«Me he puesto mi mejor guayabera», comenta orgulloso Michael Zeuske (Halle, Alemania, 1952). Cubana, con bordados y de color azul celeste. Las mejores galas para una entrevista en la que se va a tocar el tema en el que es experto: la esclavitud. Este historiador, formado en la Leipzig de la Alemania Oriental, tras el muro, descubrió a comienzos de este milenio, junto a Orlando García, que el capitán de la goleta ´La Amistad´, cuya historia recreó Steven Spielberg en el filme homónimo, era el ibicenco Ramon Ferrer. El pasaje de ´La Amistad´ había sido secuestrado en Sierra Leona por un barco portugués, el ´Tecora´, y 52 de ellos fueron trasladados, en la Habana, a ´La Amistad´. Tras amotinarse, acabaron frente a las costas de Long Island (Estados Unidos). El jueves, Zeuske ofreció en el Teatro España (Santa Eulària) una conferencia en la que habló del negrero pitiuso, del barco que saltó a la fama gracias a Hollywood y «del Atlántico oculto», aguas en la que se traficó con 11 millones de almas. No necesitó traductor. Habla un perfecto castellano con ligero acento caribeño.

¿Qué le hizo interesarse por la esclavitud? Porque el Caribe pilla un poco lejos de la Alemania Oriental en la que nació.

Cuando Alemania aún estaba dividida, en Leipzig había un centro muy importante dedicado a la historia global de las revoluciones burguesas. El ´padre´ de mi doctorado era Manfred Kossok, un historiador que concentraba sus estudios en España y América Latina porque su maestro, Walter Markov, decidió, en 1952, repartir el mundo entre los historiadores marxistas. A Kossok le tocó la parte Ibérica. Por eso yo, como alumno suyo, hice mi primer trabajo sobre las élites de las revoluciones independentistas en Venezuela, como Simón Bolívar. Clarence Munford, un hombre de raza negra de Chicago que había hecho su doctorado en Leipzig, fue con Markov a Nigeria. Al final de la República Democrática Alemana (RDA), Munford regresó a Leipzig y nos dio clases sobre la trata. De ahí mi interés.

¿Le ha influido en sus investigaciones la ideología marxista que en esa época impregnaba la universidad y la vida de Alemania del Este?

Claro. Era un marxismo muy creativo. Leipzig era un centro de estudio de revoluciones comparadas. Pero con el tiempo cambié la perspectiva. Cuando funcionaba el socialismo real, yo estudiaba a las élites. Tras la reunificación, decidí dedicarme a los esclavizados, escribir su historia en Cuba.

¿Qué le pareció ´Amistad´, la película de Spielberg?

Critiqué el filme por ser muy americano. Solo se habla de un proceso jurídico que llega muy al corazón. El personaje de Ramon Ferrer, el capitán ibicenco, solo aparecía unos segundos, cuando lo matan. Después desaparece. En el año 2005 conseguí el intestado [cuando se muere sin hacer testamento válido] de Ferrer, que falleció joven. Su viuda, Juana González, alegó que sabía que su consorte poseía cuatro barcos y comercios muy beneficiosos, por lo que pidió que le devolvieran algo de esa riqueza. Fue al fiscal de Marina e hizo una deposición en la que habló de un barco llamado ´La bella Antonia´. Ferrer le puso ese nombre por su madre, que se llamaba así y había muerto joven en Eivissa. Supe que ´La bella Antonia´ había sido apresada en África por los británicos. Eso me fascinó: era la primera cosa empírica con la que me topaba de algo que hasta el momento era solo teórico, la gran trata atlántica, en la que se habían movido tantos comerciantes y barcos. Era un ejemplo de cómo se había acometido ese tráfico. Ya no era una teoría, ni una cifra: era una microhistoria que demostraba aquel negocio.

¿Fue habitual el comercio clandestino de esclavos en esa época o solo había casos aislados?

Con la abolición inglesa y norteamericana de la trata en 1808, se abrió para todos los españoles un espacio inmenso de ganancias rápidas. En España había muchos problemas para los jóvenes liberales: falta de trabajo, guerras€ Muchos, que pienso que en su mayoría eran liberales radicales, fueron a Cuba a probar fortuna. Los comerciantes y grandes criollos plantacionistas y esclavistas les dijeron que si querían hacer negocio, que lo hicieran con seres humanos, que era lo que necesitaban. Así es como intentaron ascender socialmente, con la trata, que si funcionaba daba ganancias bastante elevadas.

Y llevaban a Cuba a los bozales (esclavos traídos desde África), aunque estaba prohibido. ¿Era un negocio arriesgado?

España lo prohibió formalmente en 1820, como todos los países. Pero la realidad era otra.

Se miraba a otro lado.

Hay despachos del gobierno español que demuestran que se conocía perfectamente la trata de negros. Era una ilegalidad legal. En España cerraban los ojos, sabían casi todo lo que pasaba. Cuando los ingleses denunciaban los casos, los españoles alegaban que no eran traídos de África, sino que se trataba de un transporte entre Puerto Rico y Cuba.

