Colas del hambre

La inflación asfixia a las asociaciones humanitarias en Francia y amenaza con limitar su actividad

Antoine y Fréderic Arnault posan junto al presidente de Restos du coeur, Patrice Douret, durante una visita de los primeros a la sede de la asociación, el pasado martes.

Antoine y Fréderic Arnault posan junto al presidente de Restos du coeur, Patrice Douret, durante una visita de los primeros a la sede de la asociación, el pasado martes.

Enric Bonet

La inflación dificulta la tarea esencial de las asociaciones humanitarias francesas. Pese a las previsiones gubernamentales de que el aumento de los precios se frenaría con claridad a partir del verano, este problema continúa enquistado en Francia. El índice de precios de consumo (IPC) se incrementó de nuevo en agosto, tras varios meses de respiro, y se situó en el 5,7% —por encima de la media europea del 5,3% y del 2,4% en España—. Debido a este carácter persistente, la inflación afecta cada vez más a aquellas organizaciones que reparten comida a las personas más pobres. Unos actores de la solidaridad que ya han advertido que deberán limitar su actividad por problemas financieros.

"No es sostenible. (...) A este ritmo, si no hacemos nada, los Restos du coeur podrían cerrar dentro de tres años", aseguró a principios de mes en el plató de TF1 Patrice Drouet, presidente de esta asociación humanitaria creada en 1985 por el humorista Coluche y que ayuda a más de un millón de personas. "Hemos alertado al Gobierno sobre esta situación hace varios meses. (...) No nos escuchan lo suficiente. Diría incluso que no nos toman en serio", lamentó el responsable de un colectivo que distribuye el 35% de la ayuda alimentaria en el país vecino. 

Colas del hambre

Por un lado, estas organizaciones hacen frente a un aumento de las colas del hambre desde la pandemia y que continuó con el alza de la inflación. El número de personas que pide ayuda a los Restos du coeur subió un 25% entre 2022 y 2023, con una presencia creciente de estudiantes jubilados. Por el otro, estas asociaciones sufren el incremento de los precios de los alimentos y una disminución de las donaciones por parte de particulares (de -3,9%, según una federación de actores del sector). 

El colectivo fundado por Coluche tiene en estos momentos un déficit de 35 millones de euros. Ha anunciado que endurecerá las condiciones para recibir ayuda alimentaria y dejará de distribuirla a unas 125.000 personas en los próximos meses. Además de los Restos du coeur, la Cruz Roja también ha alertado que este año deberá asumir un déficit de entre 40 y 45 millones. Y en una "situación de urgencia social" parecida se encuentran Linkee, especializada en las distribuciones alimentarias a los estudiantes, y Utopía 56, que ayuda a las personas migrantes y refugiadas que viven en condiciones muy precarias en Calais, las afueras de París u otras localidades.

La polémica donación de Bernard Arnault

Tras el mensaje de alerta del presidente de los Restos du coeur, la ministra de Solidaridad y Familias, Aurore Bergé, aseguró que "pondrán sobre la mesa una cantidad específica para ayudarla a pasar este periodo". E insistió en que quieren evitar que "los voluntarios no puedan ayudar a todos aquellos que se presenten" en las colas del hambre. Pese a estos esfuerzos comunicativos sobre esta cuestión tan sensible, el Gobierno de Emmanuel Macron solo aumentó, de momento, entre 2 y 5 millones las subvenciones destinadas para la histórica asociación.

Aún más polémica ha resultado la donación de 10 millones de euros a los Restos du coeur que el multimillonario Bernard Arnault, propietario de Louis Vuitton, anunció a principios de semana. Apenas 48 horas después de que Drouet alertara sobre la situación crítica de la organización, dos de los hijos del hombre más rico del planeta se presentaron a la sede del colectivo, junto con la ministra Bergé, para firmar un cheque con esa cifra. "Es evidente que cuanto más nos ayuden, menos tendremos que apretarnos el cinturón", reaccionó el presidente de la asociación sobre una donación que ha generado una acalorada controversia en Francia.

El Ejecutivo agradeció este "apoyo excepcional" por parte del presidente del grupo LVMH. En cambio, diputados de izquierdas, como el insumiso Alexis Corbière, lo criticaron ya que "no se trata de la solidaridad, sino de la caridad". El diario progresista Libération recordó que 10 millones para la fortuna de Arnault representan el equivalente de una donación de 10 céntimos para un ciudadano corriente con un salario mensual de unos 2.150 euros. 

De hecho, esta polémica reavivó el debate sobre el peso de la filantropía y su complementariedad con el Estado del bienestar. En una entrevista con el diario digital Mediapart, el sociólogo Nicolas Duvoux, especialista sobre las desigualdades sociales, hizo una interesante reflexión: "Ahora es bienvenido cada euro público o privado que las ayudará a superar la situación insostenible en que se encuentran. (…) Pero este episodio (la donación de Arnault) puede dar la sensación de devolver Francia a una época que pensábamos que ya formaba parte del pasado, a la prehistoria del Estado del bienestar en que las iniciativas privadas representaban el principal gasto social, antes de que este fuera nacionalizado y generalizado tras la Segunda Guerra Mundial".