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Economía

El coste energético ya obliga a subir precios mientras se resiente el consumo en Ibiza

Los transportistas incrementan sus tarifas entre un 10% y un 20%, el comercio sube sus precios una media del 10% y la náutica, hasta un 10% | Las gasolineras registran una caída de ventas del 20%

Una mujer llena el depósito de su coche. | J.A.RIERA

El coste energético, tanto de la electricidad como del gas y de los carburantes, ha provocado que la inflación se desboque en las Pitiusas. Los negocios que aguantaron el alza registrada en 2021 ya no pueden más, sobre todo desde la invasión de Ucrania por Rusia, que ha sido la puntilla. O bien ya han empezado a repercutir esos aumentos en los precios o están a punto de hacerlo.

La espiral alcista del crudo «repercute en todos los sectores», según señala José Antonio Roselló, vicepresidente de la CAEB, porque «se trata de un tipo de producto que tiene mucha capilaridad en toda la economía» y que, por tanto, «encarece rápidamente la cesta de la compra». El problema, avisa, «es que, en general, es un tipo de servicio del que no se puede prescindir. En otros casos, sube un determinado producto y la demanda se retrae. Aquí no. Es una demanda bastante inelástica para el consumidor». Sube y hay que tragar con ella, poco puede hacer el consumidor o el empresario para evitar su impacto, si bien avisa de que «existen unos límites. A veces no tienes más remedio que repercutir esas alzas si quieres que la empresa sobreviva. Otras te las tienes que tragar». De ahí que no todos los sectores podrán trasladar el aumento de costes a sus precios: «El que tendrá más dificultad será el hotelero porque la demanda turística se empieza a retraer un poco en Ibiza».

No todos los sectores podrán trasladar el aumento de costes a sus precios: «El que tendrá más dificultad será el hotelero porque la demanda turística se empieza a retraer un poco en Ibiza»

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De este fenómeno, indica Roselló, «no es solo causante la guerra de Ucrania, que sólo lo agudiza». Viene de lejos y podría provocar un problema en el turismo, ya que «encarecerá los costes de los mayoristas, que los trasladará a los minoristas. Por lógica, habrá un aumento de tarifas aéreas. Si no las suben, no aguantarán».

Uno de los sectores que ya no aguantaba más era el de los transportes, donde el gasoil representa «un tercio de los gastos», detalla José Raya, presidente de la Asociación de Transportes de Mercancías pitiusa. Según sus cálculos, entre enero de 2021 y la actualidad, ese carburante se ha encarecido un 42%. Resistieron el pasado año sin tocar sus precios, hasta que han dicho basta: «Ahora los estamos subiendo entre un 10% y un 20%». Cuando lo comunican, «algunos clientes no vuelven a llamar; otros lo entienden y siguen trabajando. Pero es que hoy en día no hay opción para hacer otra cosa. Los precios están muy muy muy ajustados, tras estos años de pandemia. No queda otra opción. O subes o cierras. Es cuestión de tiempo».

Entre enero de 2021 y la actualidad, el gasoil se ha encarecido un 42%. El transporte resistió el pasado año sin tocar sus precios, hasta que ha dicho basta: «Ahora los estamos subiendo entre un 10% y un 20%»

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A pesar de todo, mantienen las plantillas: «Una de las razones es que siempre falta personal de este ramo: mecánicos, electricistas, conductores… Es un mal endémico provocado por la vivienda y porque todo está muy caro aquí. Los retenemos a base de sueldo. No queda otra».

El doble por repostar el ‘llaüt’

De momento han aguantado la embestida en el sector pesquero, aunque Pere Valera, director comercial de Peix Nostrum, da «un mes» de plazo para que o cambie el panorama o las sardinas se pongan a precio de percebe. «Trabajamos con pérdidas. Esto no es viable. Hasta ahora no hemos repercutido el alza del carburante en el precio porque siempre lo mantenemos hasta que nos vemos acorralados».

El litro de combustible (que está subvencionado) cuesta ahora algo más de un euro: «En agosto estaba a 0,47 euros»

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Un llaüt consume, en condiciones normales, «de 300 a 500 euros de gasoil a la semana, si sale todos los días y dependiendo de adónde vaya a calar». Un arrastrero, mucho más: «En una sola jornada de pesca, con buena mar, de 600 a 700 euros». El litro de combustible (que está subvencionado) cuesta ahora algo más de un euro: «En agosto estaba a 0,47 euros». Acusan menos el precio desbocado de la electricidad gracias a que cuentan con placas fotovoltaicas: «Si no, tendríamos que cerrar. Nos vamos salvando gracias a esas placas».

