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Apneef estrena "un sueño" en el norte de Ibiza

El nuevo centro para niños y adolescentes con discapacidad cuenta con salas de fisioterapia, psicomotricidad y para terapias individuales

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Apneef estrena local en Santa Eulària Vicent Marí

«Esto es un sueño», comenta Tamara Delgado, coordinadora de Ocio y Tiempo Libre de la Asociación de Personas con Necesidades Especiales de Ibiza y Formentera (Apneef), abriendo una de las salas para terapias individuales del nuevo centro de la asociación en Santa Eulària, que ofrecerá servicio a más de un centenar de familias. La luz entra a raudales en algunos de los espacios, de una blancura sólo rota por una planta aquí, un Mister Potato allá, una pelota acullá. Tamara pasa la mano por una de las pequeñísimas sillas que rodean una mesa diminuta. «Esto es para cuando son muy peques», explica la joven mientras, más allá de la puerta corredera de la sala, las responsables de la asociación reciben a los políticos y los representantes de las empresas que han ayudado a que el centro sea una realidad.

A punto estuvo de quedarse en un sueño truncado, reconoce la presidenta de la asociación, Susi Fresneda, durante un momento de calma. Apneef decidió poner en marcha el proyecto en diciembre de 2019 y entre la pandemia y los problemas estructurales que descubrieron en el local, al final de la calle Sant Jaume, se plantearon muy seriamente abandonar. «No podíamos asumir el pago tantos meses. Por suerte, la dueña del local nos perdonó el alquiler durante seis meses y pudimos hacer frente a los gastos», explica la presidenta, que detalla que el proyecto ha costado unos 300.000 euros.

«Ha sido un parto largo, pero el niño nos ha salido precioso», bromea, visiblemente contenta. Emocionada. Hasta ahora, bueno, hasta este lunes, que es cuando comenzará a funcionar el centro, un total de 102 niños y adolescentes de Santa Eulària y Sant Joan tenían o que ir hasta Vila para las terapias (fisioterapia, logopedia, psicología...) o acudir al espacio que el colegio Sant Ciriac presta a la asociación. «Son 102 ahora, pero al abrir el centro serán más porque sabemos que hay familias que renunciaban por el hecho de tener que desplazarse», comenta Fresneda en la sala de psicomotricidad, antes de salir al patio exterior, donde aguardan ya los invitados para el brindis.

Entre ellos, además de políticos y empresarios, compañeros de fatigas, voluntarios y trabajadores. Alba Pau, hada madrina del proyecto, se abraza con fuerza a Carmen Boned, tesorera de la asociación, sin soltar la exuberante planta que lleva como regalo. «Nos han ayudado mucho», afirma Tamara abriendo uno de los armarios de las salas de atención, lleno de juguetes y cuentos. Un par de minions, ‘Un monstruo de colores’... «Tenemos un office para el personal. ¡Y vestuario con taquillas! Y hasta un baño con ducha», comenta la coordinadora de ocio antes de pasar a una sala algo más grande —«para cuando hay que hablar con las mamás y los papás y por si hay que hacer una reunión de equipo»— y los dos baños adaptados. «Hay dos, uno para los más chiquititos, queremos que sean lo más autónomos posible», indica Tamara justo antes de llegar a las salas de psicomotricidad y fisioterapia. Espejos. Una cinta de correr. Una cocina. Pelotas. Elementos para trabajar el equilibrio. Conos. «Falta un arnés para sujetar a los mientras marchan, pero está prácticamente para entrar a vivir», comenta la presidenta. La cocina, explica Tamara, es para trabajar las habilidades de la vida diaria.

En el patio, preparando el piscolabis de inauguración y con las camisetas moradas de Apneef están Pablo de la Fuente, coordinador del servicio para mayores de seis años, y Joan Costa, de Atención Temprana. «Hasta ahora estábamos en el colegio Sant Ciriac, del que no tenemos queja, pero es mejor tener un centro propio», indica Pablo, que detalla que el lunes comenzarán ya en el centro las terapias para los usuarios que tienen más de seis años, mientras que los más pequeñines se incorporarán en un par de semanas.

Apneef estrena casa en el norte

El «¡Guau!» de María Rosa

«¡Guau!». Es lo que sale de la boca de María Rosa Castela cuando visita el espacio. Es madre de un niño de once años que acude a las terapias de Apneef y que cambiará el espacio del Sant Ciriac por el nuevo centro. Viven en Santa Eulària. «Hasta los seis años íbamos a Vila o a Sant Antoni, a partir de los seis, al colegio», comenta la madre, que confiesa que lo que más le ha impactado de las instalaciones ha sido «la luz».

La luz y los aparatos con los que, a partir del lunes, trabajará su hijo. «Son grandes y en el espacio del colegio, del que no puedo decir nada malo porque tienen un cuidado especial con ellos, no caben», comenta mientras trabaja en la carroza que la asociación de familias de la escuela está preparando para Carnaval. Además de «flipar» con los aparatos y la luz del nuevo espacio, está contenta porque será un entorno más adecuado para su hijo: «Recibir muchos estímulos no es lo que mejor le va y en el colegio coinciden con las extraescolares, con gente de la asociación entrando y saliendo... Donde más se concentra es en lugares en los que no recibe muchos estímulos». Como el nuevo centro. Todo blanco. Con espacios diferenciados. «A ver lo que aguanta blanco», comenta Tamara, que ya se imagina a los niños estampando sus manitas en las paredes, que la presidenta de Apneef no deja de mirar.

«Esto era una necesidad imperiosa. No podíamos permitir que más de cien familias de la parte norte de la isla no pudieran acudir a las terapias. O tuvieran que desplazarse lejos para ello», afirma Fresneda, que recuerda que con este local ya son cuatro los centros en los que atiende a niños y adolescentes con discapacidad. Y a sus familias. «La sede central de Vila, el espacio que cedió el Ayuntamiento de Sant Antoni, el local de Formentera y ahora éste», detalla la presidenta de Apneef, que presta servicio a más de medio millar de familias de las Pitiusas. «Hemos seguido incluso con la pandemia. Atención telemática, presencial, yendo a domicilios en casos puntuales e, incluso, al hospital Can Misses», comenta emocionándose al recordar a una de las pequeñas de la asociación, fallecida recientemente.

Ahora, les gustaría contratar más personal, pero no pueden. «La inversión en este centro ha sido muy fuerte», justifica. «Nos hemos quedado sin un duro», reconoce. Los más de dos años de tensión, imprevistos, obras y dolores de cabeza les han dejado agotados. Pero felices. De momento no hay ningún otro macroproyecto en el horizonte. «Necesitamos un poquito de relax. Y que salgan las subvenciones y la cartera de servicios», reivindica.

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