Las vacaciones de Pedro y Nico

Una veintena de niños con necesidades especiales disfruta de un fin de semana de ‘Respiro’ organizado por la Asociación de Personas con Necesidades Especiales de Ibiza y Formentera (Apneef) en un hotel «con toboganes» de Port des Torrent

Pedro arrastra su colorida maleta, en la que lleva todo lo necesario para el fin de semana, por el pasillo del hotel. Bueno, todo no. Parte lo carga en la mochila. De Hulk. Luce a Spiderman en la camiseta y una gorra de Mario, su favorito, en la cabeza. Ahí tiene también a José Antonio, su abuelo, con quien ha pasado el verano y del que le ha costado despedirse. Ni la promesa de «los toboganes» del parque acuático del hotel consigue diluir la tristeza de saber que no le verá hasta el domingo por la tarde, cuando acabe el último respiro del verano organizado por la Asociación de Personas con Necesidades Especiales de Ibiza y Formentera (Apneef). Falta aún un rato para la cita, a las diez de la mañana del sábado, en el hotel Sirenis Seaview de Port des Torrent, pero Pedro y su madre, María, ya están allí.

«Es la segunda vez que vengo», hace memoria el chico, de once años. «A este hotel», matiza Pedro, que ha disfrutado de más fines de semana y viajes con la asociación. Se lo ha pasado bien en todas, pero lo de los toboganes acuáticos es, sin duda, lo que más le ha gustado. Está deseando. «Se apunta a todos», comenta su madre, contenta por lo bien que sabe que se lo va a pasar Pedro y lo que va a descansar el abuelo. El respiro, explica, será para él, que es quien pasa más tiempo con el niño —«suerte de él», agradece— ya que ella trabaja todo el fin de semana.

Las vacaciones de Pedro y Nico | FOTOS DE MARCELO SASTRE

Una de las niñas se lanza por el tobogán. / Marcelo Sastre

Al final del pasillo, en el punto de encuentro, están ya José Manuel, Nico y Melania. Nico sostiene su maleta, emocionado. Deseando que empiece la juerga. Su hermana, Melania, le mira con un pelín de envidia. Le encantaría quedarse, pero este fin de semana es para los pequeños de la asociación. Ella ya disfrutó de su respiro. «Cuando le toca a ella es él quien se queda con las ganas, y al revés», comenta, sonriendo, su padre, que ha preparado una jornada de planes con Melania. Para que se divierta tanto o más que su hermano. Lo único que no acaba de convencerle a Nico de estos dos días de vacaciones sin familia y rodeado de amigos es no haber podido llevarse a Chocolate, su perro. «Es marrón y blanco», explica Nico. «Lo mejor de esto es que ellos se lo pasan bien. Y, además, que se relacionan con otros niños. Nosotros somos de Santa Eulària y aquí conoce a niños de toda la isla», apunta José Manuel mientras al punto de encuentro siguen llegando niños, niñas y familias.

Medicaciones y preferencias

«¡Raquel!», grita una de ellas, emocionada, cuando ve pasar por el pasillo a los monitores que estarán con ellos el fin de semana. «Prácticamente hay uno por niño», apunta Carmen Boned, tesorera de Apneef, que, en realidad, está en el hotel «como voluntaria», matiza. Lleva en las manos los papeles con todas las indicaciones de los alrededor de una veintena de pequeños que participan en la iniciativa. «Es la versión resumida», comenta señalando la decena de folios. En ellos se indican las alergias e intolerancias de cada uno de los niños y niñas, la medicación que deben tomar (si la toman), las necesidades que tienen, lo que les hace conciliar el sueño, lo que les calma...

Las vacaciones de Pedro y Nico |

Dos de los pequeños celebran el inicio de sus vacaciones saltando sobre la cama / Marcelo Sastre

Muchos aspectos que controlar, de ahí que, prácticamente, haya un adulto por niño, para tenerlo todo controlado y que, de verdad, las familias puedan estar tranquilas. «A los primerizos siempre les cuesta más», reconoce Boned, que agradece profundamente a las cadenas hoteleras que regalen estos fines de semana a los niños. «Entre niños y voluntarios acabamos siendo medio centenar de personas», indica la tesorera, que lleva también consigo el programa previsto. Un planning que responde a los gustos de los pequeños usuarios: toboganes, piscina, juegos, más toboganes, un poco más de piscina, algo de bichos y jardinería, más agua, una película para los no siesteros...

Al agua se van, directos, apenas unos minutos después de haber tomado posesión de las habitaciones. Después de que en la recepción del hotel les hayan puesto las pulseritas que les acreditan como clientes VIP. Algunos no pueden resistirse y celebran el inicio de un fin de semana inolvidable saltando encima de la cama antes de abrir las maletas, buscar el bañador y seguir los cantos de sirena del parque acuático del hotel.

De usuario a voluntario

Hasta allí, sin separarse de Abdulah, llega Antonio Rubio Jiménez. Uno de los voluntarios. «Voluntario y usuario de Apneef», destaca el joven, orgulloso de la labor que, desde hace unos años desempeña en la asociación que le asistió durante su infancia y adolescencia. «Creo que puedo entender mejor a estos chicos porque yo soy uno de ellos, he venido muchas veces como usuario a estos respiros», explica Antonio, que es la primera vez que acude a un respiro con los más pequeños de la agrupación. «Con los más mayores ya había estado», explica el monitor, que intenta ir a todas las actividades a las que le convocan. Pero no siempre puede. Y es que el joven ha pasado todo el verano trabajando en la lavandería de un hotel de Platja d’en Bossa.

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Antonio Rubio, usuario y voluntario de Apneef, con Adbulah, de quien se hace cargo todo el fin de semana. / Marcelo Sastre

Para él, de pequeño, estos fines de semana de respiro significaban «relax», «desconexión» y, sobre todo, un «descanso» de la rutina y el control familiar, explica Antonio sin quitarle el ojo de encima Adbulah, que ha llegado hace unos minutos a lomos de su silla de ruedas. «Lo ha escogido él», afirma la tesorera de la asociación. «Sí, es que me llevo muy bien y, además, es muy tranquilo», explica el monitor, que cree que cada vez la sociedad es más consciente de las capacidades que tienen las personas como él. No sólo trabaja en verano, pasa el invierno formándose en la finca de Aspanadif y, además, es uno de los jugadores de la UD Ibiza en la Liga Genuine para personas con discapacidad intelectual. «Las personas con problemas, como yo, tenemos capacidad para hacer muchísimas cosas. Muchas, incluso, que los demás creen que no podemos hacer. Pero sí», afirma Antonio acompañando a Abdulah y su silla de ruedas por el pasillo del hotel. Rumbo a que le coloquen en la muñeca la pulsera de cliente VIP, a dejar los bártulos en la habitación, al recinto de la piscina y a los toboganes, por los que algunos de los niños y niñas están ya deslizándose. Entre ellos, riéndose, feliz y sin su gorra de Mario, Pedro, el niño que llevaba días soñando con el parque acuático.

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