«Es un triunfo político a posteriori de Jaume Matas», el expresidente del Govern balear, apunta José Antonio Roselló, vicepresidente de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears (CAEB), en cuanto se entera del impulso dado ayer desde el Gobierno español al Régimen Fiscal de Balears. Roselló recuerda que «la idea de su gestación e implementación fue de él [Matas], no del conseller de Economía de entonces», Lluís Ramis de Asyreflor. La manera en que se impulsó no ha trascendido hasta hoy, pero Roselló la conoce porque, encargado por el popular Matas, fue el responsable de dar los primeros pasos.
Corría la legislatura de 2003 a 2007. Roselló era entonces director general de Proyectos y Coordinación, un departamento dependiente de la vicepresidenta y consellera de Presidencia Rosa Estaràs. A la dirección de Roselló a veces le tocaban «temas reservados»: «Estábamos hartos de que cuando pedíamos algo para Balears, que siempre era por la vía del gasto público y de las ayudas de Estado, nos restregaban por la cara nuestro nivel de renta per capita. Estábamos cansados de que los ‘comunitarios’ [los responsables de la Unión Europea] nos sacaran siempre eso, lo cual hacía muy difícil la relación con Bruselas».
«Como estábamos hartos de que eso sucediera una y otra vez, decidió que les entraríamos por la vía fiscal, para que, de una vez por todas, se acabara ese debate»
Hasta que un día Jaume Matas dijo que había que acabar con esa espiral de queja (balear) y reproche (europeo), de terminar con ese «calvario frustrante» cada vez que se pedían inversiones: «Como estábamos hartos de que eso sucediera una y otra vez, decidió que les entraríamos por la vía fiscal, para que, de una vez por todas, se acabara ese debate». Aquella vía fiscal, que se propiciaba desde la UE porque en Bruselas no la veían tan mal «porque podía propiciar la competencia» (dentro de unos márgenes) entre regiones, «se lanzó inicialmente de una manera comedida, sin aspavientos». El primer paso, buscar un aliado. ¿Por qué no negociar con Cataluña? Y empezó la operación ‘encubierta’: «Me enviaron a Barcelona para negociar con Ernest Maragall, entonces secretario del Govern [de 2003 a 2006], para convencerle de que nos apoyara». La propuesta incluía una reserva para inversiones: «Era lo que tenía Canarias, pero allí se amparaban en que era una región ultraperiférica».
«Me enviaron a Barcelona para negociar con Ernest Maragall, entonces secretario del Govern [de 2003 a 2006], para convencerle de que nos apoyara»
El socialista Maragall (Pasqual, su hermano, era el presidente catalán), que «era quien realmente mandaba en el Govern», le recibió en el Parlament junto al director general de la conselleria de Finanzas: «Este estaba claramente en contra de la idea y embistió contra mí. Pero Maragall le hizo callar porque veía que eso podía ser interesante. Estuvo muy receptivo. Incluso me preguntó: ‘¿Y esto no podría valer también para nosotros?’. Todo es negociable, quizás con una disposición adicional..., le respondí».
Entonces gobernaba ya en Madrid el socialista José Luis Rodríguez Zapatero: «Parece que convencí a Maragall, porque tiempo después cayó, de repente, en el Ministerio de Hacienda esta propuesta desde el Govern catalán. En Madrid no sabían de dónde venía esa propuesta. Nunca lo supieron. No lo sabía ni nuestro conseller de Hacienda, Lluís Ramis de Ayreflor. Se lo tuvimos que explicar». Populares (baleares) y socialistas (catalanes), aliados, una combinación extraña pero que, según Roselló, fue efectiva.
El actual vicepresidente de la CAEB apunta que por entonces «se produjo un encuentro en julio de 2004 en Palma entre Jaume Matas y Pasqual Maragall. Hubo una reunión vis a vis, todo el rato, sin nadie más. Estuvieron reunidos mañana, mediodía y tarde hasta la rueda de prensa conjunta que dieron ellos dos solos. Incluso comieron en el despacho del presidente. Había buen rollo y negociaron varias cosas, entre ellas que llegara la señal de TV3. Y apoyaron así el tema de la reserva para inversiones en el régimen especial». Se demostró, añade Roselló, que «en cuestiones de interés general no hay que ser sectario. Se puede ser de partidos distintos y tener posicionamientos comunes».
«Parece que convencí a Maragall, pues tiempo después cayó en el Ministerio de Hacienda esta propuesta desde el Govern catalán. En Madrid no sabían de dónde venía. Nunca lo supieron. No lo sabía ni nuestro conseller de Hacienda. Se lo tuvimos que explicar»
No fue suficiente, pues al Gobierno de Zapatero, recuerda Roselló, no le gustó la idea e «hizo unas declaraciones en contraen la prensa». El resultado ya se sabe: la propuesta ha «siesteado» años y años en la capital. Hasta ayer.