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Arqueología en Ibiza: en busca de la primera muralla de Dalt Vila

El espacio donde se debería ubicar la sala de máquinas del spa del Parador es una ventana en el tiempo que permite asomarnos al origen del poblado primigenio que se asentó en el Castillo

Corte transversal de la zona de la muralla donde se empezó a excavar ARPA PATRIMONIO

Los últimos hallazgos encontrados durante las obras del Parador en Dalt Vila nos plantean diversas preguntas. Una cuestión es calibrar su importancia, porque ya en febrero de 2021 apareció un fragmento de la muralla púnica durante las obras del túnel del aparcamiento subterráneo del Parador y no se produjo ninguna polémica. Otra pregunta es qué novedad aporta la aparición de estos restos, si ya se sabía que en la cima de la colina de Dalt Vila había un asentamiento de estas características.

El resumen de todo lo hallado está en un informe cuyo nombre exacto es: ‘Intervención arqueológica para la ejecución de la ampliación de la piscina del Castell d’Ibiza para la sala de maquinaria. Cata 11’, elaborado por los técnicos de la empresa Arpa Patrimonio y firmado por el director de la intervención, Marco A. Esquembre, el 30 de junio de 2022. Estos papeles son la guía para orientarnos en todo el proceso que sirvió para sacar a la luz estos restos, aunque antes de zambullirnos en ellos, es necesario recordar algunas ideas básicas.

Una capa por cada civilización

En primer lugar, hay que tener claro que los vestigios materiales que ha dejado cada cultura se encuentran depositados en capas, unos por encima de otros. Cada civilización construye sobre lo que dejaron las anteriores. Así, imaginemos que al excavar el suelo estuviéramos haciendo un corte transversal a una lasaña y nos encontráramos con las diversas capas que conforman el pastel. Cuanto más inferior es la capa, más antigua es.

Hay que tener en cuenta que estas capas tampoco están separadas de manera uniforme. Así, de la misma manera que nosotros reutilizamos objetos viejos, las diversas generaciones han reaprovechado lo que han encontrado: paredes romanas han servido para sostener estructuras de la época musulmana sobre las que se construyeron casas contemporáneas. Esto comporta que, en ocasiones, convivan materiales de siglos distintos y no se pueda hablar de restos de una época concreta, sino que son una especie de Frankenstein hecho de retazos.

Bajo el nivel moderno encontramos lo que puede ser la jamba de una puerta o ventana, dos muros de épocas distintas y un fragmento de columna romana Sergio G. Cañizares

Y todos estos sedimentos dejan unos espacios vacios, unas zonas huecas que indefectiblemente se acaban llenando de basura, restos de obra, desprendimientos, desechos, escombreras y materiales de aluvión. La basura más antigua acostumbra a atesorar materiales de gran valor. La contemporánea, se tiene que ir retirando. En definitiva, es un trabajo complejo, largo, que exige tiempo y conocimientos.

Y tras estas consideraciones previas, ya podemos -¡por fin!- echar una ojeada al informe de la intervención arqueológica e intentar entender qué nos quiere contar.

Abrimos el suelo

La Cata 11 se encuentra en el lado noroeste del recinto del Parador, enfrente del callejón de la Soledad. Según el informe, el objetivo inicial de los trabajos era «conocer la secuencia arqueológica de la zona colindante al lienzo de la muralla y la Torre IX, que hasta el momento prácticamente no había sido intervenida». En este espacio está pensado ubicar la sala de máquinas de la piscina y el spa del Parador.

Según señalan los arqueólogos, «en principio se planificó una pequeña intervención, que gracias a la naturaleza de los hallazgos nos hemos visto obligados a ampliar para conocer con mayor profundidad las estructuras defensivas del primitivo recinto fortificado».

El espacio de la muralla al finalizar la excavación, con la interpretación que realizan los técnicos de los hallazgos: la muralla con su cara interior y exterior, y la supuesta puerta que comunicaría la fortaleza con la primitiva zona urbana

En esta primera fase, después de retirar la capa superficial de hormigón, los resultados son inciertos, ya que aparecen «una serie de estructuras de difícil definición. La presencia de material de construcción reutilizado, dos fustes de columna y un acceso formado por un sillar dispuesto a modo de umbral y una jamba, nos obligó a profundizar en el sondeo». Un sillar es un bloque de piedra tallada de gran tamaño, y una jamba es el pilar lateral de una puerta o ventana. La foto 1 que acompaña este reportaje retrata el aspecto de la excavación en ese momento: un tetris con piezas encajadas de época romana, un estrato medieval, un relleno bajo medieval y un nivel moderno.

En la segunda fase de la excavación, se retira un nuevo estrato -recuerden, estamos eliminando niveles de la lasaña- y el informe señala que «se documentó la continuidad de los muros» encontrados previamente, y que entre el muro y una estructura aparece «un pasillo interior de 1,20 metros de ancho». Llegados a este punto, los arqueólogos empiezan a sospechar que están frente algo grande: «Quedó claro que nos encontrábamos ante una estructura de considerables dimensiones que correspondía a un posible tramo de la muralla norte del Castillo, no constatada hasta el momento, que se encontraba compartimentada por dos muros paralelos».

Cerámicas encontradas durante las obras en el Parador y que fueron exhibidas durante la visita de la ministra de Turismo, Reyes Maroto Sergio G. Cañizares

Se inicia la tercera fase, en la que se perfora en un punto situado 1,5 metros más en dirección sur. Ahí comprueban que «las estructuras iniciales de los muros son cada vez mayores» y que son «distinguibles dos fases constructivas». La primera la conforman dos muros paralelos de época bajomedieval -siglos XIV y XV-. Aparece otro muro que no se puede ver con claridad, lo que obliga a expandir la excavación hacia el suroeste.

