Una abstención del PSOE para que pueda gobernar en Castilla y León Alfonso Fernández Mañueco es inviable. “Imposible”, como subrayan en la Moncloa. Está completamente fuera del radar desde el principio. La argumentación adelantada el lunes, en plena resaca del 13-F, por Ferraz, fue perfeccionada por el presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas este martes en la sesión de control en el Senado. Pedro Sánchez puso precio a ese hipotético auxilio de su partido: que el PP deshaga primero todos los acuerdos que tiene con Vox en Madrid, Andalucía o Murcia. Una condición que sabe inasumible para el PP pero que le sirve para hurgar en la herida, para tensionar a los conservadores, divididos acerca de la conveniencia de dar un salto definitivo, gobernar con la ultraderecha, paso que hasta ahora no se habían atrevido a dar. 

“Si usted quiere pedir la abstención al PSOE de Castilla y León”, espetó Sánchez al portavoz del PP en la Cámara alta, Javier Maroto, “explique a los ciudadanos por qué la quiere”. “¡Pídala y explique el porqué! Si explica que la ultraderecha es un peligro para la democracia, a lo mejor nos podemos entender. Si explica que hay que poner un cordón sanitario a quienes están poniendo en cuestión los derechos y las libertades de las mujeres y del colectivo LGTBI, a lo mejor nos podemos entender. Pero haga una cosa previa, señoría: con todos aquellos y aquellas que están pactando con la ultraderecha en Madrid y fuera de Madrid, dígales que rompan también los acuerdos con la ultraderecha”.

No sucederá porque, por ejemplo, Isabel Díaz Ayuso se siente cómoda con el apoyo de Vox en Madrid y de hecho pidió a Mañueco que “no escuche al sanchismo” y acepte su ayuda. Pero no solo es Madrid. El PP arrebató la Junta de Andalucía al PSOE gracias a la abstención de Vox, como ocurrió también en Murcia. Y en ayuntamientos de toda España, caso de la capital, la ultraderecha sostiene con sus votos a alcaldes del PP. No gobiernan juntos, pero sí operan acuerdos entre ellos. La diferencia la puede marcar ahora Castilla y León, porque Santiago Abascal sí exige formar parte de la Junta.

"Si explica que la ultraderecha es un peligro para la democracia, que hay que poner un cordón sanitario" a Vox, "a lo mejor nos podemos entender", espeta el presidente a Javier Maroto

Sánchez fue, pues meridianamente claro. Como señalaban en su entorno, buscó zanjar el debate de raíz en su respuesta al PP en el Senado. Pinchar el globo de la abstención y situar la presión en Pablo Casado. También para acallar las contadas voces que en el PSOE han sugerido esa vía. El lunes lo hizo el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, y este martes se sumó el regidor de León, José Antonio Diez, quien se preguntó “si es mejor permitir la entrada de la extrema derecha en el Gobierno, y además en el plan que viene, o apostar por un Gobierno en minoría que tiene que estar abocado a muchos acuerdos, especialmente con los socialistas”. 

Pero la dirección federal desautoriza esa salida, igual que la cúpula regional, liderada por el candidato a la Junta este 13-F, Luis Tudanca. El debate interno en el PSOE, al menos por ahora, no existe. Pero esas rendijas fueron aprovechadas por Maroto en su pregunta en el pleno. “Los alcaldes, que sí tienen contacto con los ciudadanos, están diciéndole que tenga en cuenta que incluso para los socialistas de Castilla y León un Gobierno en solitario del PP es una buena opción”, aseguró el portavoz conservador, aconsejando al presidente que “estudie” la alternativa de la abstención, porque “da la impresión de que quien tiene más ganas de ver a Vox gobernando en Castilla y León no es [Santiago] Abascal”. 

"Pierde Castilla y León"

El PP intenta señalar a Sánchez —Maroto le dijo que quien había perdido las elecciones había sido él, “ni siquiera” Tudanca—, pero el presidente, su partido y el Gobierno empujan en la dirección contraria. Quien ha salido “perdiendo” ha sido Castilla y León, respondió el líder socialista, y ha ganado “la ultraderecha”, “propiciada” por el adelanto de los comicios que decidieron Casado y Mañueco. Ni él ni el PSOE, dijo, son culpables “ni responsables” del anticipo electoral ni de los acuerdos con Vox en Murcia, Madrid o Andalucía. Pactos que debieran deshacerse para empezar a hablar sobre una abstención en Castilla y León. 

En el entorno de Sánchez subrayan que ha sido el PP quien se ha metido "solo" en un "callejón" y que es él quien debe gestionarlo, así que la abstención es "imposible", ahora y más adelante

En este callejón sin salida se mete el PP solo. Ha provocado un escenario que solo le ha servido para cambiar de pareja de baile, para cambiar a Ciudadanos por Vox”, abundaban desde el entorno de Sánchez. Desde su equipo se insiste en que la opción de una abstención limitada a Castilla y León es “imposible”.

“Ni ahora ni más adelante. Que el PP lo gestione como quiera. Y si hay bloqueo, habrá repetición electoral y se expone al sorpaso de Vox. El PSOE no le va a salvar”, completaban fuentes de primer nivel. El PSOE entiende que Castilla y León es un problema que ha de solventar la derecha consigo misma, y que ha de ser Casado quien defina qué tipo de relación quiere a partir de ahora con los de Abascal. Un debate que tensa las costuras del PP.

Sánchez, y antes que él la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, sí lanzó un aviso claro al PP: el Gobierno dará una respuesta “contundente y firme” si hay un retroceso de los derechos y libertades, sobre todo de mujeres y de personas LGTBI, un futuro Gabinete con Vox. Es decir, que la Moncloa recurrirá a todos los resortes legales a su alcance, incluso al Constitucional. "Los derechos y las libertades nunca pueden ser moneda de cambio en la conformación de ningún Gobierno", había señalado Rodríguez desde la Moncloa.

Tudanca también sincronizó su discurso con Ferraz tras 24 horas de silencio. El debate, sostuvo, es si se traza un “cordón sanitario” a Vox “de todos y para todo”. De todas las fuerzas y en toda España, por tonta. El secretario regional, tras reunir a sus barones y a su ejecutiva, pidió que “abandonen toda esperanza” quienes pretendan dividir al PSOE. No caben “juegos de trileros”, adujo, porque no es posible que el PP busque la abstención del PSOE en la investidura y después “siga pactando con Vox” el resto de la legislatura. "Quien ha creado el problema, que es el PP, sabrá lo que tiene que hacer", aseveró en la misma línea la alcaldesa de Segovia, la socialista Clara Luquero.

El secretario general del PSOE de Castilla y León aprovechó para despejar las dudas sobre su futuro. El domingo dio a entender que podía marcharse al afirmar que "otros vendrán que harán más, que harán que el cambio llegue a esta tierra". Este martes, informa EFE, reconoció que valoró dimitir, pero el apoyo “unánime” de su partido y el respaldo de militantes y votantes le han convencido para continuar, y no va a "fallar" ni a los electores ni a su formación. “Sigo en pie, sigo adelante”, proclamó. Tudanca aguanta, como también quería Ferraz.