Acceso a la Universidad para mayores de 25 en Ibiza: «Nos pidieron hacer un Power Point, ¿qué era eso de un Power Point?»

Cinco exalumnos del curso de preparación de la prueba de acceso a la universidad para mayores de 25 y de 45 años cuentan su experiencia tras decidir retomar los estudios superiores en plena vida adulta para motivar a los futuros candidatos del CEPA Pitiusas

Isaac Vaquer

Isaac Vaquer

«Vamos a cambiar la colocación de las mesas», anuncia la profesora. Los alumnos empiezan a reubicar el mobiliario. De la clásica disposición por parejas de mesas, todas mirando a la pizarra, pasan a un formato en cuadrado. «Será como una tertulia, así nos podemos ver todos la cara», va explicando la profesora.

Los alumnos, con sus mochilas libretas y carpetas, forman un grupo abigarrado de edades. La clase de acceso a la universidad para mayores de 25 y de 45 años del Centro de Educación para Adultos (CEPA) Pitiusas acogió ayer una jornada especial. Una clase para quitar los nervios, pero también para ofrecer una visión realista. Exalumnos del centro que ya han terminado sus estudios universitarios o de grado contaron su experiencia y resolvieron dudas.

La charla se planteó como una mesa redonda en la que alumnos y exalumnos conversaron. | VICENT MARÍ

La charla se planteó como una mesa redonda en la que alumnos y exalumnos conversaron. | VICENT MARÍ / Isaac Vaquer

Cinco historias de superación. Volver a la rutina de las clases no es fácil cuando uno ya tiene responsabilidades familiares y laborales. Pero es posible. Para muestra estos cinco botones.

Descubrir Power Point

Para Silvia Escandell presentarse a las pruebas de acceso a la universidad era «un reto personal». En el curso 2016-17 tuvo la oportunidad. «Cuando tenía la edad para hacer selectividad no la hice por motivos personales, lo fui aparcando por trabajo, luego motivos familiares...». Total, no encontró una oportunidad hasta que tenía 49. Una parada en su vida laboral le puso delante una puerta que nunca había cerrado del todo.

Podía haberse presentado a la prueba de mayores de 45, mucho más sencilla. Sin embargo decidió apostarlo todo y presentarse a la prueba de mayores de 25.

«Fue duro», reconoce, «hacía muchos años que no estudiaba y estaba oxidada a nivel digital».

La selectividad fue bien. La sacó con media de 8, la mejor de su clase. Pero, ¿tras haber superado el reto qué? No veía en la oferta formativa de la Universitat de les Illes Balears (UIB) en Ibiza nada que le interesase.

Fue a consultar con un profesor y le recomendó hacer el grado superior de Integración Social. «Te pega un montón, me dijo. Yo no sabía muy bien dónde me metía, pero me encantó».

«Significó volver a clase como los niños. Eran clases presenciales y mis compañeros tenían entre 20 y 25 años. Podía ser su madre», bromea, «pero fue muy enriquecedor porque se establecen unas sinergias muy interesantes a nivel humano».

Su mayor reto en la universidad fue ponerse al día a nivel digital. «La primera semana nos pidieron hacer un Power Point sobre trabajo social.... ¿un Power Point? ¿Qué era un Power Point? Recuerdo con terror cuando teníamos actividades digitales. Me junté con otra compañera que estaba igual de pez que yo y ya no era el trabajo en sí, que luego no era complicado, era enterarse de qué era un Power Point, aprender a usar el programa y presentar un trabajo que diera para aprobar», cuenta entre risas cómplices de algunos alumnos.

Sacó el grado y hoy ejerce de aquello que estudió con adultos y jóvenes con discapacidad. Un trabajo que disfruta y le ha cambiado la vida.

Maestra a los 50

Como Silvia, María José Moreno podía haberse presentado a la prueba para mayores de 45, «pero si sacas la prueba de mayores de 25 luego eso es puntuable para cualquier bolsín o cualquier proceso de la administración», comenta como consejo para los alumnos.

Las dos coincidieron en la misma promoción. María José fue la segunda en nota, un 7,9. En su caso la motivación fue cumplir un sueño. «Desde pequeña siempre quise ser maestra pero en su momento no se dieron las condiciones. Así que tenía decidido que en cuanto mis hijas fueran mayores, si existía la carrera en Ibiza, me dedicaría a la docencia».

Y así lo hizo. Aprobó selectividad y se puso ante la montaña. Cuatro años de carrera universitaria. «Clases por valor de 240 créditos y no me podía dejar ni uno. Era o todo o nada». Con tesón y mucho esfuerzo fue aprobando asignaturas y pudo coronar la cima. «Hoy soy maestra y eso es una satisfacción tan grande a nivel personal», cuenta con un brillo especial en la cara. De momento en centros de repaso, porque cuando acabó la carrera no había bolsa de profesores. Este curso se abre nueva convocatoria y espera poder incorporarse a alguna escuela el próximo curso.

