¿El objetivo de una reserva marina ha de ser que no se pueda pescar en ella?

Al menos en Gabón, el país en el que se han creado nueve parques marinos y once reservas marinas, no se puede pescar en los nueves parques, salvo en algunos casos, en que se puede practicar la modalidad de pescar y soltar la pieza acto seguido.

¿Y da resultado la prohibición de pescar?

Por supuesto. El resultado es inmediato. Desde el momento en que dejas que los peces se reproduzcan, pongan sus huevos y no se les capture, el crecimiento de la pesca es clarísimo, tanto que incluso fuera de la zona marina protegida ya se pesca más que antes.

¿No cree que en muchos países hay demasiadas zonas protegidas que solo lo están sobre el papel, pero no realmente?

Efectivamente. Hay muchos sitios en el planeta, tanto en tierra como en el mar, donde se crean parques de papel (paper parks). Para que haya zonas protegidas ha de haber un proyecto nacional, crear una gestión, y al mismo tiempo incluirlo en la mentalidad de las personas. Un parque se hace en diez años, pero gestionarlo es algo para siempre.

¿Qué es más importante para la creación de una zona protegida: los políticos o la presión de la gente? Usted mismo ha sido el artífice de la protección de gran parte de Gabón.

Ha de ser un proyecto nacional en el que se toquen todos los niveles, desde los políticos, el presidente, los pescadores... todos los sectores. De este modo, una zona protegida realmente funcionará.

¿Cuál ha sido su experiencia en aquél país africano?

En siete años hemos pasado de tener un caos total en el mar, con corrupción, pesca pirata y todo tipo de cosas así, a tener un sistema de protección marina que funciona realmente bien. Antes estaba lleno de pesqueros piratas, sobre todo chinos, y ahora ya hace cinco años en que no se ha visto ninguno, y eso desde que se crearon los parques marinos.