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Educación

Educadora de la 'escoleta' Es Fameliar: «Aquí se aprovechan hasta las migas de pan»

El centro recibe el primer premio de Balears por un programa educativo dedicado al respeto al medio ambiente

Los niños del centro esperan la entrega del diploma en el patio de la 'escoleta'. J.A. Riera

Cuando terminan el almuerzo, el agua que han dejado los niños en sus vasos no se desperdicia. Cada uno de ellos se dirige hasta la garrafa colocada en un rincón del comedor y vierte el sobrante por un embudo. Posteriormente, ellos mismos se encargarán de regar las plantas del pequeño huerto con el que ya se han aficionado a comer verduras.

Este paso es solo una pequeña parte de las prácticas diarias que los docentes y las familias han logrado transmitir a los alumnos de Es Fameliar, en Santa Eulària. A raíz del éxito del proyecto, esta escuela infantil, dependiente del Consell de Ibiza, ha sido la más puntuada en la cuarta edición del premio a los Centros Educativos por el Desarrollo Sostenible, que concede la conselleria de Medio Ambiente del Govern.

Otros siete colegios e institutos de Balears han sido distinguidos este año. «Todos ellos tienen unas connotaciones muy positivas, pero el hecho de que Es Familiar sea la única escoleta entre los centros premiados es muy significativo», valora el conseller de Medio Ambiente, Miquel Mir.

Entre la amplia comitiva de autoridades que acude a conceder la distinción también se encuentran el conseller de Educación del Govern, Martí March, la delegada de esta conselleria autonómica en las Pitiusas, Margalida Ferrer, el director general de Residuos y Educación Ambiental, la consellera insular de Cultura y Educación, Sara Ramon, el director insular de este mismo departamento, Miquel Costa, y la concejala de Cultura de Santa Eulària, Marisol Ferrer.

De los 65 niños de la escoleta, en el patio se reúne un grupo de 52 pequeños, con varias maestras, que se sientan formando un semicírculo y miran con expectación a los numerosos adultos que quedan en pie. «Esta mañana nos dan un diploma», les explica la directora de Es Fameliar, Emi García. Mientras, las educadoras seleccionan a un alumno de cada uno de los cinco grupos para recoger la distinción.

Méritos

Mientras que otros premiados en esta convocatoria destacan por actuaciones concretas relacionadas con el cambio climático, el premio a Es Fameliar forma parte de la «categoría global». En ella se reconoce la «trayectoria de mejora continuada en el proceso de ambientalización integral del centro y en la implicación en la mejora del entorno», en palabras de la conselleria de Medio Ambiente.

Espe Costa recuerda que el centro sigue estas prácticas desde sus inicios, pero que en el curso 2017-2018 se encauzaron en forma de proyectos educativos programados. Nada más cruzar las puertas de entrada, salta a la vista un punto de recogida de tapones solidarios.

Se trata de una iniciativa a nivel nacional en la que el dinero recaudado con la venta de estos elementos de plástico, muy valorados por su calidad, se destinan a iniciativas sociales. Los pasillos del centro sirven de expositores, con espacios dedicados a noticias de divulgación medioambiental o a las propuestas de ahorro de consumo de agua presentadas por cada una de las familias con sus niños.

Toda la comida sobrante se usa para compostaje o en la alimentación de animales

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Los pequeños saben en qué contenedor deben poner los envases y que si usan papel higiénico cuando orinan, este puede ir a la papelera de reciclaje en vez de arrojarse por el desagüe. Incluso a la hora de desayunar, se contribuye al cuidado del entorno. Esta mañana los pequeños toman fruta. Las peladuras, al igual que sucede con las de las patatas o cualquier vegetal empleado por los cocineros, se destinan al compostaje, junto a las hojas secas del exterior que recogen los propios alumnos.

Aprovechar todos los restos

Los restos de comida de los platos sirven para alimentar a los animales de una granja. Tras todo este exhaustivo aprovechamiento, solo quedarían las migas de pan o de galletas que caen sobre las mesas. Pues tampoco se tiran, ya que los niños saben que, si las recogen, pueden alimentar a los pájaros que van hasta los comederos que les han puesto en el exterior.

Uno de ellos se encuentra junto al huerto, al lado de un hotel de insectos que preparó la familia de un alumno. Este artilugio no es más que una caja con celdas que atraen a abejas solitarias para facilitar la polinización de las plantas, además de prevenir algunas plagas.

El centro prepara un nuevo huerto en el espacio que ocupaban unas adelfas decorativas

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Cada uno de los cinco grupos tiene un día a la semana para cuidar de su parte del huerto. Los alumnos de Costa han llegado a entregarse a estas tareas durante 35 minutos, «cuando a estas edades, cinco o diez minutos ya es demasiado tiempo», subraya la maestra.

En este pequeño huerto crecen habas, guisantes, fresas, orégano, menta o tomillo. En breve, este espacio se dedicará solo a las hierbas aromáticas, ya que se prepara otro huerto mucho mayor en un espacio que ocupaban las adelfas.

Además de aprovechar todas las sobras del comedor, ver crecer a las plantas ha logrado otro objetivo para los niños: «No les cuesta comer verduras», destaca.

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