Los agricultores de Santa Eulària prevé n un verano «duro» por la falta de lluvias

La Cooperativa Agrícola de Santa Eulària recibió ayer a unos 300 socios y socias en su asamblea anual

La entidad alcanzó en 2023 una cifra de negocio de 2,5 millones de euros, un 3,5 por ciento menos que el año anterior

Estela Torres

Estela Torres

Las consecuencias de la escasez de lluvias centran las conversaciones en la asamblea general ordinaria de la Cooperativa Agrícola de Santa Eulària. Su presidente, José Colomar Colomar, aseguró que la falta de precipitaciones ha sentado: «Fatal. La cosecha de cereal está perdida» y, entre éste, se pueden llegar a perder variedades de semillas que sólo se cultivan en Ibiza. La falta de cereal implica que la cooperativa se tendrá que «nutrir de forraje y todo lo que se compra fuera», además de que «si no llueve, los acuíferos no se regeneran» y eso también se sufrirá: «pasaremos un verano duro», dijo Colomar antes del inicio de la asamblea.

La convocatoria citaba aproximadamente a 300 socios y socias de la cooperativa a las 12 horas en sus instalaciones. El objetivo era presentar las cuentas anuales y el informe de gestión para el ejercicio 2023, entre otros puntos del orden del día, en el que también figuraba ofrecer un plato de paella a los asistentes.

Catalina Bonet y su marido, Joan Bufí, pertenecen a la cooperativa desde hace más de 40 años. Son propietarios de una finca de unas 15 hectáreas, en la que actualmente tienen diez ovejas y una gallina: «Llegamos a tener 40 ovejas pero los perros las han ido matando», contaron. Con la falta de lluvias «no hay comida», apuntó Bufí. Solían sembrar patatas, cebollas, sorgo (un cereal rico en nutrientes) para las ovejas, pero este año tendrán que volver a sembrar y, añaden: «Tampoco hemos recogido todas las algarrobas».

Cuando llegó el punto que debía establecer el acuerdo sobre los requisitos de la campaña del cereal, el forraje y la algarroba para 2024, Colomar apuntó: «Las condiciones están establecidas según marcan una serie de leyes y, aunque el cereal esté crudo, las tendremos que seguir. Con el forraje, igual, y la algarroba... bueno, quizás estará seca», señaló con tono de queja.

Balas de paja de sobra

En recuerdo de años anteriores, Catalina Bonet contó que estaban acostumbrados a que les sobraran balas de paja: «Aunque haya aún de años anteriores, no han sobrado tantas», confirmó, haciendo referencia a las consecuencias que trae la falta de agua este año. También rememoró una ocasión, «tal vez el año anterior», en que había llegado el momento de labrar con arado pero no se pudo debido a la lluvia constante, que no daba tiempo a que la tierra se secase.

Volviendo a la situación actual, Manuel Nieto, encargado de la finca de Can Sord, donde trabaja desde hace 17 años, contó: «Como no llueve hay que regar», haciendo referencia al esfuerzo que supone para agricultores y ganaderos la falta de precipitaciones: «Quien cuente con fuerza de agua, igual puede poner aspersores», insinuó Nieto, aunque matizó que «quien haya sembrado este año no habrá recogido nada». En la finca en la que trabaja hay unas 20 hectáreas que cuentan con árboles frutales y algunas hortalizas. «Cuando no llueve un año, ese es un año malo para los animales, el forraje y otras cosas…», lamentó.

Para que el forraje, la hierba que se da de alimento al ganado, crezca: «Tiene que llover un par de veces» y con más cantidad, «no dos minutos», observó antes Bonet. «Cada dos o tres semanas», especificó Nieto, que destacó que la tierra tiene que estar húmeda para sembrar.

De los cultivos que hay en las tierras que trabaja Nieto, lo más delicado son las judías y los pimientos: «Es necesario tener un agua bien potable». Nieto insistióen la importancia del agua potable y apuntó que «sería muy interesante que pudiera volver a estar en marcha» la balsa de sa Rota, con el proyecto de la inyección de agua desalada para abastecer a los cultivos de la zona.

El futuro de la agricultura

Por otro lado, Nieto también señaló que ve «mal» el futuro de la agricultura en Ibiza, en relación a la falta de nuevas generaciones ocupando puestos en este sector. «No hay hijos de agricultores que sigan sus pasos porque no saben si es rentable y que no llueva no acompaña demasiado», porque eso ayudaría a mostrar las oportunidades que ofrece el campo. Se trata de un trabajo sacrificado: «El campo no tiene días de descanso, porque cuando no tienes que coger lechugas, hay tomates y quien tiene animales, tiene que alimentarlos a diario», defendió Nieto.

Durante la presentación de resultados y otros datos administrativos, se informó de que, sumando la venta de mercancías y la prestación de servicios de 2023, la cifra de negocio de la Cooperativa de Santa Eulària alcanzó los 2.542.161 euros, un 3,5% menos que el año 2022. El descenso de este curso se asocia a las subvenciones que concedió el Consell en el ejercicio anterior para compensar los efectos negativos de la Guerra de Ucrania. Para Colomar las ventas: «Han ido muy bien». En 2023 los departamentos de la cooperativa con mayores ventas fueron el de cereales, con 789.435 euros recaudados, y el de otras mercancías, con 520.633 euros recaudados.

Otro de los puntos tratados consistió en la modificación de los estatutos de la cooperativa, de acuerdo con la Ley 5/2023, que trae modificaciones como la incorporación de lenguaje inclusivo y la garantía de la igualdad de trato y oportunidades para los socios: «Independientemente de su género», informó un miembro del Consejo rector. La Cooperativa de Santa Eulària tiene algo más de 1.900 socios, de los que 289 son mujeres, que representan el 15% de la masa social. Entre ellas, Maria Antònia Ferrer, sentada cerca del consejo y los interventores de cuentas, todos hombres, fue nombrada vocal suplente. En su caso, tiene la explotación agraria ‘Es gorg de sa Madona’ desde la que colaboran con clientes y cooperativas. «Es un orgullo que hayan contado conmigo», afirmó antes de señalar: «Ahora solo falta que se apunte una segunda mujer a la vacante que queda».

Suscríbete para seguir leyendo