El barómetro turístico de Formentera, que se hizo público ayer durante la celebración del Posidònia Fòrum, ha vuelto a poner de manifiesto que los visitantes siguen quejándose, de forma casi abrumadora, de los altos precios que tienen que pagar por pasar sus vacaciones en la isla. El 78,6% de los encuestados denuncia la mala relación entre calidad y precio de los servicios.

La segunda queja es el exceso de explotación comercial (19%), seguida del ruido y de la cantidad de gente (17%). En cambio, la sensación de exceso de construcción ha disminuido respecto a 2013 y se sitúa en el 15%, cinco punto menos que hace cinco años.

Entre las insatisfacciones de los visitantes, la suciedad preocupa al 12%; la mala atención en los servicios que recibe, al 7,5%, y los problemas en el transporte -ya sea en el aeropuerto o en el enlace marítimo- molestan al 6%. En cambio, los intentos de agresión y la falta de seguridad ciudadana solo alcanza el 2% en el nivel de preocupación.

Ainhoa Raso, de la empresa consultora Cegos, que ha elaborado el barómetro, dejó claro que también han detectado que en los meses de temporada alta (julio y agosto) los visitantes perciben una sensación de inseguridad en su movilidad, sobre todo por el riesgo de accidentes de tráfico ante la saturación de las carreteras. En cambio, esta apreciación casi desaparece el resto de la temporada, donde se valora, sobre todo, la tranquilidad. Como siempre, el atractivo estrella es el sol y la playa, lo que se traduce en el paisaje y el entorno.

La representante de Cegos, Ainhoa Raso, detalló que habían recogido los datos históricos anteriores, que se centraban en los dos meses centrales de la temporada, y que en esta ocasión han realizado encuestas personales desde mayo a octubre por lo que el abanico de perfiles encuestados se amplía en el tiempo. El trabajo se ha realizado sobre un universo de 864 personas y se han ampliado las encuestas a los hoteles, sin dejar las entrevistas a pie de calle.

Entre muchos otros temas el barómetro contempla como aspectos mejor valorados las playas y el paisaje, la seguridad y la tranquilidad de la isla, mientras que el elevado nivel de precios y el exceso de gente y de ruidos, sobre todo en los meses de temporada alta, son las principales quejas de los turistas.

Uno de los datos que sorprendió a los más de 50 asistentes que participaron en este encuentro fue la falta de acceso que tienen los turistas al conocimiento de la gastronomía local. Este aspecto también va unido al desconocimiento que muchos encuestados pusieron de manifiesto sobre los conciertos, exposiciones, espectáculos y demás actividades de ocio que se organizan a lo largo de la temporada. De la misma forma que echan de menos los lugares de interés histórico y la comentada oferta comercial.

Entre las fortalezas del destino Formentera se mantienen, por este orden, las playas, el paisaje, el contacto con la naturaleza, la tranquilidad, el clima, la seguridad, los establecimientos, la limpieza y la gastronomía.

Cita para la reflexión

Cita para la reflexión

Este Posidònia Fòrum se ha convertido en el encuentro en el que los sectores empresarial, social, ecologista y político comparten ideas, estrategias e información actualizada sobre el desarrollo de la temporada turística. Sabiendo, además, que este ejercicio es necesario y debe ser continuo, tal y como quedó de manifiesto en la cita de ayer.

Lo que es evidente es el interés de los sectores implicados, que parecen coincidir en moderar el desarrollo, poner un techo máximo de ocupación y trabajar en la calidad. Pero ayer también hubo tiempo para recordar que el potencial cultural y patrimonial que tiene la isla todavía no ha sido desarrollado ni valorado lo suficiente para que sea un complemento atractivo al sol y playa.

La consellera de Turismo y Territorio, Alejandra Ferrer, abrió y cerró la jornada para transmitir su conclusión: «Es absolutamente necesaria la colaboración y participación de todos para conseguir la meta de la sostenibilidad que es sinónimo de futuro».

La consellera también deseó que este fórum sirva para que «con los residentes y empresarios hagamos una reflexión sobre la necesidad de coherencia entre nuestras acciones personales y profesionales para plantearnos que pasos podemos dar o no dar para lograr el futuro que deseamos para nuestra isla».