«Mucha gente se aprovechaba del parking del Hospital Can Misses»

Entre los jetas detectados están los vecinos, seguidores de la UD, empresas de alquiler y familias del cole cercano

«Esto es nuevo, ¿no?», apunta María cuando, poco después de las nueve de la mañana, se encuentra la barrera del aparcamiento del Hospital Can Misses bajada. «Sí, a ver si así se controla mejor», le responde Paco Martín, responsable del parking, sacando él mismo el ticket de la máquina. La barrera se levanta y, antes de que María la cruce, él le explica que para salir no tiene que pagar ni que validar el ticket. Un breve discurso que se sabe ya de memoria. Ha perdido la cuenta de las veces que lo ha repetido desde que ha llegado por la mañana a su puesto de trabajo. Teme soñar con él por la noche. Y hay quien le pregunta, medio en broma medio en serio, si le han recetado unas pastillitas o un jarabe para la garganta. Paco ríe.

Apenas tiene un minuto de calma. El chorro de coches es constante. A las nueve y media hasta una decena de vehículos hacen cola para entrar. Algunos se sorprenden. Otros no. «Mucha gente lo ha leído ya en el diario», afirma el responsable del aparcamiento. Y otros no sólo lo han leído sino que, por si acaso, cuando llegan a la barrera rojiblanca muestran la tarjeta sanitaria o el volante de la cita por la que acuden al hospital.

Algún coche, al ver la cola, sigue de largo. «El otro día, mientras estábamos haciendo pruebas uno vio la barrera bajada y se dio la vuelta, pero es el único que he visto», comenta Paco, que asegura que, cuando se les explica a los usuarios que no hay que pagar «el cien por cien lo agradece». «Algunos te dicen, incluso, que si se pusiera un precio razonable también les parecería bien», continúa el responsable del parking, que recuerda que eso «no es factible» ta que «una ley» establece la gratuidad de los estacionamientos de los hospitales públicos de Balears.

Coches entran y salen, ayer por la mañana, del hospital Can Misses.  | FOTOS: MARCELO SASTRE

Coches entran y salen, ayer por la mañana, del hospital Can Misses. | FOTOS: MARCELO SASTRE / Marta Torres Molina

Félix es uno de los que estaría dispuesto a pagar por aparcar en Can Misses siempre que la tarifa no fuera desproporcionada como los 2,10 euros la hora que se estableció en su apertura. Félix sale del hospital, donde tiene a su madre, de 95 años, ingresada y conoce muy bien la angustia y desesperación que se sufre cuando se tiene poco tiempo y no hay forma de aparcar en las instalaciones. «Acabo de venir, ahora me voy al trabajo, luego tengo que volver y volver a irme. Hay veces, sobre todo por las mañanas en que es imposible», afirma. «Es desesperante», insiste. En esas situaciones, Félix tiene claro que preferiría pagar. «Un precio similar a la zona azul», comenta. «Este aparcamiento debería ser únicamente para quien viene al hospital», zanja.

De la misma opinión es Abril. Lleva dos semanas con su padre ingresado y el lunes pasado, a primera hora de la mañana, asegura que sufrió un «ataque de ansiedad» que le obligó, incluso, a parar el coche. Pasó la noche con su padre y a las siete de la mañana se fue a su casa para ducharse, desayunar y marcharse a trabajar. Pero a las ocho y veinte la llamaron para decirle que había empeorado, así que salió «pitando» de nuevo para Can Misses. Llegó en uno de los momentos críticos (la entrada del colegio vecino) y estuvo más de media hora dando vueltas: «Minuto a minuto me iba poniendo nerviosa. Veía gente con niños de la mano, que sabía que no iban al hospital y me enfadaba. Al final tuve que parar un momento y calmarme», relata. «Aquí sólo tendría que entrar la gente que viene al hospital. Me parecería bien, incluso, que consultaran si tienes una cita o a alguien ingresado», señala.

