Desplome bursátil

La crisis inmobiliaria se agrava en China y amenaza su economía

Las promotoras solo entregaron un 60% de las viviendas compradas sobre plano entre 2013 y 2020

Un cartel en la puerta principal dice "Evergrande Royal Scenery" en un complejo de viviendas Evergrande Royal Scenery en Beijing.

Un cartel en la puerta principal dice "Evergrande Royal Scenery" en un complejo de viviendas Evergrande Royal Scenery en Beijing. / EFE

Adrián Foncillas

La Bolsa de Hong Kong ahondó el drama del sector inmobiliario tras el parón de Pascua. El valor de la constructora China Vanke, que en vísperas vacacionales había anunciado una caída de sus beneficios anuales a la mitad, sumó su enésimo récord negativo. Las acciones de Country Garden ni comparecieron. Su cotización fue suspendida porque no había presentado sus cuentas del ejercicio pasado. No hay día sin noticias inquietantes para un sector que en sus tiempos de gloria concentró el tercio del PIB y hoy lastra la economía.

Country Garden ejemplifica la deriva. Las acciones de la mayor promotora nacional entre 2017 y 2022 no valen hoy más que los cacahuetes: unos 0,06 dólares por título frente a los 2,35 de años atrás. “Debido a la continua volatilidad de la industria, las operaciones del grupo se enfrentan a un cuadro cada día más complejo”, había justificado su junta directiva. El desplome de la inmobiliaria de Foshan (provincia costera de Guandong) ha generado una acentuada preocupación. Focalizó su negocio en ciudades menores de provincias del interior, lejos de la saturación de megaurbes como Pekín o Shanghái. Su auge, a lomos del proceso de urbanización de un país de raíz rural, fue tan veloz como estruendosa fue su caída. Había acumulado impagos y tapado fugas de agua durante años cuando un acreedor solicitó su liquidación ante los tribunales hongkoneses en febrero.

Deudas de gigantes inmobiliarios

Estos días abundan las comparaciones con Evergrande, el otro titán de la industria. Durante años rivalizaron en beneficios, ahora lo hacen en problemas. Evergrande supera a Country Garden en deudas: 328 .000 millones de dólares frente a 190.00 millones de dólares. Pero los 3.000 proyectos pendientes de la segunda cuadruplican a los de la primera, lo que sugiere un impacto mucho más devastador.

La justicia hongkonesa ya ordenó la liquidación de Evergrande tras un año y medio de proceso judicial, siete aplazamientos e infructuosas negociaciones con la larga nómina de acreedores. Los expertos debaten si los tribunales del continente ordenarán la venta de activos en el continente para satisfacerlos. Sobre el futuro de su presidente y fundador, Hui Ka Yan, hay menos dudas. Ha sido acusado de inflar los beneficios en 78.000 millones de dólares durante dos ejercicios, afronta la expulsión vitalicia de los mercados financieros y una larga temporada en la cárcel por fraude. El escándalo ha salpicado a PricewaterhouseCoopers, encargada de sus auditorías durante más de una década. Las autoridades examinan su responsabilidad y los liquidadores de la compañía estudian una demanda.

El ladrillo creció sin bridas durante décadas. Un sector inmobiliario impulsado por la nueva clase media, el trasvase masivo del campo a la ciudad y la escasez de alternativas de inversión. El sector, sumadas las viviendas presentes y el inventario, superaba los 50 billones de dólares en 2019, el doble que el mercado estadounidense. La venta de terrenos era la principal vía de financiación de los gobiernos locales y los promotores levantaban las viviendas con el capital conseguido por las vendidas en plano. La fórmula exigía el esplendor económico para retroalimentarse.

Efectos de la pandemia y las deudas

El covid y las restricciones a los préstamos a las inmobiliarias ordenadas por Pekín, alarmada por la deuda galopante, arruinaron el negocio. La industria ha sufrido un parón en seco. Las promotoras solo han entregado un 60% de las viviendas compradas sobre plano entre 2013 y 2020, según un estudio reciente de Nomura. Hay entre 50 y 100 millones de apartamentos vacíos, algunos por finalizar, aseguran estudios sólidos. Los precios acumulan años de caídas y, con el 70% de la riqueza urbana en el sector, muchos chinos se han empobrecido. La incertidumbre sobre la entrega de las casas han generado “huelgas de hipotecas” en casi un centenar de ciudades.

No es el mejor paisaje para un Gobierno obsesionado con la estabilidad social. Su prioridad es que las inmobiliarias entreguen las viviendas apalabradas y para ello han reabierto líneas de crédito. El Ministerio de Vivienda anunció recientemente un paquete de 200.000 millones de yuanes (unos 26.000 millones de euros) destinados a 6.000 proyectos. Pero Pekín no pretende que regrese aquel esplendor, sino salvar los muebles. El mantra económico alude ahora a las “nuevas formas de producción de calidad”, más orientadas a la innovación y tecnología, como nuevo motor económico. El mensaje de la última Asamblea Nacional Popular fue claro: Las inmobiliarias que tengan que caer, caerán.

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