Los trabajadores de Vestas Viveiro han votado este miércoles, "de forma asamblearia y libre", el fin de su lucha, toda vez que la plantilla de la fábrica de aerogeneradores de Chavín ha recibido las cartas de despido y la firma danesa les ha ingresado el finiquito en sus respectivas cuentas.

El presidente del comité de empresa, David Mariño, ha definido el de hoy como un "día triste" para la Mariña lucense, por un lado porque la planta de Alcoa en San Cibrao apagará sus cubas tras un referendo en el que ha salido adelante la propuesta de la multinacional del aluminio y, por otro, porque Vestas también ha vivido su propia jornada triste.

"Curiosamente acabamos con una votación igual que los compañeros de Alcoa", suscribe en un comunicado, y a los colegas les reconoce su "digna" y "muy, muy larga" batalla.

Mariño explica en la nota explicativa que el apoyo a la causa de Vestas Viveiro "es nulo" y, a nivel institucional, dice que de Gobierno y Xunta poco más han recibido que "una palmadita en la espalda".

"Hemos luchado dignamente con el fin de encontrar un comprador para Vestas Viveiro y devolver algo de trabajo a la Mariña, pero nada... Lo cierto es que las últimas mesas industriales nos mostraron claramente la apatía y falta de compromiso de las administraciones en la búsqueda de soluciones y lo poco atractiva que resulta la reindustrialización" de la costa de Lugo.

"Nuestra lucha acaba porque nació muerta y esto no es culpa de los trabajadores de Vestas Viveiro", detalla, al hablar del ERE a 115 empleados.

Y explica la postura adoptada: "Visto el deprimente panorama y lo poco probable que sería ganar la nulidad judicial del ERE, e incluso ganándola, en el mejor de los casos nos conduciría a otro ERE en pocos días, optamos por buscar una conciliación previa al juicio".

En un tiempo muy corto, de apenas dos días, continúa, se ha presentado y aceptado una conciliación económica para todos los empleados de Vestas Viveiro, así como opciones de jubilación para mayores de 55 años y recolocaciones en el centro que aún estaban sin cubrir y que suponen 24 plazas.

A quienes valoran esta actitud como una derrota, Mariño les hace la siguiente observación: "después de la lucha, ¿qué queda? Cuando lo has hecho todo bien y aún así sigues solo, ¿qué debes hacer?"

Y él mismo se responde: "Una cosa está clara, de promesas no se vive ni se come todos los días. Creo que se debe poner en valor el compromiso de todos los trabajadores de Vestas Viveiro que han hecho lo posible y más para buscar una solución y que todos juntos han decidido su propio destino de manera valiente y responsable".

A pesar de que la Xunta de Galicia convocó una Mesa Industrial para tratar de buscar una alternativa al cierre de la fábrica de Viveiro, el propio gobierno gallego denunciaba hace unos días que Vestas, “con su actitud”, está echando por tierra “cualquier posibilidad de venta” para esas instalaciones, que es “la única salida para mantener activa la planta y preservar los puestos de trabajo”.

La conselleira de Emprego e Igualdade, María Jesús Lorenzana, mantuvo en fechas recientes una reunión con miembros del comité de empresa y representantes sindicales, a los que les comunicó que los inversores interesados en hacerse con la propiedad de la planta con los que había contactado la Xunta se habían echado para atrás “ante las trabas puestas por la multinacional”.

“Vestas no está interesada en vender, no quiere que ningún otro operador adquiera la factoría y lleve a cabo un proceso de reindustrialización en la fábrica para poder mantener el empleo”, dijo la conselleira al terminar ese encuentro con los trabajadores.

La multinacional, a su vez, siempre ha defendido que su postura viene derivada de la “ausencia de un interés firme y real por parte de los potenciales inversores” en la compra de la fábrica vivariense, a pesar de que dos consultoras especializadas, KPMG, “mandada por el Instituto Galego de Promoción Económica -IGAPE-, y LHH, “contratada por Vestas”, sondearon el mercado para evaluar esa posibilidad.

Vestas mantuvo en todo este tiempo que el cese de actividad, y, en consecuencia, el ERE que afecta a toda su plantilla en Viveiro, viene motivado por la “obsolescencia de los productos, la sobrecapacidad de producción y la reducción de demanda en Europa”, circunstancias que no le permiten mantener la actividad ni tampoco añadir carga de trabajo a esa fábrica. EFE

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