Regresa a los escenarios tras cuatro años de silencio.

En 2010 ya intenté de una forma u otra ir desvinculándome de los escenarios y permitiendo a los jóvenes que fueran asumiendo los papeles principales de la compañía. Entonces ya estaba un poquito en la retaguardia. Me costaba salir al escenario y en 2013, después de terminar una función en el Royal Albert Hall de 'El sombrero de tres picos' y 'Bolero' con la BBC de Londres con orquesta, cogí y colgué las botas.

¿Por qué decidió dejarlo?

Estaba decepcionado totalmente y muy cansado, pero no de bailar sino del sistema, que en lugar de poner las cosas más fáciles parece que te echa hierro u hormigón encima. Llega un momento en que te cansas de luchar, de nadar a contracorriente y de estar siempre sumergido en las profundidades. Lo único que te saca a flote es la ilusión y el amor que le tengo a mi profesión, a la danza clásica española.

¿Qué le devolvió las ganas?

Un día me llamaron, hará unos dos años, para dar unas clases magistrales en el Institut de la Dansa de Barcelona. No tenía muchas ganas, pero fui por compromiso y por el cariño que le tengo a Cristina Casanova, que hizo 'La Molinera' conmigo. En las clases me encontré con unos niños que debían tener más o menos la misma edad que yo cuando empecé, les miré a los ojos, me volví a enamorar y me dije que no me podía guardar todo lo que he aprendido y me ha regalado la danza. Empecé dando clases magistrales a niños y a adultos y ayudando a compañías. Un buen día un empresario me dijo que quería que hiciera algo y empecé con la compañía.

¿Por entonces seguía siendo reacio bailar?

Sí. Yo quería ayudar, darle a la gente todo lo que tenía pero sin tener que salir a los escenarios, pero poco a poco fui saliendo y me fui animando. Me siento genial, mejor que cuando tenía 20 años. He vuelto a los escenarios pero ya bailando como hobby, que es lo que he querido hacer toda mi vida.

Háblenos de su compañía.

Tengo un ballet formidable, parte es gente nueva, jóvenes con mucha ilusión, y parte proviene de mi ballet anterior. Ahora somos dieciocho personas más el cuadro técnico, somos una compañía de formato grande. Empezamos a trabajar en mayo del año pasado, ensayando primero en el estudio de mi casa. Luego nos han dejado el Conservatorio de Carmen Amaya, en Madrid. También estuvimos en los teatros del Canal haciendo ensayos abiertos. Vinieron a participar alumnos de prácticamente todos los conservatorios de Madrid.

¿Qué espectáculos están representando?

'El sombrero de tres picos', de Manuel de Falla, con una coreografía inspirada en la original de Antonio Ruiz Soler. También estamos haciendo el 'Bolero' de Ravel, con una coreografía fantástica que adaptamos para Currillo, para mí y para David Sánchez, que está haciendo de primer bailarín para la compañía. Llevamos seis espectáculos. La última función ha sido en Boadilla del Monte. En julio nos vamos a Italia, a Florencia. Hay unas perspectivas maravillosas. Tenemos unos proyectos que creo que van a ser muy interesantes para la danza española y, sobre todo, para la gente joven.

¿E Ibiza para cuándo?

Yo estoy disponible y encantadísimo de actuar en Ibiza. De momento no tenemos nada, pero mis orígenes no se me olvidan. Me gustaría mucho que mi pueblo, mis padres y mis amigos pudieran verme bailar antes de que me retire cuando ya sea obligado, porque ya tengo una edad, aunque me siento mejor que nunca.

¿Qué opina del panorama de la danza actual?

El sistema de formación actual corta a los bailarines por el mismo patrón en lugar de fomentar que desde pequeños saquen su propia personalidad, evidentemente dirigidos. Se están dando referentes equivocados inculcándoles que han de ser famosos lo antes posible. No se le puede decir a un joven que sale del conservatorio que se ponga a dar clases magistrales o a montar compañías. Es una aberración. Es como si a un chico que estudia Medicina, al terminar la carrera le dan la dirección de un hospital, pues esto es lo que está pasando con la danza. Lo que hay que enseñar a un niño es a trabajar en equipo, a ser un buen cuerpo de baile, porque no todo el mundo va a ser una gran estrella.

¿Pero ve talento?

Talento hay, y de sobra, pero considero que está mal dirigido. Creo que a los jóvenes se les confunde, se les da demasiado materia y cuando salen del conservatorio se encuentran en la calle sin saber realmente qué es lo que van a hacer. Van improvisando. Tampoco tienen muchas opciones porque cada vez hay menos compañías de gran formato y las que hay las van clausurando o poniéndoles trabas. También les faltan referentes. Para hacer una compañía son necesarios maestros, coreógrafos y gente que nos dirija y hoy falta eso.

Parece que no está muy conforme con el sistema.

El sistema es demasiado complicado para lo fácil que es hacer las cosas cuando te gustan. Yo siempre lo he achacado, sobre todo estos últimos años a que la gente se acomoda, no le gusta hacer cambios para que la cosa funcione. Ahí está la Logse. Quitaron a las escuelas privadas la posibilidad de poder examinar a sus alumnos por libre en los conservatorios. También hubo un bajón muy fuerte de personalidades. El sistema todo lo educa a su capricho. Tampoco hay referencias para los bailarines porque a las viejas glorias que hemos estado luchando por la danza española nos quitaron un poco de en medio.

¿Demasiada burocracia?

Va mucho a dedo todo. Hay muchos artistas maravillosos que están ahora mismo en su casa porque no pueden estar todos los días en un ministerio o en una concejalía hablando para que les den algo. Tienen que estar en su estudio ensayando, ¿cómo van a bailar luego si tienen que estar todo el rato haciendo pasillo?

¿Qué opina de las subvenciones?

Siempre he estado muy en contra de las subvenciones. Cuando estaba como compañía residente lo que quería es que me dieran trabajo, es decir, que me dieran teatros y no dinero. Lo que tenemos que dar a las personas es la posibilidad de que puedan trabajar y que su negocio vaya adelante. Lo que hay que hacer en el caso de la danza es abrirle las puertas. Todos los teatros deberían albergar o una compañía de teatro o una compañía de danza porque les da una vida impresionante. Los teatros tienen que estar llenos de eso, de ilusión, de ganas, de amor. No se puede tenerlos ahí cerrados la mitad del año cogiendo polvo.

¿Qué futuro sueña para la danza?

Nuestro país le debe mucho a la danza clásica española porque ha descubierto España a gente que no sabía dónde situarnos en el mapa. Me gustaría ver a la danza española en su apogeo, que realmente no tengamos que recurrir siempre al flamenco. Parece que fuera la cuna de nuestra cultura, de nuestra danza, y realmente no es así. El clásico español llevó al flamenco a todos los escenarios del mundo, le hizo partícipe y yo creo que tenemos que tenerle el mismo respeto a todo. Realmente nuestra escuela real es nuestra danza clásica española.