«A la larga» las protestas pueden reducir la demanda turística a las islas

Los turistas son sensibles a los mensajes contra la masificación, que pueden «calar» en los mercados de origen, reconocen fuentes hoteleras

Jóvenes con una pancarta en la concentración de la semana pasada ante el Consell de Eivissa. | VICENT MARÍ

Jóvenes con una pancarta en la concentración de la semana pasada ante el Consell de Eivissa. | VICENT MARÍ

REDACCIÓN

Que algo está cambiando con la percepción de la saturación turística, cuando hasta hace poco solo exacerbaba en teoría a los más ‘radicales’ , se constata por la serenidad con la que aborda el sector empresarial los recientes acontecimientos que viven las islas. Las protestas de la semana pasada, con los miles de ciudadanos que recorrieron el centro de Palma y se concentraron en Ibiza contra la masificación y sus efectos en la emergencia habitacional, y las que vendrán «a la larga» pueden reducir la demanda de turistas a la isla. De momento, no se refleja en las reservas. Tampoco se han producido cancelaciones. Aún es pronto.

Los residentes han salido a las calles en Mallorca, Menorca y Ibiza. Antes lo hicieron en Canarias. En Barcelona también se revuelven y ha salpicado hasta en Cantabria.

«El problema, el mismo discurso de la difícil convivencia entre turistas y residentes, está en todas partes». A modo de ejemplo se menciona Venecia que también lidia con poner en práctica medidas restrictivas. Alex de la Iglesia se inspiró en la ciudad de los canales para rodar Veneciafrenia y retratar la ira de los venecianos contra las hordas de turistas. Podría haber escogido Ibiza o Mallorca.

No ser bien recibidos

El debate del rechazo a la masificación turística «está en todas partes; a todos nos gusta viajar», dice un hotelero de Platja de Palma. Desde el destino que ha arrancado la temporada con dos víctimas por balconing y cuatro fallecidos por el derrumbe del Medusa Beach Club no se observan «de momento» cancelaciones por la reciente protesta antiturística.

«Se mantiene el nivel de ventas». Ahora bien, no se descarta que «a la larga podría reducirse algo la demanda. Las personas son sensibles a los mensajes. Podrían calar en los mercados de origen y hacerse la lectura de que no son bien recibidos» en las islas. Sin embargo, la baza a favor de la isla es su producto turístico. «Está muy bien posicionado, en muchos aspectos es mucho mejor que otros destinos del Mediterráneo».

Desde uno de los grandes grupos de la turoperación se transmite «preocupación» ante las manifestaciones contra la masificación. Con una mirada macro por las protestas en Barcelona o el archipiélago atlántico, se asegura que «a nivel país» van a tener repercusión las acciones contra la saturación turística. «No podemos echar la culpa solo a los turistas y los coches de alquiler. Las infraestructuras son las mismas que hace veinte años», se critica. Otro apunte desde la mayorista es que «la gente» en Balears vive cerca de la línea», del límite que marcan los ingresos para subsistir con dignidad.

Tampoco los turoperadores vislumbran que se vaya a reflejar en una bajada de reservas. Otra cosa es que se lleguen a producir «actos violentos. Eso sí que podría afectar».

La violencia no es una opción que se haya planteado entre el movimiento contra la masificación. En la primera asamblea ciudadana que se celebró en el IES Sineu a mediados de mes se barajaron acciones como protestar en el aeropuerto de Palma o en el puerto, o en destinos que se saturan cada verano En aquella reunión, el 17 de mayo, los participantes también disertaron sobre que se marcaban como objetivo movilizar a más de 3.000 personas en una manifestación a la que aún no se ha puesto fecha. Apenas una semana después la manifestación convocada por el Banc del Temps de Sencelles congregó a más de 10.000, según datos oficiales. A las que hay que sumar mil más de la concentración en Ibiza. Así están los ánimos.

Todavía «es pronto para decir si se ha producido un parón, pero no lo creo», observa un hotelero del norte de Mallorca. «Las manifestaciones antiturísticas son moneda de uso común en toda Europa. No hay ninguna gran ciudad que no haya sufrido una», añade este empresario. Además, opina que «los turistas no están tan pendientes de lo que acontece en el destino; pasan bastante de nuestras movidas internas». Así las cosas, repasa la protesta multitudinaria de Canarias, el «cabreo» en el Parc Güell del otro día en Barcelona — con actos de protesta por cerrar el espacio público por un desfile de Louis Vuitton— y que «se habla de gentrificación día sí y día también en todos los lugares del mundo... No preveo mucha afectación». Haciendo memoria, el empresario se retrotrae a 2019 y los grafitis de Tourist go home. «Si me apuras, veo peor aquello».

«¿Por qué no hubo manifestaciones con el Pacto de Progreso?», interpela una hotelera desde el Llevant. «Porque hay implicaciones políticas», dice. Cree que si no ponemos freno a la saturación que hay en todas las zonas turísticas, «moriremos de éxito».

Sobre el aumento de visitantes en España, se descarta que la turoperación sea la culpable, porque apenas ha variado sus cifras en los últimos años, por la fluctuación en los mercados. A modo de ejemplo, el gigante TUI trae dos millones anuales de turistas a Balears (cinco millones a España). Como causantes de la masificación se señala al alquiler turístico y las aerolíneas low cost que han popularizado las escapadas en cualquier momento del año. n

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