«Por fin, después de tres años se hace justicia, podemos pasar página y empezar de nuevo, porque todo este tiempo ha sido muy duro para la familia, nos ha hecho mucho daño, y la verdad es que ahora estamos más unidos que nunca». La que habla así es la madre de una chica a la que, el 30 de abril de 2016, cuando tenía 16 años, un grupo de menores de edad (cuatro chicas y tres chicos) le pegaron una paliza en plena calle en Santa Eulària, hasta el punto de dejarla sangrando y en ropa interior. Cuando el padre de la niña acudió al lugar, también le pegaron, y bastante fuerte, y él, consciente de que quienes le agredían eran menores, optó por no defenderse. Tres años después, la sección segunda de la Audiencia Provincial ha dictado sentencia firme. Los magistrados, en una sentencia fechada el pasado 4 de marzo, han ratificado prácticamente en su totalidad la sentencia que dictó en junio del año pasado el Juzgado de Menores número 2 de Palma.

«Nosotros nos queremos quedar con los bueno de esta historia, que es que nuestra hija es fuerte, y que nosotros como familia hemos salido muy fortalecidos: necesitábamos justicia para que nuestra hija se recuperara», añadió la madre de la joven.

La sentencia de la Audiencia, que ya es firme, ha rechazado todos los recursos presentados por siete de los ocho menores condenados en la sentencia anterior, la del Juzgado de Menores número 2 de Balears. De esta forma, han sido condenados siete de los ocho acusados de propinar una paliza en las festes de maig de Santa Eulària de 2016 a la chica y a su padre, que acudió a defenderla al ser avisado de lo que estaba pasando.

La sentencia confirma también una orden de alejamiento de 500 metros para los agresores, que eran todos menores en el momento de los hechos, además de una orden de internamiento de dos años para uno de ellos, dos años de libertad vigilada para la que inició el linchamiento de la víctima, y libertad vigilada de entre dos años y 15 meses para la mayoría de ellos, así como el cumplimiento de talleres de control de impulsos o de tratamiento de deshabituación o prevención de drogas. Además, los condenados tendrán que indemnizar a la joven por los daños causados y por las secuelas.

Según se explica en la sentencia, todo ocurrió después de un concierto de las fiestas de 2016 junto al Palacio de Congresos, cuando una chica de la misma edad que la víctima se acercó a ella, de malas maneras, para preguntarle si seguía hablando con un conocido de ambas. «Tú, ¿qué pasa que me vas llamando guarra?, ¿vas a seguir hablando con él y comentándole?», le preguntó. «Sí, porque me llevo bien con él», respondió ella, según se explica en al denuncia.

Golpes

Entonces, la agresora «comenzó a golpearla, tirándola al suelo», según la sentencia, propinándole una paliza. Otras cuatro compañeras de la agresora se sumaron a los golpes, con patadas, golpes y tirones de pelo, hasta que la despojaron de su vestido y la dejaron en ropa interior.

Según el relato de la víctima, una de las menores condenadas le tiró del cabello, le arrancó el vestido y comenzó a pegarle. Le agarró de la cabeza, se la bajó hasta las rodillas y la golpeó. Cayó al suelo y recibió patadas de otras dos chicas, tal vez más, dice la denuncia. Una de ellas era compañera del instituto, otra de repaso y la otra del gimnasio. Mientras, 30 personas mirando. Solo dos, un chico y una chica, intentaron ayudarla.

Cuando el padre llegó adonde estaba su hija, vencida por sus atacantes, preguntó por la chica que inició la paliza y la tomó del brazo a la vez que le pedía que llamara a sus padres para ir al cuartel de la Guardia Civil. Pero se encontró con que tres jóvenes empezaron a golpearle a él. Recibió pedradas y un botellazo en la cabeza, lo que le causó una brecha que hubo que coser con cinco puntos. El padre, tras la paliza, se refugió en una ambulancia que estaba de guardia en el concierto y fue trasladado al Centro de Salud de Santa Eulària.

«Han sido unos años muy duros, pero creo que hemos demostrado que hay que denunciar, que hay que ser valiente y afrontar las cosas por muy duras que sean, y me gustaría que esta sentencia sirva de advertencia para otros menores, que sepan que no pueden hacer lo que hicieron estos, porque hay castigo», explica la madre.