EEUU

Así es Jack Smith, el fiscal que ha hecho historia con la imputación federal de Trump

Jack Smith.

Jack Smith.

Idoya Noain

Como Donald Trump, el martes Jack Smith no dijo ni una palabra ante el juez Jonathan Goodman en la sala de la planta 13 del edificio de tribunales federales Wilkie D Ferguson Jr. de Miami. Como Trump, Smith mantuvo el semblante serio. El expresidente y el fiscal especial que le investiga entraban allí ese día en un capítulo negro de la historia de Estados Unidos, la primera imputación con cargos federales de un presidente, en activo o retirado. Y los dos compartían el silencio, el gesto grave, pero sus caminos hasta allí, y sus circunstancias, no podían ser más diferentes.

Smith, de 54 años, es el hombre que el 18 de noviembre, tres días después de que Trump lanzara formalmente su carrera presidencial para 2024, fue anunciado por el fiscal general de EEUU, Merrick Garland, como el fiscal especial que Justicia ponía al frente de las dos investigaciones que el departamento tenía abiertas contra Trump: por los esfuerzos para rechazar los resultados de las presidenciales e impedir la transición pacífica del poder a Joe Biden que culminaron con el asalto al Capitolio, pesquisas que aún están abiertas; y por el manejo irregular de documentos clasificados cuando abandonó la Casa Blanca, el caso que le ha llevado ahora a la histórica imputación con 37 cargos por siete delitos federales.

Era un encargo al que no podía decir que no alguien como John Luman Smith. Desde que salió de Harvard tras pasar por la universidad estatal de Nueva York en Oneonta, a 200 kilómetros de su Clay natal, en el norte del estado, ha pasado prácticamente toda su vida profesional, salvo un breve paréntesis trabajando en la abogacía privada para la mayor corporación privada de hospitales, dedicado al servicio público de la justicia.

La carrera

Lo hizo primero entre 1994 y 1999 en la fiscalía de Manhattan, la misma que ahora, liderada por Alvin Bragg, también ha hecho historia al imputar a Trump con cargos penales estatales por el caso de los pagos para silenciar a Stormy Daniels. Luego pasó casi una década en la fiscalía del distrito este en Brooklyn, donde trabajó en cerca de un centenar de casos penales contra bandas, crimen violento, fraude o corrupción. Lo mismo persiguió a los policías que sodomizaron brutalmente al inmigrante haitiano Abner Louima que al jefe de una banda que mató a dos agentes de paisano.

Tras ir dos años a trabajar en el tribunal de La Haya, Smith volvió a EEUU para integrarse en la Sección de Integridad Pública del Departamento de Justicia. Luego se fue a la fiscalía de Nashville (Tennessee), a cuyo frente llegó a estar de forma interina. Y en 2018 regresó a La Haya, donde ha estado persiguiendo crímenes de guerra en el Tribunal Especial para Kosovo, donde logró la condena de Salih Mustafa, excomandante del Ejército de Liberación de Kosovo, y la imputación del expresidente Hashim Thaci, un caso que tuvo que dejar en manos de otros al recibir la llamada de Garland.

En toda esa trayectoria Smith se ha labrado una reputación como alguien incansable y duro, tenaz e independiente, y tan cuidadoso y talentoso como abogado que como gestor de sus equipos. También, como "el más meticuloso y creativo investigador", como dijo un antiguo colega a 'The New York Times'.

"Si el caso se puede perseguir lo hará. No tiene miedo a nada", le dijo a Reuters otro antiguo colega. E indudablemente hay algo fiero y competitivo en un hombre que es también así fuera de los tribunales, entregado a los triatlones, de los que ha realizado más de 100, y que ha completado nueve competiciones de Iron Man, aunque no empezó a nadar en serio hasta los 30 años y ha tenido sobre la bici dos accidentes graves.

Imperativos morales y veneno político

El antiguo colega en la fiscalía de Brooklyn explicó que Smith fue a La Haya "atraído tanto por el reto como la importancia, el imperativo moral" de esa misión. La que le ha encargado Garland toca aún más cerca para alguien que, en una entrevista en 2018 con una publicación deportiva, respondió al ser preguntado por qué tipo de impresión quería dejar en la gente: "Como la mayoría, creo, quiero dedicar mis energías a hacer mi comunidad y el mundo un lugar mejor para que crezca mi hija", Josie, que tiene en su matrimonio con la documentalista Katy Chevigny.

Su misión ahora es una causa inevitablemente envenenada políticamente. Con el nombramiento de Smith Justicia, una agencia que aunque debe funcionar de forma independiente del presidente forma parte de su gobierno, trataba de reforzar y subrayar esa independencia ante la inédita situación de tener que perseguir judicialmente a un rival político de Biden. Pero eso no ha evitado que Trump, sus defensores y seguidores y los medios conservadores hablen de politización y acusen e insulten tanto a Biden, a Garland como, especialmente, a Smith.

No hay límites para el republicano. Poco importa que Smith esté políticamente registrado como independiente: entre insultos como "matón", "lunático" y "fascista" Trump cuela acusaciones, sin dar pruebas, de partidismo y parcialidad. Ha compartido artículos que destacan que la esposa de Smith produjo un documental de Michelle Obama y ha donado dinero a políticas y causas demócratas, y recuerdan incluso los enlaces de su fallecida suegra con organizaciones vinculadas a George Soros o Hillary Clinton.

Trump también ha tratado de retratar a Smith como un "perdedor", subrayando casos que en su tiempo en distintas fiscalías no llegaron a buen puerto, o alguno en que la condena que logró fue luego revocada por el Tribunal Supremo. Pero incluso James Trusty, uno de los abogados de Trump que abandonó su defensa un día después de que se conociera la imputación federal, ha definido a Smith como un "rival formidable".

El fiscal especial, por su parte, muestra una fría determinación pese a la campaña de acoso y la calumnia. Y resuena la frase que pronunció hace años, cuando alguien cuestionó que varias investigaciones no hubieran acabado en juicios o condenas: "Si fuera el tipo de persona que se deja intimidar buscaría otro trabajo", dijo entonces.

Hechos frente a palabras

El viernes pasado, cuando se hizo público el documento de la imputación de Trump, Smith compareció ante la prensa para hacer una escueta declaración de dos minutos. "La adhesión al Estado de derecho es un principio fundamental del Departamento de Justicia y el compromiso de nuestra nación con el estado de derecho marca un ejemplo para el mundo", dijo. "Tenemos un conjunto de leyes en este país, y se aplican a todo el mundo".

Cuatro días después se sentaba en un banco de la segunda fila en el tribunal de Miami tras los tres representantes de la fiscalía, a unos seis metros de Trump y sus abogados. Durante los cerca de 50 minutos que duró la sesión Smith se mantuvo incólume. Aunque es famoso en el mundo legal por su estilo en la corte, esta vez dejó que hablaran otros, como ha dejado que hable el detallado pliego de cargos que ha elaborado, una narración demoledora que recorre la retención ilegal de documentos clasificados poniendo en peligro la seguridad nacional, los esfuerzos y la conspiración para intentar ocultarlos y obstruir la investigación del gobierno y el falso testimonio. Una vez acabada la sesión, Smith se marchó sin volver la vista atrás.