Entrevista | Ángel Jodra Actor

«Cándido, el alcalde de 'El Pueblo', es incorruptible, los políticos deberían parecerse a él»

El popular alcalde de Peñafría en la serie ‘El pueblo’ participa mañana en el Hospital Can Misses en la primera edición del espectáculo ‘Sano humor’, junto a los actores Iván Ros y Carlos Olalla

Ángel Jodra, en una de sus actuaciones de teatro.

Ángel Jodra, en una de sus actuaciones de teatro. / F. Bodalo

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

Ángel Jodra, el popular alcalde de la serie ‘El Pueblo’, visita Ibiza por primera vez por trabajo. Estuvo dos veces «de hippy» en los años 90, en un momento en el que estaba sin trabajo. «Ahora veré la isla con otros ojos», comenta el actor. Lleva a sus espaldas una dilatada carrera tanto sobre el escenario como en las pantallas, pero ha sido este personaje el que le ha dado a conocer al gran público. Este miércoles participa en Ibiza (junto a Iván Ros y Carlos Olalla) en ‘Sano humor’, un espectáculo en el Hospital Can Misses que tiene como objetivo hacer reír a pacientes ingresados. Y a los profesionales que les cuidan.

Ángel jodra con Javier Losán, ‘El Ovejas’, en una escena de ‘El Pueblo’. | DI

Ángel jodra con Javier Losán, ‘El Ovejas’, en una escena de ‘El Pueblo’. | DI / Marta Torres Molina

¿Le llamo Ángel o alcalde?

Como quieras. Mucha gente ya me llama Cándido, me ve por la calle y me da abrazos. Creo que va a ser la guinda de mi carrera. Antes era conocido como el padre de Amador, de ‘La que se avecina’, pero lo del alcalde de ‘El pueblo’ ha sido algo nuevo para mí. No puedo dar dos pasos sin que la gente me pare para pedirme fotos. El otro día en el Rastro una persona me pidió una foto y empezó la gente a ponerse en fila. Si me la hubiera hecho con todos no hubiera salido de ahí. A mí me agrada, mi ego lo agradece. La serie ha sido un bombazo, ha supuesto ser conocido y reconocido en toda España.

¿Por qué cree que este personaje ha conectado con la gente?

Porque son personajes muy cercanos, de pueblo, en extinción. Mi personaje y ‘El Ovejas’ [Javier Losán] son muy entrañables. No tienen ninguna maldad. Cándido es un político incorruptible, no se deja comprar, su mayor amor es su pueblo. No le importa el dinero, sólo mejorar su pueblo, y eso a la gente le agrada. Creo que es porque quieren ser así, como Cándido y ‘El Ovejas’.

¿Los políticos deberían fijarse un poco en él?

Sí, hay cosas más importantes que el dinero, y más en la situación que estamos viviendo en España. Casi todo el mundo quiere sacar provecho y un político está para ayudar. No puede ser que piensen «estoy en el cargo y aprovecho para forrarme que son cuatro años». Cuatro o los que sean. Creo que un político debe tener la vocación de servir a la gente, al pueblo, pero, por desgracia, hay pocos así. Hay algunos. Eso de que son todos iguales no es cierta. Algunos son honrados, pero cuesta encontrarlos.

Antes decía que Cándido es la guinda a su carrera. ¿Se jubila?

Ahora en abril cumpliré 64 años y estoy un poco cansado. He tenido siempre una memoria prodigiosa y veo que me va fallando. Me ofrecen papeles y con algunos me pregunto «¿esto me lo voy a poder aprender?». Lo aprendo, pero me cuesta. Mi método es hincar codos, pero ya no es como antes. Recuerdo que hice una sustitución de ‘La vida es sueño’, haciendo de Clarín, y me lo aprendí en una noche. La edad te va restando facultades.

¿También para la televisión? Como paran y pueden repetir parece más fácil memorizar.

No, al contrario. En la televisión igual te dan los papeles de un día para otro. Una obra de teatro la ensayas durante un mes o dos. Estás con ella, la repites muchas veces. A la televisión vas con el papel muy someramente aprendido porque no te ha dado tiempo y no lo has pasado con tus compañeros. La letra no la tienes bien fijada hasta que no la pasas cuatro o cinco veces con los demás. Para mí es más difícil la televisión, o el cine, que el teatro. Aunque en el cine ahora tienen la buena costumbre de ensayar. A la televisión vas sin ensayar. Nuestros directores de ‘El pueblo’ y ‘La que se avecina’ son maravillosos. Nunca te cortan y jamás te meten presión. Al contrario. Quitan hierro si fallas, si no has dicho bien el texto, todo son bromas. Son grandes directores. Te puedes equivocar y nunca pasa nada con ellos. Todo son risas y buen rollo. En otras me he encontrado con que te controlan mucho y si fallas te ponen mala cara, pero aquí no.

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¿Cómo se plantea ese retiro?

Quería jubilarme, pero no me dejan. Tengo ahora un corto en Barcelona que no tiene título y un espectáculo de cuentos en Talavera de la Reina. También estoy con una película en Carabanchel en la que hago de comisario, un tipo de personaje que me gusta mucho y que no es como Cándido. Es malencarado y malhumorado. Puedes jubilarte, pero siempre te van saliendo cosas. Ahora hago lo que me gusta. Me leo el guion y si me gusta lo hago y si no, no. Tengo la posibilidad de elegir.

Esto no pasa siempre en la carrera de un actor, ¿no?

