Si ya es emocionante encontrar dos, tres, cuatro o cinco de estos peces afilados, de rasgos marcados y colas ahorquilladas, contemplar bancos de decenas, centenares de especímenes formando largas líneas de plata en el islote de sa Galera, o círculos concéntricos rodeándote en s’escull de s’Espartar o en sa seca des esculls d’en Ramon, es una de las experiencias más fascinantes que pueden vivirse en aguas de las islas. Sobre todo desde la primavera hasta principios de otoño, cuando más se acercan al litoral. Las voraces barracudas son depredadores de emboscada y persecución corta y muy rápida, y observarlas salir del grupo y cazar a media agua es todo un espectáculo.

Hay grandes barracudas agresivas, de dos metros de longitud, capaces de atacar de repente a buceadores, pero las del Mediterráneo, los espetones, espets, sin dejar de ser superdepredadores, no son como esas bestias de otros mares. También hay barracudas tropicales cuya carne puede resultar tóxica por los peces venenosos de los que se alimentan, y tampoco es el caso de los espetones mediterráneos, aunque no son piezas de gran interés pesquero y no son lo que se denomina un manjar. Su nombre suena tan amenazador como su aspecto, con su poderosa mandíbula, sus grandes dientes y una longitud que a menudo supera el metro, pero ninguna de las dos especies de barracuda presentes en aguas mediterráneas se muestra especialmente agresiva.

Las dos variedades están catalogadas como especies de ‘preocupación menor’ en el Libro Rojo de los Peces de Balears, y una de ellas, Sphyraena viridensis, está citada entre los taxones que se han beneficiado del llamado ‘efecto reserva’; en las zonas en las que se goza de algún tipo de protección, hay evidencias de que las poblaciones se recuperan y prosperan. Todas las áreas antes citadas como ejemplo se hallan en el ámbito marino de las reservas naturales de es Vedrà, es Vedranell y els illots de Ponent.

Sphyraena viridensis y S. sphyraena son las dos especies de esfirénidos citadas en aguas de las islas, y ambas son muy similares, pero la primera presenta marcadas listas oscuras y transversales en la mitad superior de su cuerpo y no tiene escamas en la parte posterior del preopérculo (uno de los huesos que protegen las branquias). Hay cierta confusión entre ambas especies, pero el análisis de buena parte de la literatura científica existente y una observación minuciosa de los ejemplares fotografiados en las islas conducen a la conclusión de que S. viridensis es, efectivamente, la especie más común, más abundante, y la que de forma habitual podemos observar en aguas de Baleares. Las dos especies tienen muy visible la línea lateral, un peculiar órgano sensorial que detecta las vibraciones de otros seres en el agua, lo que les permite orientarse y cazar en aguas turbias.