internamente una restructuración que en la práctica corta las alas a la asamblea y concentra el poder en la dirección.

5.Los retos

Comín repite públicamente que el Consell es decisivo y que si en lugar de más de 100.000 asociados tuviera un millón, la independencia de Cataluña estaría más cerca. Una vez recolocado el poder interno en manos de la cúpula, el futuro de este organismo es incierto, en especial si se consuma la amnistía y se produce el regreso de Puigdemont a Catalunya.

Además, la consulta por la que se suprimió el peso de la asamblea contó con una ínfima participación. Y el objetivo de aglutinar al soberanismo, también de la mano de Puigdemont, no se ha alcanzado, como pasó con otro organismo, La Crida.

El Consell, por el momento, se mantiene como un creador de opinión y de posición política en el independentismo con tesis muy cercanas a las de Junts. Si hay pacto y Puigdemont regresa a Cataluña, esta asociación perderá buena parte de su fuerza y de su áurea de lucha exterior por la independencia. Lo que es seguro es que el 'president' Aragonès no organizará estos días un acto como el de Torra en Palau para celebrar los cinco años del Consell.

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