Valera teme que si se repercute todo el incremento de costes en el pescado, «la gente no lo comería». Ya el pasado 1 de diciembre aumentaron un 10% las tarifas: «No habíamos aplicado una subida generalizada desde el año 2012. Desde entonces, sólo el IPC ha subido en esos años más de un 14%. Nos vimos obligados».

«Afecta a todos. Todos, directa o indirectamente, lo sufren, desde las guarderías a bares y cafeterías, donde deben tener potencias elevadas para mantener la maquinaria de las cámaras de refrigeración, la luz y el calor o el aire acondicionado. Igual sucede con los comercios», explica Àngels Marí Puig, secretaria general de la Pimeef. Hasta el propio Alfonso Rojo, presidente de esa organización y mayorista de alimentación, lo ha notado: «Tiene muchas cámaras. Casi ha duplicado la factura eléctrica en un solo mes».

De ahí que algunos sectores ya hayan comunicado que o han subido precios o que en breve lo harán: «En 2021, la mayoría de las empresas los mantuvo porque veníamos de un año, 2020, sin actividad como consecuencia de la pandemia. Pero ya se ven obligadas porque no cubren costes con sus precios de venta».

El comercio ya ha registrado «incrementos en torno al 10% de media, y subiendo»

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El comercio ya ha registrado «incrementos en torno al 10% de media, y subiendo», según apuntan desde ese sector a Àngels Marí: «A partir del mes de julio también habrá subidas importantes», avisan. En el náutico son «entre el 5% y 10%», aunque alertan desde ese sector de que «no cabe duda de que el alza del precio de la luz, del aluminio y del transporte se tendrá que repercutir antes del verano». La escalada de precios podría afectar, además, al consumo.

El coche, aparcado

Un miembro del sector de la restauración de la Pimeef aseguró a Marí que durante las dos últimas semanas ha notado «una bajada de ventas en el menú de mediodía». Mariano Matutes, administrador de Carburantes Ibiza, va más allá. Su empresa, que controla numerosas gasolineras de Ibiza, ya ha comprobado que el consumo de carburante se ha resentido en torno al 20%: «Con estos precios se retrae el consumo -indica Matutes-. Hemos bajado un 20% las ventas. La gente no aprieta tanto el acelerador, mira más si se desplaza o no a un sitio o si va en autobús o andando. Llega un momento en que esto acaba siendo insoportable para una familia».

«Con estos precios se retrae el consumo. Hemos bajado un 20% las ventas. La gente no aprieta tanto el acelerador, mira más si se desplaza o no a un sitio o si va en autobús o andando. Llega un momento en que esto acaba siendo insoportable para una familia»

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La pregunta del millón a un empresario que controla el mercado de la gasolina: ¿Se hace más rico con estas subidas de precios? «Lo que estoy es deseando que esto acabe de una vez. Cuanto más aumenta el precio más se reduce nuestro margen», subraya. «Nosotros recibimos una comisión por litro vendido. Como el 80% de los clientes paga con tarjeta, cuanto más alto es el precio, más comisión pagamos por cobrar a través de esa tarjeta. Así se nos va la comisión que recibimos».

Y los precios no los pone él, sino la petrolera, que es la que le indica a diario cuánto debe cobrar por cada litro y la que le asegura que en el archipiélago es más caro porque hay que traer el carburante en petroleros. Matutes explica que más del 50% de los casi dos euros que pagamos por un litro de gasolina 95 son impuestos. Una parte corresponde al impuesto especial sobre hidrocarburos (32% del precio de venta al público), otra al impuesto sobre el valor añadido (IVA, el 21%). Y luego está el ‘céntimo sanitario’: «Aquí sigue. Si la Comunitat Autònoma de Balears sacrificara el ‘céntimo sanitario’ y el Gobierno español recortara el 21% del IVA, el precio podría reducirse hasta un 30%».

Matutes controla casi todas la marcas (Cepsa, Repsol y BP) y acaba de abrir una gasolinera de bajo coste: «Me permite bajar algún céntimo según el proveedor. Pero poca cosa, desgraciadamente». Asegura que cada día tiene allí más clientes. «Nuestra confianza -afirma Matutes- es que esto durará no más de un mes. Esta situación no se puede aguantar más tiempo».

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