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La vida y la muerte en el campo de prisioneros de Formentera

La Universidad Abierta para a Mayores de Balears ofrece mañana en Sant Ferran una conferencia sobre el campo de prisioneros de la Savina (1940-1942) a cargo del historiador Antoni Ferrer Abárzuza

Presos de la Colonia Penitenciaria de Formentera esperan para comer en un día de fiesta.

Las nuevas aportaciones a la investigación sobre el campo de prisioneros republicanos de la Savina, abierto por el régimen franquista en Formentera entre 1940 y 1942, a la orilla de s’Estany des Peix, son el tema de la segunda conferencia que organiza en la isla la Universitat Oberta per a Majors (UOM) y que correrá a cargo del historiador y técnico en Patrimonio Antoni Ferrer Abárzuza. La charla tendrá lugar mañana a las 17 horas en el centro de mayores de Sant Ferran de ses Roques.

Antoni Ferrer avanzó algunos detalles de las investigaciones que ha realizado en los últimos años y que amplían y actualizan la información recabada, en las últimas dos décadas, sobre esa ‘Colonia Penitenciaria’, abierta después de la Guerra Civil española y considerada como uno de los centros de reclusión más duros de las Balears.

De hecho, está documentada la muerte por inanición o por enfermedades derivadas de las malas condiciones de vida de 58 presos republicanos entre 1941 y 1942. Todos sus restos están en el cementerio municipal de Sant Francesc y el pasado 12 de febrero el BOIB publicó el anuncio de la «exhumación de las fosas ubicadas en el patio 2 del cementerio de Formentera», para desarrollar el proyecto de «localización de los restos mortales de los presos de la colonia penitenciaria de la Savina». Se establece un plazo de 20 días hábiles para presentar alegaciones.

Toni Ferrer avanza que en su conferencia aportará algunas novedades. Una es anecdótica, pero el régimen del dictador, Francisco Franco, puso nombre de reconocidas figuras, acólitas a su régimen, a cada uno de los pabellones (una docena) que albergaban sobre camastros de paja a los más de 2.000 presos que llegaron a pasar por ese recinto. Entre ellos estaba el pabellón ‘General Mola’ y otro llevaba el nombre de ‘Capitán Cortes’.

Otro detalle es el lema que coronaba la entrada del campo de prisioneros: «Disciplina de un cuartel, seriedad de un banco y caridad de un convento». Máxima que se inventó el general Máximo Cuervo, jefe de prisiones de España y que se repitió en el resto de campos de concentración que se sembraron, acabada la Guerra Civil, para perpetuar el sistema de represión hacia los republicanos.

Ferrer ha investigado sobre algunos de los prisioneros como un tal Primitivo, mecánico de la llamada fábrica de luz de Santa Eulària, que «pasó de dar la luz a la oscuridad de las prisiones de Franco».

Otro caso es el Panameño, este hombre se las ingenió con sus habilidades. Se trata de un herrero que fundió la campana de la iglesia de Sant Francesc y que a base de favores entre las autoridades locales y de salinera logró mejores condiciones para comer y sobrevivir.

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