Mercado laboral

La EPA, en 4 claves: Los migrantes lideran un 2023 récord para el empleo

Cuatro de cada 10 nuevos puestos de trabajos generados los han ocupado personas nacidas fuera de España

Una camarera trabaja en una terraza de Valencia.

Una camarera trabaja en una terraza de Valencia. / EP

Gabriel Ubieto

España cerró un 2023 de récord en cuanto a creación de empleo. La encuesta de población activa (EPA) publicada este viernes confirma lo que los datos de afiliación venían apuntando mes a mes y es que la ocupación ha registrado, de media, uno de sus mayores incrementos de la estadística disponible. En paralelo, el paro ha bajado, si bien el gran aumento de población dispuesta a trabajar ha diluido sus registros y el descenso del desempleo ha sido sustancialmente menor que el incremento de la ocupación.

Los migrantes han sido los grandes protagonistas, en un ejercicio que también tiene, en ese sentido, rostro de mujer. La cuestión, ahora, es si, como sucedió en 2023, también el año 2024 será capaz de mejorar las expectativas de desaceleración en el empleo

1. Récord de empleo: los migrantes tiran de la afiliación

Si 2023 ha cerrado como uno de los mejores años en términos de ganancia de trabajadores en activos es gracias al protagonismo que han tenido las personas nacidas fuera de España. Nunca antes el peso de la afiliación extranjera en los nuevos empleos creados ha sido tan elevada, hasta el punto de que cuatro de cada 10 nuevos puestos de trabajos generados los han ocupado migrantes. En Cataluña dicha tendencia se ha confirmado más acusada, llegando la proporción a seis de cada 10, es decir, más de la mitad.

La ocupación crece y la población activa crece porque durante el año se han ido alimentando y sustentando esas expectativas de que se iba a crear más empleo. Y se ha confirmado. España cierra 2023 con 783.000 ocupados más que en 2022, un saldo récord que no esconde un cierto debilitamiento en la recta final del ejercicio. Lo que permite alcanzar un máximo de 21,2 millones de trabajadores en activo durante el cuarto trimestre.

Las autoridades no niegan que la desaceleración es evidente y que las perspectivas de cara al próximo año son menos intensas en cuanto a creación de empleo. Sin por ello entrar en un escenario de estancamiento y, ni mucho menos, destrucción, pero las ganancias serán más discretas. Y, en contra de algunas predicciones, el colectivo de autónomos ha crecido casi al mismo ritmo que el de asalariados.

2. Paro: la tasa más baja desde 2007

Esa intensa creación de empleo ha contribuido a que España cierre 2023 con la menor tasa de paro desde 2007, justo antes de estallar la burbuja financiera e inmobiliaria. La comparativa nacional es buena, pero no la internacional, ya que la española sigue siendo la tasa de paro más alta de toda la Unión Europea. En España la tasa es de 11,7% y la media europea está en 5,9%.

Otro dato agridulce es que en 2023 se redujeron los hogares con todos los miembros en paro, pero siguen por encima de los cien mil, concretamente en 115.100 en todo el país.

El número de parados se situó en 2,8 millones de personas, unos 193.000 menos que un año antes. Lo que permite a España anotarse el tanto de cerrar, por primera vez en 16 años, un ejercicio por debajo de la simbólica cota de los tres millones de parados. 

3. Más horas trabajadas... pero más parcialidad

La economía tiene más ocupados y el volumen total de horas que trabajan dichos ocupados va al alza. También es mayor que antes de la pandemia. Durante el último año el número total de horas laburadas, un indicador que habitualmente se utiliza para medir el grado de vitalidad de la economía (ya que a más faena, mejores perspectivas de crecimiento), ha aumentado un 3,3%. A un mayor ritmo que lo que está creciendo el PIB, que durante el tercer trimestre del 2023 -últimos datos disponibles del INE- avanzaba al 1,8%.

Y, en comparación con la pandemia, el número total de horas es actualmente 1,7% superior a las que se hacían entonces. Hay sectores estratégicos, como la industria manufacturera o el comercio, que todavía están lejos del volumen de trabajo que tenían entonces, pero en términos generales se ha recuperado el número de horas trabajadas.

No obstante, el número de horas que de media trabaja una persona a la semana va a la baja. Lo que históricamente se ha asociado a peores condiciones laborales, ya que el principal motivo de escasez de ingresos no es tanto el salario, sino querer hacer más horas para tener más ingresos y no poder hacerlas. Actualmente la jornada laboral media -contando gente que opera a tiempo completo y la que lo hace a tiempo parcial- es de 31,7 horas semanales, cuando antes del covid era de 33,8 horas. Además, hay una brecha de género en detrimento de las mujeres.

4. Más estabilidad en las contrataciones

Los efectos de la reforma laboral se dejan notar, sobre todo, en los mayores niveles de estabilidad en el empleo. Según los datos del Ministerio de Seguridad Social, ahora hay más de 3,1 millones de afiliados más con contrato indefinido que en diciembre de 2021, el último mes antes de la entrada en vigor de la reforma. Así, en diciembre, el porcentaje de afiliados con contrato indefinido se sitúa en el 86%, su máximo histórico, creciendo 16 puntos desde la reforma laboral. Y la tasa de temporalidad se mantiene en mínimos (el 14%). En el caso de los menores de 30 años, la reducción del nivel de temporalidad es más intensa, bajando en 31 puntos porcentuales (del 53% al 22%) respecto al nivel que tenía antes de la reforma.

Los efectos de la reforma laboral también se notan en la evolución de la tasa de temporalidad. En el sector privado cerró el ejercicio 2023, el segundo de vigencia de la nueva reforma laboral, en el 13,2%, un mínimo histórico. Por ponerlo en perspectiva, antes de que estallara la burbuja, la proporción de eventuales era del 32%, es decir, casi uno de cada tres trabajadores tenía la certeza de que tarde o temprano iba a perder el empleo que tenía.

No obstante, Roma no se construyó en un día y los altos índices de eventualidad se resisten a desaparecer entre determinados colectivos. Los más jóvenes todavía tienen un amplio margen de mejora en cuanto a estabilidad. Cuatro de cada 10 menores de 25 años que tienen un empleo lo tienen con un contrato temporal. La proporción ha descendido en los dos últimos años, pero sigue siendo muy elevada.

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