No. He hecho cosas que no me han gustado. Las haces porque son alimenticias. Lo único que no he hecho nunca es propaganda política. Tengo mis ideas, pero no voy a hacer propaganda política. Con algunos papeles he pensado «¿y esto por qué lo quieren hacer?», «esto, qué malo es», pero lo haces. Cuando es muy malo te cuesta muchísimo más aprenderlo. Cuando está bien escrito se te queda, pero cuando está mal escrito no creas que es fácil hacerlo.

No me dirá qué trabajos malos ha hecho, ¿no?

¡No te lo diré!

¿Hay algún papel que le gustaría hacer antes de jubilarse del todo?

Cuando era joven quería hacer un Shakespeare. ¡Un Shakespeare queremos hacerlo todos! También lo dicen los actores jóvenes. Aún tengo la espinita. Como soy un poco, como diría Cándido, «robusto y colorao», me gustaría hacer de Falstaff. Sale en algunas obras de Shakespeare, como ‘Las alegres comadres de Windsor’ y también en ‘Campanadas a medianoche’, y me fascina. Siempre que lo he leído he querido interpretar ese personaje. Ahora me lo han ofrecido, pero, por fechas no puedo. Tengo una obra en la sala Tarambana, donde hace 25 años hacemos en esa fecha, como una tradición, ‘Mis queridos monstruos’, una obra para niños, pero en la que se lo pasan mejor los mayores, así que no puedo. Me ofrecían hacer de Don Diego, el Comendador del Tenorio, pero no puedo.

Le conocemos por la tele, pero se le nota que es actor de teatro.

Sí, y tengo mucho mono. Con la serie he estado cuatro años sin hacer teatro. He hecho cositas, sí, pero poco. Yo soy payaso, malabarista y me gusta la globoflexia. Me he subido a un escenario estos años, pero no con una compañía. Comencé en el teatro independiente, en el grupo Guirigall, con el que pasé unos 15 años. Viajamos por todo el planeta haciendo teatro y era el hombre más feliz del mundo. Tengo mono.

¿Qué le aporta el clown a un actor?

Di con unos directores, Toni Bueno y Agustín Iglesias, que querían preparar al actor que estuviera con ellos lo mejor posible. Hicimos cursos increíbles. Me gusta mucho hacer máscara, hice un curso, incluso, de máscara balinesa, de la Commedia dell’Arte, con el Théâtre du Soleil… Me preparé bastante y la suerte me llevó a la Asociación de Malabaristas de Madrid. El diávolo no se me da mal. Hago un número, bueno, debería decir hacía un número, subido en un rulo tirando tres huevos.

¿Hacía, dice?

Sí, porque el otro día me di un hostiazo tremendo y pensé que voy a tener que dejar esto de los malabarismos. Me subí al monociclo después y estuve andando un poquito, pero me volví a caer. No puede ser. La edad ya no perdona. Sigo haciendo globoflexia y un poquito de magia. Soy, como decía Nacha Guevara, el que hace de todo, pero todo lo hace mal.

Ese es un poco el espíritu del clown.

Exactamente. Es algo que me encanta. Casi todos los domingos hago de payaso en Carabanchel, en un sitio que se llama El jardín de los libros nómadas. Puedes coger un libro, dejar otro, llevarte los que quieras… Es un huerto urbano, van niños...

En el espectáculo de este miércoles en el hospital hacen humor sobre la salud. ¿Se puede hacer humor de todo?

A mí me parece que sí. ¡Claro que sí! Si cuando estás enfermo lo que más te calma y te cura es reírte. Recuerdo que estaba con una enfermedad muy grave, una pancreatitis, y lo que más me sanaba era que venía una gente, Música en vena, a tocar la guitarra y cantar. Cuando se iban parecía que había pasado por allí una fuente de salud. He colaborado con Payasos sin Fronteras, que iban a hospitales. Me causaba mucha zozobra Hacíamos sobre todo payasos para niños, ellos se lo pasaban genial, pero tú salías de allí preguntándote por qué un niño tiene que estar enfermo. Se quedaban con una sonrisa y los padres nos decían que cuando íbamos ya no querían ni tomarse la medicina. Les llenaba la cama de globos, me equivocaba y en vez de salir por la puerta me metía en el baño y me quedaba encerrado… Cosas de payaso. ¡Claro que se puede hacer humor de la salud! La risa puede sanar a las personas.

¿Cuánto le queda como alcalde de Peñafría?

Pues no lo sabemos muy bien. Este año tendríamos que haber rodado la quinta y la sexta temporada, hablaron con nosotros para hacerlas, pero Tele5 no quiso. Creo que Amazon ha comprado los derechos, así que creo que habrá quinta y sexta temporada de ‘El Pueblo’. La cuarta ya la han emitido en televisión y la gente tiene las cuatro en Amazon Prime. Nosotros queremos hacerlas. Estamos deseando. Todo el elenco nos lo pasamos muy bien, somos como hermanos.

¿Cuando ruedan se quedan en el pueblo?

Sí, el pueblo es como un personaje más de la serie. Se llama Valdelavilla, está al lado de San Pedro Manrique y es un pueblo maravilloso. Bajas dando vueltas a un valle. Es de piedra, precioso.

Ahí no tienen problema de vivienda ni de pisos turísticos, imagino.

No, no. Ahora mismo lo usamos nosotros. Vivimos allí mientras rodamos. Yo vivo en la casa de los hippies. Ahí tengo mi habitación. Todos los actores y el equipo de dirección vivimos en el pueblo, no así mucha gente del equipo, que no cabrían allí, pero sí en los pueblos de alrededor. Somos ciento y pico. Para hacer una serie de estas nos juntamos más de cien personas: cocineros, conductores, intendencia, limpieza… No sólo somos actores y producción y dirección. Somos como un ejército.

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