Depedro: «Lo más asombroso ocurre al lado»

Tocaré las canciones de Depedro y alguna sorpresa. No llevo repertorio, así que hago lo que me pide el momento. Será un concierto acústico e íntimo», explica Jairo Zavala de su primer recital como Depedro en la isla. Pero no es su primera vez, recuerda un Ibiza Jazz con su banda Hombres y jam sessions en diferentes locales, eso sí, siempre corriendo. Asegura que aún no ha pisado la playa: «Pero hay playas en Ibiza, ¿no?».

-Ha titulado su tercer disco ´La increíble historia de un hombre bueno´. ¿Cree increíble que aún queden hombres buenos?

-Es algo a reseñar, pero no es increíble. Hay muchas más actitudes constructivas de las que aparecen en los medios, pero la miseria vende más. Lo más asombroso ocurre en la puerta de al lado y, con la que está cayendo, si hay algo que nos sujeta son los lazos de comunidad y de familia. Hay muchos hombres buenos.

-Este es su trabajo más pop. Su música se ha ido dulcificando disco a disco...

-Siempre digo que Depedro es un accidente feliz. No sabía cómo iba a salir. Me encontré con los amigos de Calexico, me ayudaron y utilicé su lenguaje musical. Pero las canciones de Depedro son más sencillas y pequeñas. En este disco he dado un paso adelante hacia un sonido propio.

-Colaboran en el disco Calexico y músicos de Devotchka y Fela Kuti y se nota ese viaje hacia el folk más friki, que recuerda a Devendra Barnhart o Sufjan Stevens...

-Gracias por las comparaciones. Son ejemplos extremos de gente que investiga con la sonoridad. Pero no es algo intencionado. Voy siguiendo mi camino natural. La música me llena y es una suerte compartirla con esta gente. Soy muy curioso y me gusta probar.

-De todas formas, y quizá por su carrera en ese continente, en su música se nota mucho la influencia de la de raíz americana, tanto al norte como al sur de la frontera.

-Soy medio español y medio peruano y he crecido escuchando folclore latinoamericano por un lado y desayunando con los clásicos que ponía mi padre, de Dylan a Led Zeppellin. Creo que en Depedro se ha mezclado y he reencontrado mi voz propia. Con mi banda de rock, Vacazul, aprendí muchísimo, pero ahora no me veo gritando...

-En cada disco hace una versión de un clásico del folclore latino, en este toca una cumbia, ¿es ya una tradición?

-Ya me piden que haga un disco homenaje a Latinoamérica, quizá cuando lleve diez pueda sumarlas todas en un disco... Soy un deudor de la música latinoamericana y me atrae lo vivo que está allí el castellano y cómo evoluciona. Me toca a nivel biológico y sentimental.

-En estos últimos años ha tocado en todo el mundo, en los cinco continentes, cómo reacciona el público de culturas tan diferentes ante su música.

-Lo que hace que me crea esto es la reacción del público por encima de cualquier frontera. Siempre es positiva.

-Con la crisis de la industria discográfica ha vuelto la necesidad de trabajarse la carrera casi garito a garito...

-La industria está recomponiéndose y encontrando vías nuevas. El directo es un valor en alza. Yo llevo 20 años de gira. Es mi pan. Nunca he sido un superventas... Pero los artistas necesitan ayuda, porque esto vale esfuerzo y dinero. Se necesita una infraestructura para poder ofrecer un producto de calidad... y eso que, como a Josele Santiago, me jode llamar a la música ´producto´.

-Ahora que ha tocado en escenarios de todos los pelajes, qué prefiere, un local pequeño o un estadio.

-Intento disfrutar de cada momento, ser yo mismo, tocar a muerte y ser honesto, que mañana me puede caer una maceta encima... Acabo de llegar de una gira por Estados Unidos compaginando Calexico con Depedro. En Tennessee fui a ver a Paul McCartney a un estadio y parecía que estaba tocando para mí en un garito. No le hacía falta gritar ni levantar los brazos. Te trataba como si fueras la única persona del público. Ese es mi ideal.