De carísimo a gratis total

Y es que el estacionamiento de Can Misses pasó de ser uno de los más caros de la isla, lo que indignaba a los usuarios, a gratis total y sin ningún control a pocos meses de las elecciones. Ya en ese momento se advirtió a la entonces consellera de Salud, Patricia Gómez, del posible «mal uso» de la ciudadanía. Pero desde el Govern se mostraron muy convencidos de que los ciudadanos de Ibiza, seres de luz, no se aprovecharían. Error garrafal, como se pudo comprobar apenas unos días después de la subida de barreras.

«Mucha gente se aprovechaba del parking de Can Misses», reconoce Paco Martín. «Al ser un aparcamiento público entraba todo el mundo», indica. El responsable de las instalaciones tiene tipificados los diferentes jetas. En primer lugar, los vecinos de la zona: «Entran el coche por la noche y lo sacan por la mañana. Pero hay gente que lo dejaba más tiempo. Como hacemos conteos diarios para controlar los vehículos que llevan aquí más tiempo, a los cinco o seis días se da parte a la Policía Local para que los retire».

Otro grupo igual de numeroso es el de los padres y madres que usan el estacionamiento del hospital para dejar a sus hijos en el colegio Sa Joveria, que está justo al lado. Eso, a pesar de que hay un disuasorio de tierra que está pegado al centro. «Son los que llegan antes de las nueve de la mañana y se van más o menos a las nueve, lo justo», indica Paco. Y lo mismo a las dos de la tarde. La situación de las nueve de la mañana es la más critica, ya que coincide con la hora a la que comienzan muchas citas y cuando muchos acompañantes de ingresados llegan para hacer el relevo a quien ha estado con ellos por la noche.

Pedro Mora habla con una de las trabajadoras.  |

Vista aérea del acceso al aparcamiento de Can Misses. / Marcelo Sastre

El tercer bloque de aprovechados estaría formado por seguidores de la UD Ibiza. «Éste es el parking del campo de fútbol de Can Misses», afirma el responsable de las instalaciones quien, sin embargo, matiza que al ser la mayoría de los partidos de noche o en fines de semana, momentos de menor actividad en el hospital, no molestan tanto.

El listado de abusones lo cierran las empresas de alquiler de coches, que en más de una ocasión han usado el parking del hospital como garaje de sus flotas. «Son difíciles de detectar. Cuando son vehículos de lujo los ves rápido, pero si son coches más normales es más complicado», reconoce Paco. Si los encontraban era gracias al ojo entrenado del personal del aparcamiento, que era capaz de ver coches con «matrículas correlativas» aparcados más o menos en la misma zona.

Estudio de uso

Todos estos usos de las instalaciones se verán en el estudio que se hará con la bajada de las barreras. El ticket que cogen los usuarios al entrar y al salir registra la matrícula, de manera que se podrá ver si el mismo coche entra y sale todos los días más o menos a las mismas horas, lo que arrojará una idea del uso que se hace del aparcamiento.

A los vecinos que consideran que el parking del hospital es su garaje hace ya un tiempo que se les dejan «papelitos» en los parabrisas, afirma Pedro Mota, responsable de apoyo asistencial de la concesionaria. «Los hay que estacionan por la noche, salen por la mañana y ocupan siempre las mismas plazas. Además, se hace un control visual y se ve que aparcan y cruzan caminando a las viviendas de delante del hospital», explica. A todos ellos se les deja un papel en el que se les informa de los días que llevan aparcando ahí y se les recuerda que se trata del aparcamiento de un hospital. «Hay que concienciar a la gente de que este aparcamiento tiene que ser sólo para pacientes y visitantes», insiste Pedro, que considera que, a estas alturas, los vecinos deberían estar ya concienciados.

En este sentido, señala que los datos del estudio que se hará con las matrículas y el tiempo y los horarios en los que emplean el estacionamiento servirá para «adoptar medidas correctoras» que conduzcan al uso correcto del aparcamiento hospitalario. Es decir, que si es necesario, se llevará a cabo un control «más preciso» de quién puede acceder a él, con las agendas de admisiones, citas u hospitalización. Lo ideal, señalan, sería no tener que llegar a eso.

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