­Los corns y las sirenas sonaron ayer sin cesar por el barrio de la Marina y en la costa de Santa Eulària. Los hombres y mujeres de mar tenían marcado en rojo en el calendario el día 16 de julio, una jornada para rendir homenaje a su patrona, la Virgen del Carmen. La estrella de los mares.

Pocos claros quedaban en la iglesia de Sant Elm a las siete de la tarde. Los escasos resquicios que encontraron los feligreses y visitantes para sentarse se produjeron por la deserción de algunos parroquianos, que abandonaron la iglesia a paso veloz ahuyentados por el calor, la humedad y una espesa bruma de incienso. «Parece que quieren que nos coloquemos», bromeaba Pep Costa, que lleva «toda la vida» asistiendo a la procesión. Los leves mareos por las altas temperaturas no enturbiaron una celebración muy esperada.

Los representantes de las instituciones aguantaron estoicamente en las primeras filas del templo, en las que se encontraban el presidente del Consell, Vicent Serra; la alcaldesa de Ibiza, Pilar Marí, concejales del Ayuntamiento de Ibiza y la alcaldesa Pilar Marí, que estrenó procesión como primera edil, y varios concejales del Consistorio

En busca del mar

Terminada la ceremonia, los fieles se arremolinaron en la puerta de la parroquia. La emoción, los aplausos y alguna lágrima se desataron a la salida de la Virgen, que inició su recorrido al encuentro del mar. La comitiva aceleró el paso y la patrona de los marinos estuvo a punto de tener un percance con un balcón de la calle de la Virgen. El millar de personas que se sumó a la procesión por las estrechas calles de la Marina cubrió el recorrido como un coche de carreras. En 20 minutos llegaban al puerto, donde se juntaron con varios miles de personas que esperaban en el muelle.

Los problemas del año pasado, cuando hubo que desmontar la Virgen de su peana para que entrara en el barco, han quedado atrás definitivamente. Salvando algún que otro desequilibrio en la rampa de subida, todo salió a la perfección y la patrona fue introducida en la embarcación sin más dificultades. Un año después se disponía a surcar las aguas ibicencas. Allí la esperaban una treintena de barcos de todo tipo que hicieron sonar sus sirenas en señal de homenaje. Las mamparas de metacrilato que desde junio de 2005 partían los muelles por la mitad también son historia, salvo alguna que todavía queda al final de la zona portuaria. Todo dispuesto para ver la estrella de los mares navegar a bordo del ´Cala Saona´.

A la misma hora que embarcaba la comitiva en Vila, se puso en marcha la procesión en Santa Eulària en dirección al embarcadero situado tras la escuela de vela, donde unas 400 personas presenciaron cómo embarcaba a la Virgen.

El recorrido finalizó enmedio de la bahía, donde se hizo la ofrenda floral a los fallecidos en el mar. Después la imagen regresó a tierra y a su lugar en Sant Elm. La fiesta concluyó en las instalaciones del Club Náutico, donde hubo un pequeño refrigerio y orelletes para los asistentes.