Explosivos, armas y drogas, los «señuelos» de la Unidad Canina

Los agentes de la Guardia Civil pertenecientes a esta unidad trabajan en puntos sensibles de la isla como puertos, aeropuertos y accesos a discotecas para detectar sustancias estupefacientes, armas o artefactos explosivos con ayuda de los canes

El sargento primero Alberto Sánchez, la agente Raquel Quintana y un pastor belga malinois que recibe el nombre de Ahzarus son los miembros de la Unidad Canina de la Guardia Civil encargados de patrullar, este día, el aeropuerto de Ibiza.

Los guardias acceden a la cinta de equipajes a través de unas oficinas laberínticas desde las que gestionan el control de la terminal, un hervidero de gente en verano, más tranquila en invierno, pero aún así, un punto en el que el cuerpo de seguridad trabaja de manera continua. Normalmente haciendo trabajos preventivos, según explican los agentes.

En el caso de la guardia civil Quintana, fue destinada a Ibiza en su momento, y en el del sargento, lleva dos meses en la isla como refuerzo de verano y todavía le queda otro mes. Sánchez viene de Madrid y trabaja con dos perros. «Tengo uno de armas y otro de explosivos», enumera refiriéndose a los canes.

Su compañera indica que ella actualmente tiene tres, «uno de drogas y dos de explosivos», entre los que se encuentra Ahzarus, el protagonista de este reportaje. «Dos de explosivos porque uno está a punto de jubilarse y el otro va a sustituirlo», cuenta.

Ahzarus, encima de la cinta de equipajes del aeropuerto, buscando la maleta «señuelo». | TONI ESCOBAR

Ahzarus, encima de la cinta de equipajes del aeropuerto, buscando la maleta «señuelo». | TONI ESCOBAR / Ángela Torres

Ahzarus, Kitty, Aton, Golfo y Lidia son los cinco miembros peludos de la Unidad Cinológica de la Guardia Civil. La sensibilidad de su olfato sirve de herramienta a los agentes para detectar con mayor facilidad las sustancias estupefacientes, los explosivos o las armas (en función de la competencia del perro) en distintas zonas conflictivas de Ibiza.

Puntos «sensibles»

Como puntos sensibles la guardia civil y el sargento entienden, sobre todo, los sitios de mucha afluencia turística o de entrada y salida de la isla, como puertos y aeropuertos o el acceso a las discotecas, tanto a la entrada a las fiestas como a la salida. El comandante o el teniente coronel correspondiente da la orden de dónde se tiene que dirigir la unidad en cada momento.

«Luego, en los openings y los closings se lleva a cabo un operativo especial, por ejemplo», detalla Quintana. En estos casos, y también a lo largo de la temporada, la detección de drogas es casi diaria, lo que en un destino turístico y muy enfocado al ocio nocturno como es Ibiza no llama demasiado la atención. Ni siquiera la notable diferencia en ese sentido que puede haber entre este destino laboral y otros en los que han trabajado previamente los agentes.

En todas las operaciones, Quintana y Sánchez actúan acompañados de sus perros. «Es como tener un hijo, los fines de semana, aunque no trabajemos, vamos a verles porque necesitan estímulos y atención», expresa.

Los dos agentes de la Guardia Civil patrullan por el aeropuerto de es Codolar. | TONI ESCOBAR

Los dos agentes de la Guardia Civil patrullan por el aeropuerto de es Codolar. | TONI ESCOBAR / Ángela Torres

Desde que empiezan a formar parte del cuerpo de seguridad, los canes son entrenados para detectar un tipo de sustancia concreta. Por ramas, las especialidades en la Unidad Cinológica se separan en: explosivos, armas y drogas. Dentro de estas familias, el entrenamiento engloba tipos específicos.

Este entreno, funciona «como un juego» desarrolla el sargento. «Primero se le pone un señuelo con la sustancia que se quiere que aprenda y luego se le premia». El mecanismo del can, a partir del momento en que aprende el olor, es buscarlo porque sabe que a continuación será recompensado.

«Somos un poco chantajistas», ríe Sánchez. Además, añade, no todos los perros sirven. Normalmente, las razas más comunes en el cuerpo son los pastores (ellos tienen tanto belgas como alemanes), pero «no tiene por qué ser así». «Lo importante es que el animal tenga intensidad de juego, sea social y que no tenga miedo», puntualiza.

Explosivos, armas y drogas, los «señuelos» de la Unidad Canina

Explosivos, armas y drogas, los «señuelos» de la Unidad Canina / Ángela Torres

Los «señuelos»

Ahzarus corre, casi vuela, por encima de la cinta de equipaje del aeropuerto de Ibiza, donde a esta hora del mediodía han llegado varios vuelos. Es ágil y obediente con su entrenadora, la agente Quintana. Con tan sólo una mirada por parte de ella, que sostiene en el aire una pelota verde fosforito, el can se sienta, se tumba y realiza toda una secuencia de muestras de respeto, adelantándose con astucia a la siguiente orden para obtener su premio cuanto antes.

Los guardias civiles entrenan a los perros de manera rutinaria escondiéndoles «señuelos» (una valija con sustancias en el interior) entre los equipajes de los pasajeros.

VÍDEO | La Unidad Canina del aeropuerto de Ibiza en acción

En este caso, el «señuelo» está escondido, para que Ahzarus entrene, en una maleta cuya carcasa lleva estampada la bandera de Reino Unido. Los agentes la han introducido en la cinta de un vuelo procedente de Londres (Stansted) que hace poco ha empezado a moverse. «Necesita mantenerse motivado, ganarse su recompensa, sino, es como si a nosotros no nos pagaran a final de mes», bromea el sargento.

El perro, que recibe el nombre del criadero donde nació y va ataviado con un chaleco institucional de la Benemérita, se moviliza con rapidez llamando la atención de todos los presentes. Sin embargo, en lugar de apuntar la maleta con la que practicaba, se queda inmóvil frente a una azul, de uno de los pasajeros. Luego frente a otra. En Ibiza, al parecer, no se necesitan «señuelos».

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