Centro social de Cáritas en Ibiza: «Betania es una segunda casa»

Este centro socioeducativo de Cáritas Ibiza acoge en julio y agosto una escuela de verano dirigida a menores derivados de Servicios Sociales u otras entidades y les ofrece un espacio en el que socializar, tejer redes de apoyo y disfrutar de un ocio saludable

Los inscritos en la escuela de verano juvenil Betania participan a diario en excursiones en diferentes puntos de la isla y su costa.

Los inscritos en la escuela de verano juvenil Betania participan a diario en excursiones en diferentes puntos de la isla y su costa. / TONI ESCOBAR

Cáritas. La escuela de verano juvenil Betania acoge de lunes a viernes a adolescentes, mayoritariamente derivados de los Servicios Sociales, Cáritas u otros órganos, a los que ofrecen actividades de recreo para entablar nuevas relaciones y desarrollarse personalmente. También participan en la elaboración de las normas a seguir para adquirir responsabilidades y capacidad de organización con tal de aprender a afrontar situaciones cotidianas.

«Betania, para ellos, es como una segunda casa. Es un espacio donde se les escucha, donde se encuentran cómodos. Un lugar, tanto para los adultos como los pequeños, de nuevas relaciones y de tejido social». Así resume Clara Vicente Solà lo que es Betania, el centro socioeducativo de Cáritas Ibiza del cual es coordinadora. Así explica lo que supone este espacio para los niños (y, durante el invierno, también para los adultos) que pasan por su sede, situada en el barrio de Cas Serres.

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En esta escuela de verano se forjan nuevas amistades y redes de apoyo. / TONI ESCOBAR

Durante los meses de julio y agosto, el proyecto se dirige exclusivamente a menores de edad a través de la escuela de verano juvenil Betania (a la que acuden niños de quinto y sexto de Primaria y toda la ESO), chicos que normalmente se encuentran en una situación de vulnerabilidad y que aquí tienen la oportunidad de crear nuevos vínculos con otros jóvenes y forjar una red de apoyo.

Betania acogió ayer un taller medioambiental. | TONI ESCOBAR

Betania acogió ayer un taller medioambiental. / TONI ESCOBAR

Este miércoles reciben una charla de concienciación medioambiental (a cargo de Estels, educadora ambiental de las Reservas Naturales, que viene por parte de Medio Ambiente) en Betania antes de la excursión que realizarán hoy mismo para conocer el islote de sa Conillera. Minutos antes de comenzar este taller, Clara Vicente destaca que la escuela de verano tiene siempre mucha actividad: «Pretendemos que sea participativa y con actividades de ocio y tiempo libre saludables. Hemos hecho muchas excursiones, cada día [de lunes a viernes] hay una». Normalmente, con un horario de nueve a dos, aunque, en algunas ocasiones, si la excursión tiene lugar en un punto lejano, se alarga lo que haga falta.

Los inscritos en la escuela de verano juvenil Betania participan a diario en excursiones en diferentes puntos de la isla y su costa. | TONI ESCOBAR

La educadora ambiental Estels durante la charla. / TONI ESCOBAR

El objetivo es dotar a los inscritos de recursos para conocer mejor la isla, explorar nuevos rincones y, a través de ello, «que vayan adquiriendo herramientas para que ellos mismos puedan responsabilizarse y organizarse», según explica la coordinadora, en todo tipo de situaciones cotidianas. «Por ejemplo, si tenemos una excursión en la Cova de Can Marçà del puerto de Sant Miquel, utilizamos siempre el transporte público, como en todas las excursiones. Es importante que ellos conozcan las posibilidades que hay de moverse gratis con una tarjeta». Estas actividades también les obligan a buscar los horarios de autobús, elegir el más conveniente para llegar puntual al lugar de destino, levantarse en hora y preparar lo justo y necesario: mochila con bocata, agua y bañador. Todo este trabajo lo hacen conjuntamente las trabajadoras de Betania y los propios alumnos, para que ellos también sean partícipes del proceso.

