Todo sobre el Cáncern | APAAC Asociación Pitiusa de Ayuda a Afectados de Cáncer

El responsable del departamento de Oncología de La Roche-Posay realizará un taller sobre cuidados de la piel en Ibiza

El responsable del departamento de Oncología de La Roche-Posay realizará un taller sobre cuidados de la piel en Eivissa

Jesús Pérez Fierro es responsable del departamento de Oncología de La Roche-Posay

Jesús Pérez Fierro es responsable del departamento de Oncología de La Roche-Posay / apaac. eivissa

APAAC

Los tratamientos oncológicos producen cambios físicos y anímicos en los pacientes. Para minimizar el impacto y que la persona gane autoestima, desde la Asociación Pitiusa de Ayuda a Afectados de Cáncer (Apaac) se realiza asesoramiento sobre cuidados de la piel y oncomaquillaje. Esto se puede llevar a cabo gracias a la formación recibida por parte de La Roche-Posay. Jesús Pérez Fierro (Caracas, 1981), responsable del departamento de Oncología de La Roche-Posay y diplomado en Tecnología Cardiopulmonar, estará en Ibiza el martes para transmitir sus conocimientos a pacientes, voluntarios y sanitarios en varias sesiones que realizará en horario de mañana en el Hospital Can Misses.

¿Qué vamos a aprender con el taller que va a desarrollar en Ibiza?

Vamos a comprender las razones por las que las diferentes terapias oncológicas pueden afectar a la piel; profundizaremos sobre el impacto físico que se generan de los diversos tratamientos (signos y síntomas de la enfermedad), y cuáles son los cambios psicológicos que se pueden presentar con la alteración de la imagen.

¿En qué consiste? ¿Por qué es importante acudir?

Es un taller práctico donde conoceremos los efectos adversos más frecuentes en la piel de un paciente oncológico y trataremos de entender las razones de por qué se presentan esas patologías. Además, intentaremos conocer en profundidad cuáles son los cuidados básicos que debemos realizar en la piel de manera diaria, antes, durante y después del tratamiento. Realizaremos un viaje por las áreas terapéuticas más importantes: higiene, hidratación, cicatrización, fotoprotección y maquillaje corrector terapéutico. Toda la información que reciban los pacientes durante el proceso de la enfermedad siempre será de vital importancia para disminuir el estado de ansiedad y los temores que se generan por la alteración de su imagen, del estado de su piel, (entre otras alteraciones) y, por supuesto, un soporte para mejorar su calidad de vida.

Está destinado a pacientes, pero también a profesionales. ¿Hasta qué punto es necesario que ellos también se integren en este asesoramiento?

No es simplemente necesario, debería ser obligatorio que todos los profesionales sanitarios que atienden o acompañan al paciente oncológico y sus familiares durante un período largo mientras dura el tratamiento y la enfermedad estuvieran formados e informados de las últimas novedades en relación con oncología. Podemos hablar sobre las nuevas terapias y sus efectos adversos; los nuevos tratamientos farmacológicos; los cuidados dermocosméticos del paciente; la atención psicológica, etc. De esta manera, también se pueden desmitificar falsos mitos y creencias que son tan perjudiciales para el paciente.

¿Qué efectos negativos tienen los tratamientos en la piel de un paciente oncológico?

Como hemos comentado, se pueden presentar dos tipos de impactos: el impacto físico por la alteración de la función barrera y de defensa de nuestra piel, lo que conlleva a la deshidratación de esta, la pérdida del agua trasepidérmica; la piel se vuelve rugosa y fina, y se quiebra con facilidad. Esto genera un elevado número de patologías como el eritema, la xerosis, la queratosis pilar, el rash cutáneo, el exantema, las grietas, fisuras, paroniquias, y diversos daños en la tabla ungueal y sus añejos, entre otros. También se puede presentar un impacto psicológico por la alteración de la imagen; la pérdida del cabello, la pérdida completa o parcial de cejas y pestañas; la aparición de manchas, un tono más cetrino, etc. Importante, para ambos impactos existe solución, una solución al alcance de cada uno de nosotros y que aprenderemos en el taller.

