Mertxe Aizpurua (Usúrbil, 1960) representa junto a los otros cuatro diputados de su grupo un cambio de paradigma en la izquierda abertzale. Tras las elecciones generales de noviembre de 2019, la formación vasca se propuso contribuir a que hubiera un Gobierno progresista, y una vez constituido, a que desarrollara una agenda social. Ésta es su apuesta y no piensa mover la posición hasta que acabe la legislatura. Atiende a El Periódico de España por teléfono porque el martes, con motivo del pleno de los presupuestos, aterrizó en Madrid, fue al Congreso, terminó el debate, y corriendo, regresó al aeropuerto.

¿Qué balance hace de las relaciones de EH Bildu con el Gobierno durante este año 2021?

Es un balance de claroscuros. Agridulce. Ha habido avances en cuestiones que son clave para nosotros porque suponen avances sociales, como la ley de eutanasia, la ley de cambio climático o la ley de infancia, y en menor medida la ley de los interinos, que aunque no ha satisfecho a todos los que esperaban una respuesta mayor, sí es un paso para atajar la temporalidad en una parte de los trabajadores públicos. Pero hay otras cuestiones que siguen endientes, en el limbo de promesas incumplidas. Y no podemos olvidar que hemos estado en medio de una pandemia, en una situación que arrastra malestar y sufrimiento en la población.

¿La llegada de Félix Bolaños al Ministerio de Presidencia y de Relaciones con las Cortes ha cambiado la relación del Gobierno con su grupo?

Diría que no. Cuando hay cambios, y ha habido muchos, se necesita un tiempo de readaptación. Una vez que conoces a la gente y los canales están trazados, hace falta un paréntesis cuando cambia la situación. Pero no diría que la situación ha ido a peor. Las relaciones son buenas y fluidas. Es verdad que hay picos de intensidad, altibajos. Tanto antes como ahora a este Gobierno se le olvida que está sustentado en una mayoría progresista y plurinacional que debe ganarse. No debe dar por hecho que esos apoyos van a estar ahí para siempre.

¿En qué leyes del inicio de 2022 EH Bildu se va a volver especialmente exigente?

Viene una batería de leyes muy importantes por el calado político y social. Está la ley audiovisual, que no sólo habla de las lenguas oficiales; la ley de memoria democrática y el estatuto del artista. Los retos en los que me centraría, sin embargo, son los que van a generar consecuencias en el futuro económico y social de millones de personas. La reforma laboral, que ya está aquí y esperamos que se trabaje para que recupere los derechos arrebatados, y la reforma de las pensiones, que debe dar respuesta a las reivindicaciones de los pensionistas. Y por supuesto la reforma fiscal, para que los ricos paguen lo que deben y eso redunde en beneficio de la mayoría.

¿Va a ser su apoyo más caro?

Creemos en el valor de la palabra dada. Hemos firmado pactos y se deben cumplir con seriedad. La desazón de la ciudadanía, la falta de credibilidad en la política que reflejan las encuestas, tienen mucho que ver con que los gobernantes no cumplen lo que prometieron, y esto se debe combatir.

¿Qué debe tener la nueva reforma laboral para que la respalde EH Bildu?

Pusimos encima de la mesa la necesidad de la derogación de la reforma laboral del Gobierno del PP. Firmamos un acuerdo con PSOE y Unidas Podemos y hablamos entonces de derogación. Luego pasamos a derogar los aspectos más lesivos. Este decreto de ahora no es ni siquiera eso, ni una media derogación, y esto no es aceptable. El Gobierno debe cumplir con lo que prometió, fue un compromiso con la ciudadanía. Lo que necesita la reforma para que lo sea en condiciones es que se devuelvan los derechos a los trabajadores. Cuando la izquierda no cumple, pierde credibilidad y eso es fatal. El Gobierno tiene que saber para quiénes gobiernan. No puede ser que la actividad del día a día les lleve a olvidarlo.

¿Antes que la sintonía o la coincidencia política funciona el miedo a la derecha? Interlocutores del Gobierno han usado ese miedo en negociaciones, según ha trascendido.

Es una pequeña trampa que a veces utilizan como argumento para decir que no podemos votar ‘no’ a algo. Pero es lo contrario. Si no se hace frente a la derecha con políticas de izquierda, que es la única manera en este momento crucial, no avanzaremos en derechos. Y es avanzando en derechos como se frena a la derecha y a la ultraderecha.