Sequía

Ni una gota de lluvia, ni un grano de cereal en Ibiza

La cosecha de cereales va camino de ser aún peor que la «malísima» de 2023 debido a que no llueve abundantemente en Eivissa desde hace meses. Muchos han optado por no sembrar esta temporada y buscan desesperados alimento para su ganado

Un terreno dedicado a los cereales, el pasado viernes en el Camí Vell de Sant Mateu.

Un terreno dedicado a los cereales, el pasado viernes en el Camí Vell de Sant Mateu. / Vicent Marí

«La situación es grave», señala Maribel Juan, presidenta de la Asociación de Productores de Agricultura Ecológica pitiusa: «Nosotras hemos decidido no sembrar. Y eso significará no tener producto. Hay mucha gente que decidió sembrar pensando que llovería, pero no le está naciendo nada, de manera que, en cuanto a cereales, prácticamente no habrá este año. Eso afectará, sobre todo, a la alimentación de los animales, pues muchos siembran forrajes sólo para dar de comer a su ganado».

¿Las causas? «En el suelo no hay suficiente humedad. Necesitas —prosigue Juan—, aunque sea secano, unos mililitros de lluvia para que el cultivo prospere. Pero desde octubre apenas cae una gota. Lo caído el pasado jueves es muy poquito, eso no sirve». En su caso, siembran el tradicional trigo de xeixa ibicenco, para alimentación humana: «Como vimos que no llovía, decidimos esperar un poco, y otro poco, y otro poco… Y así hasta finales de año. Pero ahora, visto lo visto, hemos decidido que ya no sembramos. Así guardamos el grano, que es de un trigo tradicional antiguo: si lo utilizamos y luego no crece, sería difícil volver a encontrarlo». La agricultora indica que «quienes hayan sembrado a finales de 2023 o principios de 2024, quizás tengan suerte… si llueve más. Si no llueve, no».

«Yo, que estoy en el mundo de la siembra y compra de forrajes de la isla desde hace una década, lo que ha pasado este año y el pasado no lo había visto nunca», comenta Fina Prats, copropietaria de Ses Cabretes, donde cuidan de un rebaño de unas 150 cabras y elaboran quesos a partir de su leche: «La cosecha del año pasado, es decir, lo que se sembró en 2022 y se recogió en 2023, ya fue malísima. Nosotros segamos una finca de 6,5 hectáreas en la que habíamos llegado a sacar 50 balas grandes, pero en 2023 sólo obtuvimos seis. Y las conseguimos por sacar algo, porque se podría haber quedado sin segar». Este año podría ser aún peor: «En noviembre volvimos a sembrar, como siempre en esas fechas, e incluso añadimos una alfalfa de secano para probar por si, en caso de no llover, salía. Y nada: la finca es un desierto. No ha caído nada de agua».

Sin comida para el ganado

¿Tiene esperanza de que aún se pueda cosechar algo? «Quizás si ahora se pusiera a llover, pero las previsiones de las próximas tres semanas no traen agua. Lo del jueves, la lluvia más abundante de los últimos dos meses, quizás haya ayudado un poco a quien sembrara a finales de diciembre o principios de enero. Pero nosotros ya tenemos perdido lo que sembramos en noviembre, eso ya no saldrá».

Ahora, su problema es cómo darán de comer a su cabaña de 200 animales, pues además de las cabras tienen gallinas ponedoras: «Tenemos que buscar comida, mínimo para tener cubierto hasta el mes de mayo de 2025, pues la siembra de noviembre, que damos por perdida, deberíamos recogerla en mayo o en junio. Estamos mirando cómo traer comida para los animales desde fuera de la isla y esperando, con candelitas, que salgan ayudas para los ganaderos». Porque todo el dinero presupuestado para la siembra ya se lo han gastado: «Y se ha perdido, de manera que ahora tendremos que invertir más para poder alimentar a los animales. No quiero ni pensarlo demasiado, porque me agobio».

Las algarrobas troceadas, que han subido ligeramente de precio, no es solución, aseguran, para dar de comer a sus animales: «Sacia al animal, pues tiene bastantes azúcares buenos, pero le falta proteína, hidratos de carbono y un montón de cosas», comenta Prats. «Se puede usar, pero en ciertas proporciones. Tiene que mezclarse con cereales», indica al respecto Maribel Juan.

Poca lluvia, mucho viento

Coincide con ambas Pep Colomar, presidente de la Cooperativa Agrícola de Santa Eulària: «El panorama es muy negro. Hay un déficit de lluvias desde agosto del año pasado, cuando cayó la última lluvia importante. Y a lo poco que llovió desde entonces, apenas 12 litros, le seguía siempre un fuerte viento que lo secaba todo. Es un desastre, somos muy pesimistas ante esta situación». Colomar siembra con cereales unas cinco hectáreas: «Con las lluvias de estos días, apenas cinco o seis litros, lo que ya no estaba muerto ha crecido poco. Hay brotes de uno o dos centímetros, a ras de suelo, cuando en esta época (tras sembrarla en noviembre) deberían tener ya más de 20 centímetros de altura. Calculo que se ha perdido ya, como mínimo, el 50% de la semilla». Ojo, la semilla: «Si ahora lloviera, podríamos recoger al menos la misma semilla que tiramos al campo».

Respecto al forraje, «fatal. Sobre todo si es de ciclo corto. El de ciclo largo tiene más tiempo para madurar». Para dar de comer a los animales se están «apañando» con las reservas del año pasado: «Pero para la próxima campaña no sé qué haremos. La situación es mala: en el sur de España, que por cercanía nos abastecen, están como nosotros. Tendremos que traer el forraje de media España para arriba, lo cual encarece los portes y costes».

«Los mayores nunca vieron un año en el que no se pudiera sembrar»

Los que está ocurriendo «está siendo bastante grave. Resumo lo que está pasando en que los abuelos de la Cooperativa de Sant Antoni nunca habían visto un año en el que no se pudiera siquiera sembrar. No poder sembrar es muy anómalo», señala Antoni Tur, presidente de esa entidad agraria. «A quienes sembraron cuando llovió en septiembre —explica— se les ha muerto toda la semilla. Para la gente que, previsora, había enterrado la semilla, no sé si la última lluvia de cinco litros les servirá, y para quienes estaban a la espera, ya es demasiado tarde porque dan 20 días sin lluvia». Cree que este año «será malo. No, muy malo» y que «habrá que importar de fuera la comida de los animales. Y fuera hay también escasez. En Cataluña, por ejemplo, incluso han prohibido usar la paja para biomasa: toda debe ir a los animales».

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