Una isla de naturaleza dentro de la ciudad de Ibiza

La bióloga Oliva López muestra en un recorrido didáctico los valores ambientales de es Puig des Molins

Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

La biodiversidad de es Puig des Molins esconde tal riqueza que, tras dos años de trabajo de campo, aún sigue sorprendiendo a Olivia López. Esta bióloga es la autora del inventario ambiental de la necrópolis, que recoge 150 especies de flora y fauna. Tras una hora y media dirigiendo un recorrido divulgativo, revelando que el recinto arqueológico es a su vez «una isla de naturaleza dentro de Vila», se admira al observar un pájaro.

«¡Es un xebel·lí!» López ha inspeccionado en repetidas ocasiones, expresamente, toda la necrópolis al atardecer en busca de algún ejemplar de esta ave, «porque es cuando está más activa». Ahora, descubre su presencia casualmente. «¡Ya tienes 151 especies!», le anima la conservadora del Museu Arqueológico de Ibiza y Formentera (MAEF), Maria Bofill.

Con este recorrido, el MAEF ahonda en su labor para mostrar que es Puig des Molins, además de albergar la necrópolis fenicio-púnica mejor conservada del Mediterráneo Occidental, sino que es el pulmón verde de la ciudad. No en vano, se ha declarado reservorio preventivo de lagartijas a este yacimiento y a es Soto.

Es Puig de es Molins y es Soto servirán de reservorio de lagartijas

Tumbas refugio

Los hipogeos, las tumbas excavadas en la roca en época fenicia, sirven de escondite a estas lagartijas, fácilmente observables durante la hora y media del recorrido. Su presencia favorece la población de plantas como la granerola [olivilla], que recibe su nombre porque sus ramas se usaban como granera [escoba]. «Se comen los frutos y luego dispersan las semillas», explica López.

Hay otras, como las cinco especies de orquídeas documentadas en el área, que necesitan a los insectos para polinizarse. «Por eso su forma imita a las abejas o las moscas», detalla. No faltan plantas medicinales como el hipérico, un antidepresivo natural, la malva, usada como expectorante o para el dolor de muelas, o aromáticas indispensables para elaborar licor de hierbas como la frígola, herba de Sant Ponç o la ruda, que además es abortiva. En julio y agosto, era habitual recoger las alcaparras para hacer conservas.

Mientras repasa la variedad botánica, López se fija en dos insectos revoloteando. Son una mariposa rey («la primera que veo este año) y una blanquita de la col. El inventario también recoge la vanesa de los cardos, que recorre más de 4.000 kilómetros migrando del norte de Europa al norte de África.

Los olivos plantados en la entrada de los hipogeos son una muestra del pasado agrícola de la colina

Pasado agrícola

En apenas cinco hectáreas, es Puig des Molins es una muestra de diversos hábitats que pueden encontrarse en toda la isla. En la parte llana, con más tránsito de visitantes, abundan las gramíneas y, en la más accidentada, la vegetación ruderal, característica del abandono del campo. En cambio, los numerosos olivos, plantados en la entrada de los hipogeos, son un reflejo de la actividad agrícola que se mantuvo hasta los 60.

La casa payesa de es Porxet, en la cima de la colina, está rodeada de plantas vinculadas a los humanos como algarrobos, chumberas o atzavares, usadas años atrás para separar fincas. También una enorme higuera sobre un hipogeo que fue reconvertido en corral.

En la parte boscosa, entre pinos, sabinas y matas, se escucha cantar al verderol. También a dos crías de gorrión que parecen caídas del nido. «Esperemos que no las mate ningún gato», comenta López. La colonia de gatos de es Molins no es la única amenaza de la zona, ya que la xylella también obliga a un mantenimiento constante de sus icónicos olivos.

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