Una de las alumnas del centro.  | TONI ESCOBAR

Una de las alumnas del centro. / TONI ESCOBAR

Además, las amistades que nacen en Betania tienen continuidad fuera, tal y como explican con satisfacción las trabajadoras. «Igual por las tardes quedan para ir a la playa o para coger el bus para bajar a Vila. Es genial darte cuenta de que saben moverse gracias a todo esto que les estamos enseñando, porque estamos consiguiendo los objetivos de desarrollo personal con el entorno», en palabras de Clara Vicente.

Las actividades que han llevado en verano a cabo son innumerables: todos los miércoles (menos ayer) a primera hora disfrutan del ‘Masterchef saludable’, un taller de cocina en el que los adolescentes buscan las recetas, las cantidades necesarias y el proceso de elaboración a seguir; y a las 11, también los miércoles, disfrutan de un buen rato de piscina en es Viver. Además, han visitado el acuario de Sant Antoni, distintas playas y han celebrado una yincana fotográfica en Dalt Vila con posterior visita al Museo de Arte Contemporáneo, combinando siempre lo cultural con lo lúdico. También han visitado la finca de Can Pep Xico y disfrutaron de una yincana medioambiental, así como de una actividad relacionada con el pádel en silla de ruedas (llevada a cabo en Sant Antoni con la colaboración de Palladium) para demostrar a los pequeños que «mediante el deporte pueden superarse retos». O, sin ir más lejos, este martes acudieron a Cala Boix para realizar una actividad acuática. El viernes van a pasar el día entero al parque acuático de Sirenis. Los lunes, en cambio, toca cine y después cena. Se trata, en definitiva, de darles la posibilidad de disfrutar de un ocio saludable y responsable, desintoxicándose, así, de las pantallas.

También hay normas con la comida: en Betania no entran bollería ni bebidas azucaradas. «Desgraciadamente», bromea una alumna cuando la coordinadora lo explica. Además, se les explica el porqué a los niños, se les advierte de que no es bueno para la salud.

En círculo, los integrantes del grupo repasan todo lo que ya han hecho este verano. «Hemos hecho de todo: estar en la playa, jugar o ir a sa Coma de excursión», cuentan. «Allí paseamos a los perros», añaden. También se les concienció sobre la responsabilidad que conlleva tener una mascota y no abandonarla. «Vimos las instalaciones por dentro y ese día sirvió un poco para sensibilizar a los chicos sobre el cuidado de animales», comenta María Eugenia Pérez, educadora en el centro Betania.

«Además, vamos a los museos y aprendemos sobre la historia de Ibiza», destaca uno de los alumnos. Este miércoles dos hermanos suyos han venido al centro con una bizcocho para celebrar su cumpleaños.

Enre dos explican cómo fue la experiencia de la yincana de fotografía en Dalt Vila: «Teníamos que recorrer Dalt Vila entera. Nos dieron un papel con diferentes pruebas en las que se nos pedía hacer fotos a algunas cosas». Las exigencias eran variadas: buscar animales, la estatua de Isidor Macabich, una instantánea romántica, un baluarte o fotografiar la catedral. Otro alumno opina que la mejor actividad ha sido la de este martes en Cala Boix.

Todos han tenido que familiarizarse con las líneas de autobús de la isla, tarea nada fácil. Una joven recita varias, indicando adónde llega cada una: «La 14, a Platja d’en Bossa; la 13, a Santa Eulària; la 11, a Sant Jordi».

Estos chicos comentan que en algunos casos se conocían de fuera y en otros los primeros contactos han sido en Betania. Hay quienes acuden a este centro todo el año. En todo caso, siempre a partir de quinto de Primaria, momento en el que ya pueden comenzar a adquirir esta autonomía que Betania les enseña.

Atención integral a las familias

No son pocos los casos en los que padre/madre e hijo/hija acuden al centro social de Betania. «Tal vez la madre viene a clases de castellano o de inglés y, la hija o el hijo, a las actividades de refuerzo y de ocio y tiempo libre», confirma la coordinadora. Esta simultaneidad puede ser muy positiva, ya que facilita al personal de Betania trabajar cada caso de forma integral, conociendo mucho más de cerca a los familiares del menor.