Los comisionados del Reino Unido estaban seguros de que el ibicenco Damià Ferrer había cargado en el ´Principeño´ a 300 africanos bozales. Pero se libró.

A los españoles les bastaba con decir que eran criollos (esclavos que ya vivían en América o habían nacido allí). La trata estaba prohibida, pero la esclavitud siguió funcionando hasta 1886.

¿Quiénes operaban esas redes de contrabando? ¿De qué nacionalidades?

De muchas nacionalidades. Los peores eran los portugueses. Son los que traficaron con mayor número de esclavos. Casi la mitad de los 11 millones que llegaron vivos a América, los llevaron los portugueses€ pero eran barcos ibéricos, con tripulación andaluza o de baleares...

Desde Sierra Leona llegaron 52 esclavos a Estados Unidos a bordo del ´Amistad´, muertos de sed y hambre. ¿Era habitual? ¿Cuántos solían morir en el trayecto?

Los comerciantes de esclavos decían de ellos que llegaban con el alma en la boca, casi convertidos en esqueletos. Desembarcaban con muchísima sed, más que hambre. Aun así, los negreros recortaron bastante el porcentaje de muertes entre los siglos XVIII y XIX. En casi todos los barcos había un médico, o por lo menos un curandero. Morían en torno a un 5%, a no ser que hubiera una epidemia, como el cólera o la viruela. El número de muertes de los esclavizados en las bodegas y de los marineros en las cubiertas era más o menos similar. Es indiscutible cómo vivían abajo, pero el número de fallecimientos no era muy alto. No defiendo con eso la trata.

¿Se sabe qué trato dispensaban a los esclavos Ramon Ferrer o Gabriel Matutes, Joan Prats y Vicent Arabí, que al parecer estaban también en el negocio?

En los barcos negreros existía un sistema de seguridad muy similar al de los campos de concentración nazis, algo que también se mantenía en las plantaciones: además de que había espacios en los que solo podían estar o los marineros o los esclavos, cada decena de cautivos era cuidada y vigilada por una persona. Se solía escoger para eso a otro esclavo que fuera fuerte. Se le compensaba con algún privilegio, como más comida o bebida. Si no había rebelión, ese sistema servía. Posiblemente, ese esclavo que vigiló a los demás en ´La Amistad´ fue Sing-Gbe, el que lideró la revuelta. Actuaban como los mayorales en las plantaciones€

O los ´kapos´ en los campos de concentración de los nazis.

Así es. Y había otra profesión en los barcos muy arriesgada, la del dispensador, que bajaba a las bodegas para repartir la comida entre los esclavos. Era peligroso: abajo había medio centenar de hombres. Lo ejercía un mulato, un liberado u otro esclavo.

Ramon Ferrer no solo era el propietario y armador de la goleta ´Amistad´, de 40 toneladas y destinada al tránsito marítimo costero en Cuba, sino también de algunos barcos más, como del 50% del moderno vapor ´Principeño´. Invertía en nuevas zonas de producción de caña de azúcar de Cuba y en ferrocarriles y máquinas de vapor. A pesar de eso, iba al mando del barco ´La Amistad´. ¿Por qué?

Los traficantes de esclavos como Ramon Ferrer no eran los magnates de la época. Los potentados eran los grandes comerciantes. En Cuba lo eran, por ejemplo, Ramón Blanco o la familia Cuesta Manzanal. Quienes llegaban como emigrantes a Cuba, como la familia Ferrer, eran, en cierto sentido, marginados en el sistema, de manera que lo único que les quedaba para prosperar era el tráfico con barcos negreros, o la construcción y venta de naves. Ramon Ferrer, en realidad, nunca hizo trata trasatlántica, salvo una vez que fue como marinero a África en 1829.

Haití fue la primera colonia en la que los esclavos se sublevaron e independizaron. Pero la historia no les ha sonreído.

En Haití se destruyó la esclavitud y, al mismo tiempo, el colonialismo francés. Pero Francia solo reconoció su independencia a cambio de una indemnización de 150 millones de francos por las plantaciones perdidas y los esclavos. Pagaron porque temían que los franceses regresaran con una flota. Pagaron hasta 1950. Era una deuda inmensa. Peor que la que tiene ahora Grecia. Así nunca pudo funcionar ese país.

Esa independencia fue aprovechada por Cuba. ¿Empeoró o mejoró la situación de sus esclavos?

La endureció. Para que no se repitiera en Cuba lo sucedido en Haití, el hacendado y político cubano Francisco de Arango y Parreño apostó por que se adoptaran tres medidas. Primera, no debía haber comunicación de los esclavizados entre las plantaciones. Segunda: los esclavos no podían ser más del 50% de la sociedad; en Haití habían llegado a ser el 90%. Tercero: se prohibieron las milicias negras. En la corona española había ´morenos´ libres en milicias que eran muy experimentadas.