Justi Carretero, Presidenta de la Asociación de Familias de Acogida de España (Fades), cree que el desconocimiento y el miedo impiden potenciar el acogimiento familiar, del que podrían beneficiarse muchos de los 30.000 niños bajo la tutela del Estado.

- ¿Cómo surge Fades?

- Nació a través un grupo que hay en Facebook del mismo nombre. Muchas familias de distintos puntos del país nos reuníamos ahí para contar nuestras experiencias e inquietudes, qué momentos estábamos pasando, y a la vez nos dábamos apoyo unas a otras. Nos dimos cuenta de la gran necesidad de mejorar el mundo del acogimiento familiar. Así que nos reunimos en Madrid hace cuatro años, familias de todo el país, y dijimos: ‘Es necesario crear esta asociación’.

- ¿Y a partir de ahí?

- Tardamos un año más en ponernos de acuerdo y configurar los estatutos, y se creó Fades. Desde entonces nos hemos dado a conocer y puesto en contacto con las administraciones, siempre con la idea de sumar. Las familias de acogida hacemos esto porque queremos, nadie nos obliga, pero tenemos voz y voto, tenemos derechos y deberes que debemos compaginar, porque hasta ahora casi siempre han pesado más los deberes. La figura del padre acogedor era una figura extraña, nos encontrábamos muchos problemas a la hora de ir con nuestro niño a matricularle, al hospital, aunque afortunadamente se van consiguiendo cosas, poco a poco.

- ¿Quiénes integran el colectivo actualmente?

- Unas 60 familias de todo el país y estamos en plena campaña de captación de nuevas familias. Cada provincia o comunidad tiene una pequeña delegación o un encargado de grupo de trabajo que recoge información de las familias y de la Administración. Y esto se une para aunar criterios, sumar y trabajar por los menores, que son quienes necesitan todo nuestro esfuerzo.

- ¿Cuáles son vuestros principales objetivos?

- Lo que pretendemos es difundir y dar a conocer el programa de acogimiento familiar.

- Porque ¿es todavía una medida de protección desconocida?

- Sí. Desgraciadamente, muchísimo. En España somos una sociedad muy empática que se vuelca con las necesidades y las urgencias que hay, y estoy convencida de que si la población supiera que ahora mismo tenemos 30.000 o 35.000 niños bajo la tutela del Estado y que muchos, muchos de ellos, son susceptibles de acogimiento familiar, la gente se implicaría. Porque además, el de acogimiento es un programa precioso y está demostrado que es la mejor medida de protección para nuestros menores. Desde las administraciones se está intentando potenciar el programa, pero es imprescindible la colaboración de todos los agentes sociales porque es una responsabilidad conjunta; estos menores son de todos nosotros.

- ¿Pero opina que la dificultad para encontrar familias de acogida radica tan solo en el desconocimiento o hay algo más?

- Es desconocimiento y luego, miedo. Por eso las familias acogedoras estamos dispuestas a prestar nuestro testimonio y hacer ver a la gente que no es tan difícil. La familia perfecta no existe. Con todos nuestros defectos y necesidades, cualquier persona o familia dispuesta a querer, proteger y cuidar de un menor, puede hacerlo. ¿Pero qué ocurre? Que hay muchísimo miedo por desconocimiento. Hay unos tabúes, sobre todo en torno a la familia biológica. Pero hay multitud de situaciones y circunstancias, y afortunadamente las familias biológicas cada vez se dan más cuenta de que lo mejor para sus hijos, si no pueden vivir con ellos, es estar con otra familia. Y no por eso se los vamos a quitar, nosotros tenemos nuestro papel muy asumido. Al contrario, trabajamos para que ese vínculo afectivo entre familia biológica y niño se refuerce.

- Desde su experiencia, ¿qué aporta el acogimiento a las familias de acogida?

- Una filosofía de vida. En mi caso, creo que en nuestro modelo de familia somos mejores padres con nuestros hijos, nos sentimos muy orgullosos de los valores que hemos podido inculcarles. Y a la vez estamos orgullosos del ejemplo que nuestros hijos nos han dado desde su infancia, con su naturalidad. Les decían: ‘Anda, va un niño a tu casa y va a dormir contigo y a vivir contigo’. Y mis hijos, con sus cinco o seis años, contestaban: ‘Y por qué no’. Cada niño que ha pasado por casa nos ha dejado algo que es increíble: todo su cariño. Y tienes la satisfacción de decir que un niño que vino con unas necesidades, se va cubierto, fuerte; cuando se marchan se llevan unas alas fuertes que les ayudan a volar, unos valores, unas herramientas, que les ayudarán a tirar para adelante.

- ¿Y a los niños?

- A los niños, una familia que ellos por circunstancias no pueden tener. Un sentido de pertenencia, la figura de un hogar. Saber que habrá alguien en la puerta del colegio esperándoles e irse a la cama todas las noches con alguien que les lea un cuento, que les abrace. Para ellos esto es fundamental. Y luego, tienen a alguien que les lleva también a ver a mamá y a papá porque, siempre que nos digan que eso es recomendable -nosotros siempre estamos a las órdenes del equipo técnico-, trabajamos en reforzar el vínculo con la familia biológica.

- ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan las familias de acogida?

- Nos solemos encontrar ante una figura muy poco reconocida a nivel administrativo y ante una falta de recursos tremenda en apoyo o formación. Hay comunidades que funcionan bastante bien y otras todavía muy lejos. Las familias acogedoras nos solemos sentir bastante solas.

- ¿En qué sentido?

- Primero porque socialmente la gente, como no conoce el programa, nos dice: ‘¿Por qué os metéis en este lío? ¿qué necesidad tenéis?’ Y no, no tenemos necesidad; o sí, a título personal tenemos la necesidad y las ganas de querer ayudar a los niños, porque es un intercambio precioso. Y luego, la Administración debería fomentar un poco más el respaldo a las familias acogedoras, debería ser más cercana. La normativa es muy rígida y debería haber más flexibilidad porque no hay dos casos iguales.

- ¿Qué quiere decir con flexibilidad?

- Hablamos de niños, de vidas, de futuros, no de expedientes. Entonces lo que encontramos muchas veces -y los técnicos también porque esto es una lucha conjunta de familias y técnicos- es que a lo mejor con un niño habría que adoptar otra línea de trabajo, o con una familia, pero la normativa dice que hay que ir por una línea y no te puedes salir. Y al no poderla flexibilizar, casi perjudica más que ayuda.

- Decía que hay unas comunidades más avanzadas que otras. ¿Conoce la situación de Baleares o el caso concreto de Ibiza?

- Venimos a prestar colaboración a la conselleria [de Bienestar Social] para ver en qué cosas Fades puede ayudar a mejorar el sistema de acogimiento. Y vamos a estar en contacto con familias para que nos cuenten su experiencia. Desde Fades aportamos nuestra experiencia de trabajos de otras comunidades, de otros proyectos, y también el proyecto que creo que es más valioso, que es nuestro proyecto de vida, nuestras experiencias vividas.

Aquí tenemos una invitación de la conselleria y del Defensor del Menor, que tienen mucho interés y ganas de trabajar por el acogimiento familiar y por las familias, les importan de verdad los menores bajo su tutela.