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«No queremos migas de pan, queremos inclusión educativa real en Ibiza»

Una madre pide a Educación que valore de forma individual a su hijo para asignarle los recursos adecuados

Irene Moreno juega con su hijo en los alrededores del colegio. Irene Vilà Capafons

«No queremos migas de pan, queremos inclusión real». Así de contundente es la última frase de la reclamación que Irene Moreno, madre de Luca, un niño con un trastorno del espectro autista, ha presentado en el Servei d’Atenció a la Diversitat de la conselleria balear de Educación para reclamar los recursos que necesita el pequeño. En realidad, es la segunda queja que presenta después de descubrir, a principios de curso, que Luca se había quedado sin la Auxiliar Técnica Educativa (ATE) que le había acompañado hasta entonces.

Hace unos días, tras la denuncia pública, Educación le asignó dos días de ATE, algo que, según explica la madre, es completamente insuficiente y está afectando al día a día del pequeño. Hace apenas unos días, explica, la llamaron desde el centro para pedirle si podía pasar a recogerlo, ya que había tenido una crisis. La madre pide en esta segunda reclamación —«a la primera no me han contestado a pesar de que ya hace un mes que la presenté»— que valoren el caso de su hijo «de forma individual, como marca la ley» algo que, asegura, serviría para comprobar que dos días de ATE no solucionan la situación. Irene Moreno detalla que su hijo cuenta con un 39% de discapacidad, pero de una valoración que le hicieron a los tres años, hace ahora cuatro. «Parece que piensan que esto se va con la edad, pero es al revés», afirma. En su escrito la madre recalca que los dos días de auxiliar «son un día menos que el año pasado y las necesidades en el centro han aumentado».

Irene Moreno invita a los responsables de la conselleria balear de Educación a acudir un día al centro y pasar toda la mañana con su hijo. Si pueden. «Yo misma acabo agotada», reconoce. La madre señala que lo único que pretende es que su hijo «esté bien atendido». Sabe que en el colegio le cuidan y se desviven por él, pero insiste en que necesita un acompañamiento. En los últimos días, explica, muchas personas se han acercado a ella para darle la enhorabuena por haber conseguido esos dos días de ATE para su hijo: «Lo que tendrían que darme es el pésame porque mi hijo sigue sin tener el apoyo necesario para poder acudir a clase».

En la reclamación, Irene Moreno pide al SAD que conteste no sólo a esta última queja sino también a la anterior, cuya contestación aún no ha recibido. «Quiero que me expliquen por qué le han quitado el ATE», exige Irene, que confiesa que siente rabia, impotencia y frustración al comprobar que la Administración, en vez de ayudar a familias como la suya, que lo tienen muy difícil, les pone las cosas aún más complicadas. Además, critica que, conociendo el perfil y las necesidades del pequeño, actúen de forma errática. El auxiliar debía empezar un jueves, por lo que Irene Moreno preparó a su hijo, explicándoselo todo bien, ya que la anticipación «es básica» para evitar crisis. Al llegar al centro, sin embargo, se encontró con que la incorporación no se produciría hasta el martes siguiente.

La madre lamenta, además, que a los niños como el suyo «no los aceptan» en las actividades extraescolares y recalca el gasto que suponen para las familias las terapias y las visitas a profesionales.

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