En la escuela de verano de Betania también aprenden sobre comportamiento, convivencia, actitud, respeto, tolerancia, establecimiento y cumplimiento de normas, saber gestionar la frustración, los conflictos o cómo comunicar algo que les ha molestado (por lo que, de alguna manera, se realiza un acompañamiento emocional), saber perder, relativizar o incluso aspectos tan concretos como ceder el asiento a los mayores en el autobús. Una curiosidad es que los alumnos participan, al principio, en el proceso de elaboración de normas para la escuela de verano, de manera que se comprometen en ese mismo momento a respetarlas. A nivel curricular, en Betania se refuerzan todo tipo de habilidades.

Los participantes se mueven entre los 11 y los 15 años, aproximadamente, y casi todos llegan derivados de algún recurso: Servicios Sociales, pisos de mujeres maltratadas, Cáritas o incluso desde su centro educativo. En la mayoría de los casos, sus orígenes son de fuera: hay o ha habido inscritos de Marruecos, Brasil, Colombia o incluso de Inglaterra. En las actividades de la escuela de verano Betania también participan dos menores no acompañados.

«Además, están los niños que nosotros ya tenemos durante todo el año. En verano cerramos un poco todo el proceso de intervención y acogemos a nuevos niños. Intentamos que sea en junio, así en estos meses de verano ya los empezamos a conocer a través de actividades de ocio y miramos por donde cojean o qué habilidades y potencialidades tienen», añade Clara Vicente. De cara al mes de septiembre, el enfoque se dirige a la intervención familiar e individual, con refuerzo escolar y acompañamiento integral de la persona, con esos meses estivales previos para comenzar a conocerse de una manera más bien lúdica. La formación y trabajo con adultos cesa en junio y se retoma tras el verano.

Voluntariados

Por otro lado, la coordinadora celebra que cuentan con voluntarios tanto en invierno como en verano, aunque se muestra abierta a recibir más: «Cuantos más tengamos, mejor. Cualquier voluntario puede encontrar su espacio en Betania, porque necesidades hay muchísimas, y por poco que pueda hacer un voluntario, ya sea enseñar a leer y escribir, reforzar la comprensión lectora o ayudar a un chaval a concentrarse, a nosotros nos va genial».

Una de las voluntarias que está presente en el taller ambiental de este miércoles en Betania es la joven ibicenca Carmen Ortega, que al iniciarse en los voluntariados de Cáritas durante la época covid, se planteó estudiar Trabajo Social, una carrera que ahora cursa en Granada. «En Betania he comenzado [el voluntariado] este mes de julio, porque aunque soy de aquí, durante el curso estudio Trabajo Social fuera. Considero que en este mes he aprendido un montón», señala Ortega, de 20 años de edad.

Desde Betania están abiertos a recibir más voluntarios que ayuden en la formación personal y curricular de los niños inscritos

Antes ya había sido voluntaria en otros programas de Cáritas, según cuenta a este rotativo. Y cita ejemplos: «Hace dos años estuve en la entrega de alimentos y luego en un programa de hacer videocurrículums para personas desempleadas, también en Cáritas». La primera vez que se unió a esta entidad social fue en el año del covid, un verano en el que tenía el suficiente tiempo libre como para colaborar con este tipo de proyectos: «Me lo propusieron desde mi colegio. En ese momento yo estaba estudiando en Sa Real, más amigos lo hicieron y yo también me metí. Me gustó mucho, conocí a mucha gente y fue un verano increíble». De hecho, cuenta que comenzar en esto la motivó a estudiar Trabajo Social, ya que disfrutó viendo cómo podía ayudar a la gente a través de la intervención social. «Y este año, trabajar con menores me está motivando a encaminar un poco lo que va a ser mi vida laboral, es decir, el ámbito concreto», agrega Ortega, que asegura que en sólo un mes ha cogido «mucho cariño» al alumnado de la escuela de verano juvenil Betania.

Empresas colaboradoras

El grupo Palladium colabora con la escuela Betania

Esta empresa, tal y como recuerda Clara Vicente Solà, coordinadora de Betania, ha cedido espacios propios para la celebración de actividades del centro social e incluso ha encontrado a voluntarios entre sus plantillas para que colaborasen en algunos momentos. «También nos preparan un picoteo y una aportación economica por el material que podamos necesitar para hacer la actividad», valora Vicente.

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