En el pasillo que hay entre los muros paralelos, aparecen materiales bajomedievales: «Fragmentos de cerámica, ya sean vidriados, en azul o verde y manganeso, o comunes, como cántaros y tinajas, procedentes de los talleres valencianos de Paterna y Manises. Destaca en este conjunto cerámico un fragmento de jofaina vidriada en turquesa que parece relacionarse con las producciones almohades o mudéjares del siglo XIII», es decir, de origen islámico.

Corte transversal de la zona de la muralla donde se empezó a excavar Arpa Patrimonio

Se inicia la tercera fase, en la que se perfora en un punto situado 1,5 metros más en dirección sur. Ahí comprueban que «las estructuras iniciales de los muros son cada vez mayores» y que son «distinguibles dos fases constructivas». La primera la conforman dos muros paralelos de época bajomedieval -siglos XIV y XV-. Aparece otro muro que no se puede ver con claridad, lo que obliga a expandir la excavación hacia el suroeste.

En el pasillo que hay entre los muros paralelos, aparecen materiales bajomedievales: «Fragmentos de cerámica, ya sean vidriados, en azul o verde y manganeso, o comunes, como cántaros y tinajas, procedentes de los talleres valencianos de Paterna y Manises. Destaca en este conjunto cerámico un fragmento de jofaina vidriada en turquesa que parece relacionarse con las producciones almohades o mudéjares del siglo XIII», es decir, de origen islámico.

Respecto a las líneas que conforman las murallas, hay novedades, ya que, por su disposición, se interpretan como «un posible acceso del interior del recinto amurallado a la trama urbana». ¿Sería la delimitación del poblado primigenio de Dalt Vila?

Excavando hasta la roca

Se retoman las labores de excavación y, al profundizar, aparecen estratos más antiguos que nos indican que nos estamos acercando a la base del pastel. Así, se alcanza «un estrato con restos de carbones y mucha cerámica de época tardorromana [siglos III-V] interpretado como un basurero adosado al muro». Recordemos que los basureros son siempre futuros cofres de tesoros. En otro sector vecino aparece material de época bizantina, de los siglos VI-VI.

La excavación sigue en un estrato de época islámica bajo el cual aparece un nuevo basurero de época romana. La excavación deja al descubierto las dos caras de un muro. Se halla también un muro que se interpreta como «la cara interior de la muralla primitiva». La lectura del informe, en este punto, pone a prueba la capacidad de comprensión del lector, ya que, como en un rompecabezas, nuevamente se mezclan y cruzan estratos y fragmentos de murallas superpuestas, con estructuras que se reutilizan. Se datan estratos de la época musulmana, bizantina y tardoantigua y aparecen objetos como fragmentos de ánforas tunecinas de los siglos VI y VII. En algunos puntos, parece que ya no hay más por excavar, puesto que «empieza a aflorar la roca madre».

La última unidad excavada -bautizada como 136- ya está completamente sobre la roca madre. Hemos alcanzado el fondo del vaso. Este último nivel se adosa a un muro y aparecen, por fin, restos de nuestros antepasados ebusitanos, ya que encontramos materiales de los siglo III y II aC: «Destaca la presencia de bordes ánforas púnico-ebusitanas», constata el informe. Pero la excavación no termina aquí.

La última fase se centra en la eliminación del relleno que «cubría parcialmente las estructuras del recinto amurallado primitivo». Se retiran de manera manual y, previamente, se instala un entablado para evitar desprendimientos y poder trabajar con seguridad.

Imagen de una visita a las obras del Parador este pasado verano Sergio G. Cañizares

Tras retirar el relleno, por fin, los arqueólogos ven la luz y obtienen una recompensa a sus esfuerzos. Así, lo describe el informe: «Queda al descubierto el lienzo de muralla y sus diferentes fases constructivas, que ayudan a ahondar en el conocimiento defensivo del recinto amurallado». Se documentan y excavan dos estratos bajo el relleno: en el de mayor profundidad aparece material de época islámica.

Las conclusiones del informe son las siguientes: la cata 11 ha permitido «documentar una estructura situada en el límite noroeste del recinto amurallado del Castell, con un doble paramento de sillares. La muralla presenta una abertura transversal sur-norte que conforma un acceso o puerta para comunicar el recinto con el exterior».

El cuerpo más antiguo es una estructura «muy sólida de mortero de cal con bloques de mediano tamaño» y de «cuatro a cinco hiladas de altura» sobre la roca en el lado norte, y en el lado sur sobre unos «materiales claramente adscribibles» a los siglos III y II aC. La ampliación de la estructura de esta muralla sería de la época tardoantigua, en el siglo VII.

El informe de Arpa Patrimonio termina aquí. A partir de este punto, los criterios difieren. Los técnicos de Turespaña consideran que, una vez documentados y estudiados los restos, éstos se pueden conservar y tapar para, una vez cubiertos, construir la sala de máquinas del spa. Los técnicos de Patrimonio del Consell, en cambio, creen que vale la pena dejarlos al descubierto para que se puedan visitar y museizar.

En todas las excavaciones, lo encontrado se estudia y se interpreta. En la gran mayoría de ocasiones, a no ser que sea un hallazgo de valor excepcional o que tenga unas características que faciliten su museización, se cubre. En este caso, ¿qué hacer? El debate sigue abierto.

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