Además de mejorar el aspecto, y con ello la autoestima, ¿qué beneficios tiene para la piel?

Los cuidados dermocosméticos permiten mejorar la nutrición, hidratación y elasticidad a la piel, lo que le devuelve la suavidad y confort. Una piel bien hidratada, nutrida y relipidizada permite que los tratamientos no afecten de manera tan importante la calidad de vida de los pacientes, disminuyendo la sintomatología, la severidad de las diferentes toxicidades cutáneas, y muy importante evitando el abandono del tratamiento.

Aún hay gente que, sin padecer la enfermedad, no ve que es imprescindible proteger la piel durante todo el año. ¿Por qué es tan nocivo no hacerlo? ¿Cómo cambia una piel con protección a una sin ella con el paso de los años?

Tenemos muchos problemas con los “ciudadanos de a pie”, dado que se piensa de manera errónea que el sol solo nos afecta cuando vamos a la playa y no entendemos que el sol se encuentra presente cada día de nuestras vidas y que, incluso, dentro de casa nos puede alterar.

La razón de esta problemática es por la radiación ultravioleta (UV) y en especial la UV de tipo A (UVA) la cual tiene la capacidad de penetrar ventanas, nubes, llegar a las capas más profundas de la piel, e incluso modificar nuestro ADN produciendo mutaciones que pueden generar cáncer de piel. Adicionalmente es responsable del envejecimiento prematuro de nuestra piel, acrecentando las arrugas, y muy perjudicial en pieles sensibles o sensibilizadas por tratamiento farmacológicos como en el caso de los pacientes oncológicos, eso se conoce como fotosensibilidad. El paciente oncológico, debido a la alteración en el crecimiento de las células de la piel que se ven afectadas por los tratamientos, pierde la protección natural que se realiza frente a la radiación solar y se puede volver “fotosensible”. Dependiendo de su tratamiento y la propia genética, se suelen presentar dos patologías: la fototoxia o la fotoalergia, ambas con alteraciones drásticas y, en muchos casos, permanentes en el tiempo. En conclusión, el paciente debe protegerse diariamente frente al sol.

Sigue habiendo confusión en torno al factor de protección de las cremas solares, ¿cuál hay que usar? ¿De qué depende?

Esta es una muy buena pregunta, y sí, la realidad es que existe mucha confusión con relación a qué tipo de fotoprotectores debo usar y comprar. Lo primero a tener en cuenta es que debería ser un protector solar de amplio espectro. ¿Qué significa? Que realiza una protección solar muy alta tanto de radiación UVB, como de radiación UVA, en muchos casos de radiación infrarroja (IR) y luz visible (luz azul). Los protectores solares son mezclas de filtros físicos y químicos, principalmente. ¿Por qué? porque de esa manera garantizamos proteger la mayor longitud de onda de la radiación solar (IRA, UVB, UVA cortos, largos y muy largos hasta los 400nm, luz azul siempre que incluyan pigmentos de color). Los filtros físicos protegen muy bien frente a la radiación UVB (principalmente), mientras que los filtros químicos hacen lo propio frente a la radiación UVA. La unión de ambos, según todos los estudios clínicos, es lo idóneo para garantizar una óptima protección frente la radiación solar. Es importante adoptar otras medidas de cuidados frente al sol, como el uso de ropa con factor de protección (SPF), gafas de sol, gorras, sombreros o sombrillas. También es muy importante evitar el sol a la hora del mediodía, entre las 12 y 16h, cuando aumenta la intensidad especialmente de radiación UVB. El mejor protector es aquel que se utiliza y, para ello, debe ser cosméticamente agradable, no graso, de absorción inmediata, sin migración ocular y muy importante, testado en pacientes oncológicos.