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Stuart deja de repartir en España e inicia el despido de unos 400 trabajadores

La compañía, propiedad de inversores franceses, aduce perdidas económicas y culpa a la 'ley Rider' de Yolanda Díaz

Un repartidor de Stuart, durante un servicio en la ciudad de Barcelona.

Un repartidor de Stuart, durante un servicio en la ciudad de Barcelona. / Ricard Cugat

Gabriel Ubieto

La empresa de reparto Stuart ha comunicado este lunes a sus trabajadores su intención de finiquitar sus operaciones en España y despedirlos. El cierre afectará a todos sus repartidores y gran parte del personal de oficina, lo que podría acabar saldandose en unos 400 despidos, sobre el total de 468 empleados que actualmente tiene en plantilla. Para ello la compañía aduce para ello pérdidas acumuladas sostenidas durante los últimos ejercicios, según la documentación a la que ha tenido acceso EL PERIÓDICO. Barcelona, con 319 empleados, sería la ciudad con más damnificados por la reestructuración.

El sector del reparto a domicilio experimenta una nueva salida del mercado español con el anuncio de Stuart y centenares de nuevos despidos. Esta compañía decide que ya no quiere invertir más en España y esperar a que su modelo de negocio sea rentable. En los papeles remitidos a la representación legal de los trabajadores aduce que no le sale a cuenta cumplir con la legislación laboral vigente y culpa directamente a la 'ley Rider' aprobada durante la pasada legislatura y que obliga a las empresas de reparto a tener a sus repartidores como asalariados.

Una condición que aumenta sus costes operativos, ya que pagar la Seguridad Social y proporcionar los medios de trabajo -móvil y vehículo- a los 'riders' sale más caro que tenerlos como autónomos. Y si bien lo marca la ley, no es una condición que todas las plataformas del sector estén cumpliendo, como es el caso de Glovo o Uber, que copan el mercado español y que ahora se quedan algo más solas para disputárselo.

Inicialmente Stuart empezó repartiendo con autónomos, que posteriormente fueron declarados falsos autónomos por la Inspección de Trabajo. Por lo que la empresa tuvo que pagar cuantías millonarias al erario público. "Tras la entrada en vigor de la Ley Rider en el ejercicio 2021, el margen bruto por envío no sólo volvió a generar pérdidas, sino que éstas se fueron incrementando año tras año", según traslada Stuart a su plantilla para anunciar su ERE.

La representación legal de los trabajadores inicia ahora un periodo de consultas, que por ley debe extenderse un mínimo de 30 días, para tratar de acordar con la dirección unas indemnizaciones para los afectados. Hasta hace poco los grandes fondos de inversión veían en este campo un atractivo donde prestar dinero y los bajos tipos de interés permitían a las compañías disponer de un alto flujo de capital con el que probar a ver si lograban estabilizarse en un mercado. Finiquitado el ciclo de dinero barato, los repartidores sufren las consecuencias.

Sector sin rentabilidad

El sector del 'delivery' suma a si su enésima reconfiguración y resta pluralidad a un terreno en el que solo aguantan, y no sin aplicar sus propios ajustes, Glovo y Uber. Firmas como Gorillas, Getir o antes Deliveroo decidieron ya abandonar el mercado español en busca de otras latitudes donde encontrar rentabilidad.

La propia dirección de Stuart afirma que mantendrá a una parte pequeña de su equipo técnico en España para intentar probar suerte en otro país. "Al ajustar los gastos operativos, si el plan propuesto sale adelante, se podrá mejorar la viabilidad financiera del negocio Stuart, garantizando que dispondrá de los recursos necesarios para aprovechar futuras oportunidades en los mercados con más posibilidades de crecimiento así como mantener parte de la plantilla en Stuart Delivery, S.L.", afirma en su argumentación para el ERE.

Y es que el mercado de las aplicaciones de reparto a domicilio no da dinero. Glovo todavía no ha logrado registrar sus primeros beneficios tras casi una década de vida y su matriz alemana le acaba de imponer recortes de personal en Barcelona para pasar a hacer parte de su operativa en Berlín. Uber aguanta sus inversiones dado el músculo financiero del que dispone como multinacional.

Y Just Eat sortea con su propio modelo el temporal, ya que si bien en España reparte con asalariados, en el Reino Unido despidió a toda su plantilla y pasó a repartir con autónomos para ahorrarse costes. De hecho, Stuart trabajaba como subcontratada de Just Eat allí, tras la reestructuración perdió su contrato y ahora efectúa sus propios despidos para cuadrar cuentas.

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