Joshua Weelink, guitarrista que se ha pasado media vida a caballo entre Holanda e Ibiza, actúa esta noche en el XXI Festival Internacional de Música de Ibiza, en la iglesia de Sant Carles, en el mismo escenario donde anoche el valenciano Bartomeu Veny inauguró este ciclo con un concierto de órgano. Weelink es holandés pero el año pasado se instaló en Sant Carles con su mujer y su hija, tras haber pasado toda su juventud en la isla, y tocará a partir de las 22 horas la ´Chacona´ de Bach, ´Nocturnal after John Dowland,´ del compositor británico Benjamin Britten, y la sonata op. 47 de Ginastera.

Para Weelink la ´Chacona´ es una de las «obras más grandes de Bach». Aunque admite que al transcribir para guitarra esta obra pensada originalmente para violín suena diferente, ya que cada instrumento tiene su propia técnica. «Adaptar las obras del compositor barroco tiene muchos problemas porque para empezar no usamos un arco, y en una guitarra en cuanto tocas una nota, inmediatamente desaparece», explica.

«Las tres obras que voy a tocar me llaman muchísimo, pero tal vez la de Benjamin Britten es la que más me apetece interpretar. No es el tipo de música que más se adapta a mi estilo, y tenía muchas ganas de acercarme a este compositor porque intelectualmente me atrae mucho», confiesa entusiasmado Weelink, que añade: «Es una obra en la que se trata el estado en el que entramos cuando dormimos. En ese momento somos capaces de ir a otros sitios y percibir la realidad desde otros puntos de vista». «Yo lo que quiero es que la gente salga del concierto feliz, sonriendo. No me gusta que salgan vacíos, como si no hubiera pasado nada», apunta.

Sobre su vuelta a Ibiza, Weelink explica que tras muchos años viviendo en Holanda, necesitaba volver a la tierra donde creció. «La manera de socializar es totalmente diferente. Yo necesitaba un poco de Ibiza para poder inspirarme, además, no podía olvidar mi juventud aquí, que tuvo muchos colores, paisajes, personalidades...», detalla.

De los Beatles al Conservatorio

Weelink empezó su andadura emulando a los Beatles y aprendiendo a tocar de forma autodidacta. A sus 21 años consiguió entrar en el Conservatorio de Armhem en Holanda para finalmente acabar convertirse en guitarrista clásico. Para él la música es lo que hace que siga con su día a día. «La limitación de nuestra existencia es algo que me asusta. Por eso, la música es mi motivo de existencia», explica con vehemencia.

«Ibiza tiene mucho talento y potencial. Aunque para un músico de aquí, como un batería muy bueno que conozco, debería ser posible ganarse la vida con su música, en vez de tener que trabajar como hamaquero o en el almacén de su padre», lamenta el guitarrista holandés.

También cree que actividades como el Festival de Música son muy interesantes para poder atraer a otro tipo de turista a la isla. «Es una maravilla, porque con estas iniciativas se puede atraer a otro tipo de gente. El turismo tiene el peligro de conseguir que la isla pierda su esencia». «En esta isla vivían muchos intelectuales, músicos... por la inspiración que da, ya que hay una energía mágica», agrega.

Weelink critica que la industria cultural cada vez es más mercantilista. «Me da la sensación de que son las empresas las que deciden lo que deben hacer los músicos y qué tiene que escuchar la sociedad», declara. «Estamos viviendo un tiempo en el que hay gente con mucho poder que decide lo que tenemos que pensar, sentir... para poder vender su producto. No sé hasta qué punto podemos seguir así», concluye.