El ex alcalde de Sant Josep y capitán de la marina mercante José Tur Serra, conocido como Pep Coques, falleció el jueves a los 95 años. Capitán de la marina mercante y político de derechas, Tur Serra defendió el uso público de ses Salines. Su oposición a un plan de desarrollo urbanístico de Salinera Española en este espacio natural le costó no sólo un proceso judicial, del que salió absuelto, sino también su destitución. Fue alcalde sólo durante un año y dos meses, entre febrero de 1975 y abril del año siguiente.

También fue diputado balear y conseller de Pesca, Asuntos Náuticos y Medio Ambiente entre 1984 y 1991 en las filas de la alianza de derechas del Partido Demócrata Popular (PDP), al que se unió en 1982, Alianza Popular (el antiguo PP) y el Partido Liberal.

Estuvo casado con la maestra Otilia Torres y, aparte de su carrera política, explotó negocios turísticos en Cala Vedella. De su faceta como político, la Enciclopèdia d'Eivissa i Formentera destaca la defensa que Pep Coques hizo del uso público de las playas de ses Salines y es Cavallet «ante las pretensiones privatizadoras de Salinera Española».

El exalcalde entró en el Ayuntamiento como concejal en 1974 por el tercio de representación familiar, los únicos que se elegían entonces por votación. En 1975 el gobernador civil de Balears Carlos de Meer le nombró alcalde en sustitución de Joan Ribas Bonet.

Salinera Española y Cañellas

Salinera Española y Cañellas

El alcalde de Sant Josep, Josep Marí Ribas, destaca también que Pep Coques «se enfrentó a los que en ese tiempo mandaban en defensa del uso público de ses Salines». De hecho, su destitución se comunicó dos días antes de la celebración de un pleno en el que Pep Coques iba a explicar los trámites que había hecho para reivindicar el uso público de ses Salines, según informaba Diario de Ibiza.

«Se enfrentó a Gabriel Cañellas [el expresidente del PP y presidente de Salinera Española]», apunta Marí Ribas. Precisamente, se cuenta la anécdota de que el exalcalde, tras el proceso judicial del caso ses Salines que acabó en nada, le exigió a Cañellas, con quien compartía grupo en el Parlament, que le pagase el coste de los servicios del abogado que lo había defendido, Eduardo García de Enterría, un jurista de prestigio nacional.

El recuerdo más reciente que Marí Ribas tiene de Pep Coques es el de sus «visitas protocolarias» al Ayuntamiento. «Venía a presentarme sus respetos como alcalde», indica. En las charlas, Pep Coques «se quejó» en alguna ocasión de que «no se le había reconocido su lucha» en contra de la privatización de ses Salines. «Decía que ni se lo reconocían los de derechas porque no querían, ni los de izquierdas porque él no era de izquierdas. Lo decía con cierta amargura. Y visto con perspectiva, tenía razón», admite Marí Ribas. «Es un personaje que hay que tener en cuenta en nuestra pequeña historia local».

En julio de 1975, durante un pleno en el que se debatía sobre la reclamación de Fomento del Turismo sobre la necesidad de «reivindicar» el dominio público de las playas de ses Salines y es Cavallet, Pep Coques dijo: «Reivindicar quiere decir que lo hemos perdido, y no ha sido así porque nadie ha puesto una bandera y ha dicho esto es mío. Consideramos que las playas son públicas y pueden ser utilizadas de día y de noche».

Su defensa por el uso público de las playas contrasta, en cambio, con el hecho de que, en julio de 1978, renunciara a su cargo de concejal después de que el Ayuntamiento solicitara «sin formalidades legales y con carácter secreto playas nudistas en el municipio», según la carta de dimisión que envió al Gobernador civil.

Persona «exigente»

Persona «exigente»

Este episodio explica el carácter «especial» que tenía el exalcalde, según el expresidente del Consell Pere Palau, del PP, que fue compañero suyo en la institución insular y en el Parlament. Le recuerda como «una persona entrañable y afable», con el que mantenía «divertidas conversaciones».

El exdiputado y exconseller del PP Joan Marí Tur, Botja, que fue vecino de Pep Coques («nuestras casas estaban separadas por un convento de monjas», recuerda), explica que «las discrepancias» que mantuvo con «sus superiores» se debieron a que era «exigente consigo mismo y los demás». «Cuando tenía razón la quería toda. Y si no la tenía era como mi abuela, que quería la mitad», apunta.