Dos años de la invasión rusa

Empresas, ejércitos y estados pescan millones de datos en la guerra de Ucrania

Ninguna guerra en el mundo está registrando una minería militar de datos de tales proporciones como la de Ucrania

Tumbas de soldados ucranianos fallecidos en la guerra con Rusia.

Tumbas de soldados ucranianos fallecidos en la guerra con Rusia. / Europa Press

Juan José Fernández

Hay un momento temido para una familia rusa que tiene a su chico en el frente de Ucrania. Y es tanto la visita de un suboficial de su ejército para darle una mala noticia como el aviso que puede recibir en el móvil la esposa, el padre, un hermano, mucho antes que la comunicación oficial rusa. De repente, aparece en pantalla un mensaje de condolencia del ejército ucraniano, con una foto de la cara del militar ruso “eliminado” o “dado de baja”.

Esta dolorosa campaña de propaganda basada en la realidad es solo un fleco menor del enorme procesamiento de datos que se hace durante la guerra de Ucrania.

En este caso, como en tantos, es a partir de un software civil: la firma americana Clearview le aporta a Kiev su programa del mismo nombre para el reconocimiento facial. La Defensa Territorial de Ucrania dispone de más de 300.000 caras de rusos, la mayoría soldados, sobre imágenes tomadas en el frente. No se ha contado cuántas de esas caras son de soldados muertos. Procesada con inteligencia artificial (IA), si una cara se puede asociar a un teléfono ruso al que el finado llamaba con frecuencia, el sistema fabricará un mensaje… y golpeará en la moral de la familia a cientos de kilómetros, Rusia adentro.

Mina gigantesca

De las 35 guerras que según el recuento del Ministerio de Defensa están abiertas en el mundo, ninguna como la de Ucrania está registrando una minería militar de datos de tales proporciones. Empresas privadas, estados y ejércitos participan en la obtención y procesamiento.

Se buscan y analizan datos e imágenes tomadas por satélites, drones, videocámaras ucranianas, videocámaras rusas hackeadas, radares, soldados a pie, móviles de ciudadanos…

También se procesan datos clínicos de heridos, trayectorias de artillería, alturas y velocidades de vuelo de misiles y drones, comportamientos de pilotos, trayectos de vehículos acorazados… Y se analizan los movimientos de los civiles, los flujos de agua, las demandas de energía, los caudales de mensajería telefónica.

En esta excavación sobre la guerra en directo, programas informáticos, generalmente de patente norteamericana, pero también europeos y británicos, -y una incipiente generación de productos de 'start ups' ucranianas- proporcionan inteligencia a sus empresas y países de origen, a cambio de proporcionársela también a Kiev. Por ejemplo, en el afinamiento del vuelo de los drones kamikazes y la munición merodeadora lanzada contra los rusos.

Mineros

Y todo esto, desde el comienzo de la actual fase de la agresión rusa, que cumple ahora dos años. Tiene dicho el ministro de Transformación Digital ucraniano, Mikhailo Fedorov, que “Ucrania se salvó como estado gracias a la nube”. Este miembro clave del gobierno de Volodimir Zelenski abrió al mercado privado del 'datamining' la puerta de la desgracia que sufre su país, una invasión militar a gran escala de un enemigo cuatro veces mayor.

Kiev se ha convertido en un centro de operaciones para ingenieros de numerosas tecnológicas, con seis en cabeza: Microsoft, Palantir, Planet Labs, Maxar, Blacksky y Primer AI, además de la mencionada Clearview.

Microsofot dio apoyo contra los ciberataques a Ucrania desde el comienzo de la guerra. Primer analiza conversaciones rusas por radio, también las cifradas. Planet, Blacksky y Maxar procesan imágenes de satélite. Pero de todas, Palantir es la líder. Esa compañía, con sede en Denver y que toma el nombre de una piedra mágica de El Señor de los Anillos, tiene en su dueño, el excéntrico ingeniero Álex Karp, al adelantado de la IA militar.

Un encuentro de Alex Karp, dueño del gigante de la minería de datos Palantir (primero por la izquierda), con, entre otros, el ministro de Transformación Digital de Ucrania, en el centro del grupo.

