Elecciones EEUU 2024

Robert Kennedy Jr, una piedra en el zapato de Joe Biden

El aspirante aprovechó para sugerir que fuerzas oscuras intentaban frenarle, igual que asegura que la CIA mató a su tío, JFK, y estuvo involucrada en el asesinato de su padre, Bobby Kennedy, o que lleva personalmente años siendo víctima de "censura" por sus posturas

Robert Kennedy Jr.

Robert Kennedy Jr.

Idoya Noain

El día de abril en que Robert Kennedy Jr. lanzó su candidatura retando al presidente Joe Biden para conseguir la nominación demócrata para 2024 una alarma de evacuación sonó en el hotel de Boston que acogía el lanzamiento. El aspirante aprovechó para sugerir que fuerzas oscuras intentaban frenarle, igual que asegura que la CIA mató a su tío, JFK, y estuvo involucrada en el asesinato de su padre, Bobby Kennedy, o que lleva personalmente años siendo víctima de "censura" por sus posturas. "Buen intento", bromeó cuando saltó la alarma. Ni él ni ninguno de los presentes se movió de la sala durante las dos horas del acto.

Aquella entrada en la carrera electoral del miembro de la más famosa dinastía política de Estados Unidos, con una ilustre carrera como abogado medioambientalista en los años 90 que devino en su conversión en una de las figuras más icónicas para el movimiento antivacunas, se recibió mayoritariamente como una anécdota. 'The New York Times', entre otros medios, escribió que era "improbable que represente una amenaza seria a Biden".

Las cosas han cambiado. Ahora el mismo 'Times' reconoce que Kennedy es "un quebradero de cabeza" para el presidente en su búsqueda de la reelección, "un recordatorio de alto perfil de que muchos votantes demócratas preferirían nueva sangre". Y aunque la Casa Blanca, el aparato del partido y la campaña de Biden se han coordinado para ignorarlo públicamente, cada vez se hace más difícil y son más y más quienes se dan cuenta de que, como ha escrito Naomi Klein en 'The Guardian', "ignorarlo no es una opción".

Los números ayudan a entender por qué. En dos sondeos de abril y mayo Kennedy, impulsado en buena parte por el reconocimiento de su nombre, llegó a alcanzar el 21% y 20% de respaldo entre votantes que son o se inclinan demócrata. En otras encuentas sus porcentajes han bajado al 8% o 9%, pero en la media que mantiene RealClearPolitics ahora se mueve en un 14% de apoyo. Un Supercomité de Acción Política que le apoya anunció el lunes que ha recaudado 10,5 millones de dólares, incluyendo dos donaciones de más de un millón y con fondos llegando "a partes iguales" de demócratas y republicanos. Y lo innegable es que el candidato de 69 años se ha convertido en una piedra en el zapato de un presidente octogenario que, según algunos sondeos, más del 60% de los demócratas ven demasiado mayor para volver a presentarse.

Posturas polémicas

En los medios generalistas se repiten los listados de teorías conspiratorias, desinformación o falsedades que Kennedy ha abrazado, lanzado o apoyado, y sus posturas más polémicas. Ahí se incluyen la idea de que los tiroteos masivos están vinculados al uso de antidepresivos (se opone al veto a las armas de asalto), la de que la exposición al herbicida atrazina está tras la disforia de género, que las redes de 5G han sido desplegadas para "recolectar nuestros datos y controlar nuestro comportamiento", que la radiación de las redes de wifi permite que toxinas de la sangre entren en el cerebro o que el VIH no causa el sida.

A la vez, Kennedy, con su voz rasposa por la disfonía espasmódica (un trastorno neurológico que vincula al menos parcialmente a una vacunación contra la gripe) gana espacio, eco y apoyo en medios conservadores y ultraconservadores, en podcasts y espacios con una vena libertaria o que se presentan a sí mismos como reductos de la libertad de expresión que aseguran bajo asalto. También ha sido abrazado por figuras de Silicon Valley como Jack Dorsey, el creador de Twitter, o David Sacks, y por personajes de la ultraderecha como Tucker CarlsonSteve Bannon o Roger StoneDonald Trump lo ha calificado como "un tipo muy inteligente".

Las vacunas y la pandemia

Definido en los 90 por 'Time' como un "héroe para el planeta" por su trabajo medioambiental, Kennedy, que estudió en Harvard, la London School of Economics y la Universidad de Virginia y superó una adicción a la heroína, encontró el hilo del mercurio hasta las tesis desacreditadas que vinculan las vacunas, y específicamente el tiomersal, con el autismo. Un explosivo artículo suyo con esa denuncia, publicado en 2005 en 'Rolling Stone' y Salon.com, fue retirado por las publicaciones en 2011 tras varias correcciones de errores. (En 'Rolling Stone' también publicó en 2006 un artículo asegurando que las elecciones de 2004, que George Bush ganó frente a John Kerry, fueron robadas).