Eso sí, «hay que esforzarse, mucho no, muchísimo. Tienes que dejar la vida social que tenías a cero», surgen miradas y una carcajada general, «bueno, o uno. Hablo de la universidad si realmente vas para estudiar. La prueba de acceso es muy asequible», les dice a los alumnos para tranquilizarlos.

De pinche a enfermero

Manuel López, («Manolo, porque al final siempre me conocen por Manolo») tenía que darlo todo en la prueba de acceso a la universidad. Sólo había una plaza para el hacer enfermería, lo que él quería, a través de la prueba de mayores de 25, «así que tenía que ser el mejor. Ese tipo de motivación hay que tener».

El camino hacia enfermería le venía hecho. La universidad era el obstáculo que se interponía entre él y su siguiente escalón profesional. Era celador, «podía haberme jubilado en ese puesto, pero si quería crecer laboral, económica y socialmente tenía que hacerme enfermero».

«¿Qué es eso de un Power Point?»

«¿Qué es eso de un Power Point?» / Isaac Vaquer

Partió desde abajo, siempre en el mundo sanitario. Simplemente con el Graduado Escolar, primero entró como pinche del hospital, luego pasó a lavandero, jardinero y celador. «Acabarás como director del hospital», bromea uno de los alumnos del curso. O más arriba, «la anterior consellera de Sanitat era enfermera», recordó Manolo entre risas y luego asegurando que la enfermería será seguramente su última profesión.

Respecto al salto digital, cuenta que él tampoco se manejaba bien con los ordenadores, pero como persona autodidacta en la materia, asegura que «con internet hoy lo tienes todo al alcance de la mano». Todo es cuestión de investigar. La curiosidad es el motor del conocimiento. «Hay que dedicarle tiempo, concentración y tener claro el objetivo».

Y, ¿cómo se hace para conciliar familia y estudios? «A mí la familia me apoyó mucho. Eso te ayuda, porque te genera una responsabilidad. Cuando tienes un hijo no puedes permitirte el lujo de estar perdiendo el tiempo».

Asegura que se planteó este reto como «una mejora para la familia» y ese fue el motor. «Es una de las mejores decisiones que he tomado y si os puedo dar un consejo, si empezáis no lo dejéis».

En catalán siendo italiano

Tras un lustro dedicado a la cocina en Ibiza, Matteo Mannarino quería hacer un cambio. Se informó de lo que le hacía falta para ser bombero. Necesitaba el Bachillerato, pero le faltaban tercero y cuarto de la ESO para poder dar ese paso. El camino era complicado.

«¿Si es difícil conciliar? Claro. Pero es un esfuerzo que tienes que asumir. Yo tenía el trabajo, a mi novia con un hijo y es difícil. Me levantaba por la mañana y estudiaba, me iba a trabajar y luego al CEPA. Llegaba a casa a las 22 horas, comía algo y estudiaba otra vez. Yo quería sacarlo todo en un año, luego fueron dos. Pero ahora estoy muy feliz por haberlo sacado», asegura.

Para él fue un reto afrontar estas pruebas en una lengua que no era la materna, más «en català». Aprendió castellano al llegar a Ibiza y ahora además domina la lengua propia de la isla para poder afrontar los cursos en la UIB. «Me aprendí los conceptos de memoria en catalán, porque sino era un doble trabajo, traducir al castellano y luego aprenderlo en catalán». Sacó un 8.

Estudiar por la pandemia

Lucíana Nieto había dedicado toda su vida a la hostelería. Siempre como camarera. «Vino la pandemia, no tenía nada que hacer y como vivía frente al CEPA decidí apuntarme».

No se trataba de un mero capricho. La salud de su madre empeoró y ella decidió dedicarse a cuidarla. «Los horarios de la hostelería no eran compatibles con el cuidado de mi madre».

«Me planteaba la selectividad como algo muy complicado, pensé que tendría muchos nervios..., luego cuando llegó el día vi que no era así», tranquiliza a los alumnos, «debo decir que es cierto que si venís a clase aprobáis».

Se apuntó a un grado superior de Administración y Finanzas. Un cambio radical en su vida. «Habiendo hecho de camarera toda la vida, siempre de pie y moviéndome, no me había planteado la posibilidad de hacer un trabajo de oficina que implicara estar casi todo el tiempo sentada», reconoce.

Pero vio un anuncio, se acercó a la academia y se apuntó. «Mañana tienes que venir a primera hora», le dijo la directora. «Lo probé y me encantó», eso sí, el ambiente reconoce que es algo que influye. «Tener un profesor que te motive y que veas que los compañeros te ayudan es lo más. Realmente ha sido una de las mejores experiencias que he tenido».

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