Agroeivissa mejora un 10% su facturación anual y aumenta un 20% su producción

La cooperativa vuelve a beneficiarse de la buena cosecha de la sandía, que volvió a cotizarse a precios muy elevados, de la Ley Turística, que obliga a comprar productos de Km0, y de la aportación de dos nuevos socios

Sandías en una nueva edición del concurso mundial organizado por Agroeivissa. | TONI ESCOBAR

Sandías en una nueva edición del concurso mundial organizado por Agroeivissa. | TONI ESCOBAR / josé miguel l.romero. eivissa

Tras el subidón de la facturación de Agroeivissa en 2022 debido al incremento inusitado del precio de las sandías, la de este año se ha moderado. Su gerente, Pep Mayans, calcula que ha sido de un 10% respecto a los ingresos de 1,5 millones del pasado ejercicio, lo que supone un nuevo récord histórico para esta cooperativa.

También, y pese a que se repitieron las fulminantes temperaturas de 2022, ha crecido la producción en torno a un 20%. Pero tiene truco: se debe a la incorporación de dos socios que cultivan melones, sandías y patatas, «lo más voluminoso», indica Mayans, que advierte de que pese a estos datos positivos se repitió durante este ejercicio una anomalía negativa que ya dejó huella en 2022: el coste de los fitosanitarios, de los abonos y de los materiales que se emplean en agricultura fue «más elevado que nunca», algo más (calcula que sobre un 10%) que la subida del 40% que ya experimentó la anterior temporada. La subida de precios compensa ese lastre, señala el gerente de Agroeivissa.

26 socios

La cooperativa agrícola Agroeivissa ha incorporado en 2023 dos nuevos socios que cultivan melones, sandías y patatas. En total, la cooperativa agrícola ya cuenta con 26 miembros, de los que 15 son productores.

La sandía volvió a ir de maravilla: «El único inconveniente es el de siempre: que las más tardías se ven afectadas por la paloma torcaz, que se come los planteles». Su precio, como en 2022 (cuando creció un 45%), fue «muy bueno, incluso superior en algunos momentos del verano». «Lo que ha ocurrido con su precio estos dos últimos años -indica Mayans- no lo he visto en 25 años». La producción ha sido similar, unas 350 toneladas, que a esos precios (de euro para arriba, rozando los dos euros en algunos momentos) y a esos volúmenes (los calibres de las ibicencas son enormes) las convierten en los chuletones de la producción de la cooperativa. Y encima, incluso se exportaron a la Península cuando allí escasearon.

Los pimientos «siguen a la baja, ha vuelto a caer su producción», ya menguada en 2022 un 50%. Debido de nuevo al calor, ha caído esta vez «en torno a un 15%, como la del tomate». Hace un año depositaron su esperanza en unas mallas para proteger las plantaciones de la irradiación directa del sol: «Creímos entonces -cuenta Mayans- que eso mejoraba la cosecha porque un agricultor las usó y le fue bien, pero en 2023 no hemos visto que haya servido para mejorarla, pues sus resultados han sido similares a los del resto, de manera que ya no podemos atribuir a esas mallas una mejora del cultivo. Sembrando lo mismo en el mismo sitio, su producción no ha sido la esperada. No es, pues, un factor determinante».

El caso del melón canijo

Ha sido el año del melón «canijo», sobre todo el de piel de sapo: «Pensamos que se ha debido a que cuajó muy pronto porque en abril hubo una temperatura fuera de lo normal. Eso quizás provocó que el calibre fuera muy pequeño. A pesar de eso, tuvo un precio muy por encima de lo normal hasta que empezó a entrar el melón manchego a finales de julio». ¿Aunque era tan pequeño? «Sí -responde-. Es que no había otro». Era tan chiquito que algunos clientes «se quejaron de que no les cundía». Y a menos peso, menos producción: «Melones que otros años pesaban tres kilos, este oscilaban entre el kilo y el kilo y medio a lo sumo».

El peso total de la producción del comienzo de la temporada se redujo un 50% («hubo muchos melones pero muchísimos menos kilos»), pero entrada la canícula se vio compensada con la llegada del melón peninsular, ya de calibre respetable, X o XL, de manera que en el cómputo total del año sólo cayó un 15%.

Tras el vecero 2022, la producción de la naranja bajó (como era de esperar, pues así es la naturaleza) en 2023, «pero los precios subieron hasta un 20%», indica Mayans. La mosca de la fruta (Ceratitis capitata) siguió cebándose en ella: «A la que te despistes, pica la fruta. Con las temperaturas que tenemos, prolifera. De hecho, ha habido mosca hasta ahora y ha afectado a la producción de invierno de naranja. Incluso hay cultivos de pimientos que, cuando empiezan a madurar y se ponen rojos, son picados por ella».

Respecto a los tomates, lo de los últimos años: «En cuanto empiezan las temperaturas altas, la flor no cuaja y se queda sin fruto. Los que funcionan muy bien son los de invernaderos, que toca sembrar ahora y hasta enero, para recolectar a finales de marzo y hasta mayo. Es un cultivo muy controlado porque empleamos técnicas de confusión sexual para controlar la Tuta absoluta».

Por comer ensalada en bolsas

De lechuga, como el año 2022: «Ya casi nada. Vamos a menos. Prácticamente desechada. Se hace algo en mayo, pero desde junio, nada. Y encima hay que luchar también en este cultivo con las palomas torcaces. Lo verde se lo comen rápido». El problema es que nos hemos acostumbrado a comprarla troceada y en bolsas. Venderla así «no compensa» a Agroeivissa, pues necesitaría «manejar grandes cantidades» para que el negocio fuera rentable.

También como en 2022 se han beneficiado de la Ley Turística, que prevé que los alojamientos hoteleros adquieran un 3% de material cultivado en la isla, es decir, kilómetro cero. Y como este año «han venido más turistas que nunca», han notado un incremento del 10% de sus ventas relacionadas con este factor: «A ellos [los hoteleros] les ha ido bien, y a nosotros, también».

Suscríbete para seguir leyendo