A través del Chidren’s Defense Fund, Kennedy siguió promoviendo lo que asegura que es un esfuerzo para garantizar la "seguridad en las vacunas", no una oposición total a las inmunizaciones. Pero se convirtió en actor destacado para los antivacunas, y figura clave en el movimiento por la "libertad en la sanidad". Y cuando la pandemia contribuyó a que esos radicales se combinaran en un magma indisoluble con personas que cuestionaban o se resistían al Gobierno, las grandes farmacéuticas, los medios y las redes sociales por lo que vieron como placaje y silenciamiento de cualquier opinión que fuera disonante o planteara retos a las medidas que se adoptaron, su estatus se elevó.

Kennedy llegó a decir que "incluso en la Alemania de Hitler podrías cruzar los Alpes a Suiza, podías esconderte en el ático como hizo Ana Frank", un comentario que fue reprobado públicamente por su tercera y actual esposa, la actriz Cheryl Hines, y por el que luego se disculpó con las víctimas del Holocausto. Pero no abandonó su cruzada contra las vacunas y las medidas gubernamentales, para desesperación de la mayoría de miembros de su familia.

Ha asegurado que el covid fue un "arma de guerra", que las restricciones nacieron de un plan de la CIA para imponer "control autoritario", algo que asegura que también se está haciendo con la emergencia climática. Ha dicho que existen laboratorios secretos diseñando armas para matar a gente de razas específicas.

Vendió más de un millón de copias de su libro 'The real Anthony Fauci', subtitulado 'Bill Gates, Big Pharma y la guerra global contra la democracia y la sanidad pública', en el que denunció que el epidemiólogo "ayudó a orquestar y ejecutar un histórico golpe de estado contra la democracia occidental". Y fue vetado en redes sociales como Instagram por difundir desinformación, pero sus cuentas han sido reinstauradas ahora que es candidato.

Robert Kennedy Jr, con sus padres y hermanos.

Robert Kennedy Jr, con sus padres y hermanos.

El "primer demócrata MAGA"

La campaña de Kennedy, que varios medios definen como "demócrata MAGA" (las siglas del movimiento trumpista Hacer América grande de nuevo), la dirige Dennis Kucinich, el antiguo congresista que en 2008 agrupó al ala más progresista del partido demócrata tratando de retar a Barack Obama y Hillary Clinton. Y su candidatura va acorde con los tiempos.

Llega cuando el paradigma de los dos partidos hace aguas en EEUU, y cuando está en mínimos históricos la confianza de la ciudadanía en el sistema, las instituciones, los políticos, la prensa, el sistema de justicia... Llega, también, a una sociedad en la que han crecido el desencanto, la vena antigubernamental y el sentimiento de rechazo contra las grandes corporaciones, en la que a día de hoy un cuarto de los estadounidenses mantiene el escepticismo ante las vacunas de covid y donde el terreno está cada vez más abonado para las teorías conspiratorias.

Y la columnista Michelle Goldberg ha identificado en el movimiento que le apoya el reflejo de "un significativo fenómeno social post-Covid: una coalición de los desconfiados que se salta divisiones entre izquierda y derecha". Ahí aparecen desde antivacunas y libertarios hasta demócratas sin apetito de más Biden o republicanos alineados con el mensaje de Trump pero hastiados del expresidente.

Contra la ortodoxia

Ante los votantes Kennedy se presenta como un político dispuesto a romper con las ortodoxias, a "luchar contra la censura" y a "recuperar la democracia", que asegura que "se está volviendo una especie de plutocracia corporativa" por "una fusión corrupta del poder del Estado y las corporaciones" que "amenaza con crear un nuevo tipo de feudalismo corporativo". Y su mensaje sobre el impacto, el poder y la influencia de grandes industrias como la agroalimentaria, la química y la farmacéutica resuenan entre algunos votantes de los dos partidos.

"La gente no confía en la autoridad porque le ha estado mintiendo", ha dicho también Kennedy, lanzado contra el Partido Demócrata ("el partido de la censura", en sus palabras) y los medios ("propagandistas de los poderosos"). En inmigración asegura que "no es racista decir que necesitamos cerrar las fronteras". Ha dicho que los ucranianos están siendo utilizados como "peones en una guerra de proxy entre dos grandes potencias" y ha defendido que Rusia "actuaba de buena fe" en la invasión de Ucrania. Y afirma que quiere cambiar los planteamientos de gasto militar industrial con una mente intervencionista a lo que ha llamado "Fortaleza América: armarnos en casa hasta los dientes".

Aunque su camino hasta la nominación es altamente improbable, eso no significa que no pueda afectar a la candidatura de Biden, especialmente si triunfa en Nuevo Hampshire, un estado relegado en primarias por el nuevo calendario impulsado por el Comité Nacional Demócrata a instancias del presidente, que quiere empezar en Carolina del Sur. Y el 'National Review', uno de los medios conservadores lanzados a la alabanza de Kennedy, incluso especula con que puede estar siendo usado para debilitar a Biden, forzar la retirada del presidente de la carrera y dejar que entre en juego el gobernador de California, Gavin Newsom, o incluso la vicepresidenta, Kamala Harris.

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