Wuolah, una red social en la que miles de estudiantes comparten sus apuntes, ha recibido una ronda de inversión de cinco millones de euros liderada por Seaya Ventures, el fondo que respaldó en sus inicios a los 'unicornios' españoles Glovo y Cabify.

La plataforma fue fundada en 2015 en Sevilla por cuatro amigos (Javier Ruiz, Jaime Quintero, Enrique Ruiz y Francisco José Martínez) que ya habían terminado la universidad.

No es la primera inversión que recibe: hasta la fecha había recaudado 1,3 millones de euros con el respaldo de entidades públicas, como el Fondo para Emprendedores Tecnológicos de la Junta de Andalucía. En 2018 pasó por Lanzadera, la aceleradora de startups del fundador de Mercadona, Juan Roig. En la ronda recién cerrada también ha participado Alter Capital, una gestora de capital riesgo andaluza.

Quintero, el actual CEO, "se dio cuenta de que faltaba algo para compartir los apuntes sin tener que ir a pedírselos a la persona que los hacía bien y parecer un pesado y que, a su vez, esta persona pudiera verse recompensada", explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario que pertenece a este mismo grupo, Janira Planes, responsable de comunidad y contenidos de la empresa.

Y es que la principal diferencia de Wuolah con plataformas más antiguas y parecidas, como El Rincón del Vago o Patatabrava, es que los estudiantes pueden cobrar por subir sus apuntes. La empresa les inserta publicidad en los márgenes y paga a los autores en función de la asignatura, el grado y las descargas.

"Cuantos más usuarios hay en una asignatura, más nos paga el anunciante y más podemos pagar nosotros al creador", añade Planes. Para el estudiante que descarga los apuntes siempre es gratis, salvo que contrate la versión 'pro' —de 7,95 euros al mes o 50 euros al año— y evite la publicidad. "Es una de las cosas que más critican los usuarios, que se tragan mil anuncios. Pero es la vía que tenemos para poder pagar por los apuntes".

Este modelo de negocio ha levantado ciertas ampollas entre algunos profesores, que no ven con buenos ojos que terceros se lucren con su trabajo.

"Hay profesores que amenazan a sus alumnos con que no suban sus apuntes a Wuolah, pero no sucede en todas las universidades. Son casos anecdóticos", cuenta Planes. "En principio, y por lo que nos han dicho los abogados, compartir contenido de una clase no incumple la ley de protección de datos. Sí hay un problema cuando son contenidos sujetos a copyright, como fragmentos de libros. En ese caso, lo eliminamos en cuanto lo detectamos".

Según datos compartidos por la empresa, actualmente cuentan con 2,5 millones de estudiantes registrados y más de cinco millones de documentos subidos. El 90% del negocio proviene de la publicidad y el 10% restante, de las suscripciones. Pero como muchas startups tecnológicas, Wuolah aún no es rentable: en 2020 ingresó 277.000 euros y tuvo pérdidas de 340.000, según las cuentas presentadas en el Registro Mercantil.

Con los cinco millones de Seaya y Alter Capital, Wuolah pretende mejorar su producto y aumentar las opciones de creación de contenido y monetización por parte de los estudiantes. "Ya está incluida la parte de poder monetizar vídeos. Y ahora tenemos un equipo trabajando en la parte de streaming, haciendo entrevistas con los usuarios para ver qué les parecería incluir clases particulares", añade Planes.

Aunque no está en sus planes más inmediatos, a largo plazo el equipo —que ronda las cincuenta personas entre desarrollo, ventas y marketing— sí valora que sean los propios profesores los que usen la plataforma (por ejemplo, para subir ellos los apuntes o vídeos).

"Para nada vamos contra los profesores. Wuolah es más un complemento", concluye la responsable de comunidad. "La idea es que ir hacia algo como el flipped learning [el aprendizaje al revés]: que vayas a clase con los apuntes leídos y la aproveches para hablar y hacer preguntas".