Un encuentro de Alex Karp, dueño del gigante de la minería de datos Palantir (primero por la izquierda), con, entre otros, el ministro de Transformación Digital de Ucrania, en el centro del grupo. / Palantir

Karp es también el principal colaborador privado del ministro Fedorov, en una relación en la que hizo de catalizador el senador norteamericano Rob Portman, republicano y líder del caucus ‘Ucrania’ en el capitolio. Palantir es la mayor excavadora, trituradora y distribuidora de datos de la guerra de Ucrania. A Karp y Fedorov se les vio explicar en el último cónclave de Davos su colaboración en un coloquio tiulado “Una nueva era de tecnología, combate y disuasión: lecciones de la guerra de Ucrania”.

Analizar escombros

Un dron Predator despegando hacia el horizonte es la primera imagen que muestra Palantir en su web, donde se presenta aseverando: “Estamos en una era de disrupción sin precedentes. Palantir reconoce la necesidad existencial de nuestros clientes de utilizar software para tomar decisiones seguras y confiables, y para ganar en el contexto de la guerra”.

Es mucho más discreto el trabajo de IA de Rusia. Su promotora es la Fundación de Investigación Avanzada de la federación rusa. Algunos objetivos clave de la defensa ucraniana alcanzados por bombardeos de Rusia muestran para los observadores militares occidentales la huella del procesamiento de datos, especialmente en ataques de munición merodeadora Lancet 3 y Kub-LA. A la primera se la ha visto ya actuar en Ucrania combinándose: un dron busca e informa y el otro caza. Informes militares ucranianos han certificado también el ensayo ruso en el Donbás con vehículos autónomos Marker, robots que portan dos misiles antitanque y una ametralladora calibre 7,62. Los ha desarrollado la Fundación, y también Android Technologies con la colaboración de un grupo de militares llamado Lobos del Zar.

robot rusoRobot cazatanques Marker del ejército ruso.

robot rusoRobot cazatanques Marker del ejército ruso. / Fundación de Investigación Avanzada

Pero no todo el empleo de la IA y la minería de datos en la guerra de Ucrania es propio de una película de Terminator. Aladdin Shamong, director de la oficina en Kiev del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, ha implementado un sistema de procesamiento de millones de datos… no para destruir, sino para reconstruir, cuando llegue el momento, viviendas y equipamientos reventados por las bombas.

El objetivo declarado del programa es “identificar el tamaño, el tipo y el alcance de la infraestructura dañada, para determinar ubicaciones y personas necesitadas”. Sobre el sistema de análisis ACLED, procesan miles de informes de edificios alcanzados en los cotidianos ataques de Rusia.

Dimensión ética

“Actualmente, la inteligencia artificial es el elemento que más está cambiando el perfil de las operaciones militares. Aunque su uso militar se asocia con frecuencia a vehículos y armas parcialmente autónomas, su espectro de aplicación es muy amplio”, apunta a este diario el coronel de Infantería José Luis Calvo, director de Coordinación y Estudios Estratégicos del Ministerio de Defensa.

“En general, la IA se aplica a cualquier situación en la que es necesario analizar un gran número de datos para tomar decisiones rápidas y eso, en la guerra, ocurre con mucha frecuencia -explica-. En áreas como la ciberdefensa, la defensa antiaérea, el planeamiento operativo o el análisis de objetivos, se emplea ya habitualmente”.

Atardecer en un cementerio de carros de combate en Borodyanka (Ucrania).

Atardecer en un cementerio de carros de combate en Borodyanka (Ucrania). / EFE

La de Ucrania no es aún una guerra de la inteligencia Artificial, solo su laboratorio, un campo de pruebas, pero sí es la puerta por la que los altos oficiales están viendo el futuro. El general retirado de los Marines John Allen lo ha bautizado como “Hiperguerra”, y en los papeles de la administración de Estados Unidos se la llama “Guerra de Algoritmos”. Se refieren a un escenario bélico en el que la decisión humana se aparta ante el automatismo informático.

El pasado 2 de octubre, ante la Asamblea Interparlamentaria de la OTAN reunida en un hotel de Madrid, la delegación polaca habló sobre “inteligencia geoespacial más inteligencia artificial” en la guerra de Ucrania. “No sirve para poner fin a esta guerra, pero sí para planificar la guerra del futuro”, concluyó uno de sus diputados antes de proponer un debate sobre el control humano de las tecnologías militares.

Cree José Luis Calvo que este panorama de armas y sistemas autónomos, cuando menos, plantea “serios problemas éticos”. Por el balcón de Ucrania se empieza a tener “la perspectiva de campos de batalla cada vez más incontrolables”.

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