La transgresión de la norma en Ibiza

Lo curioso y paradójico es comprobar hasta qué punto esto ha calado en el comportamiento diario del ciudadano de a pie, incluso encuentras residentes, tanto nacionales como internacionales, que se han afincado aquí por ese motivo, con el convencimiento de que la libertad individual en Ibiza está por encima del respeto a las normas de convivencia del colectivo

Acceso a los estanques deses Salines en la playade es Cavallet.

Acceso a los estanques deses Salines en la playade es Cavallet. / Fernando J. Escudero

Fernando Escudero Andújar

De sobra es conocida Ibiza como un destino turístico de primer orden mundial. Todos los indicadores económicos así lo reflejan. Cientos de miles de turistas visitan las Pitiusas en busca de diversión, sol y playa; una oferta hotelera y de restauración de prestigio, los precios de adquisición o alquiler de vivienda de los más altos del país, al igual que la cesta de la compra. Quizás no tanto las condiciones de vida y laborales de la gente que sustenta todo esto.

Pero no lo es tanto por la atracción que ejerce sobre los amantes del incumplimiento de la ley.

Las islas, en general, e Ibiza en particular son un foco de atracción para los amantes de la transgresión. En todos los ámbitos y aspectos de la vida. Desde el incumplimiento de las normas urbanísticas, coeficientes de edificabilidad, apropiación de espacios públicos, infracciones de seguridad vial, oferta ilegal de alquiler turístico, amarres clandestinos, hasta una larga lista relacionada con el mundo de la fiesta.

En todo caso son transgresiones que compete denunciar a la autoridad pertinente o a aquellos que tienen voz pública para hacerlo.

Lo curioso y paradójico es comprobar hasta qué punto esto ha calado en el comportamiento diario del ciudadano de a pie, incluso encuentras residentes, tanto nacionales como internacionales, que se han afincado aquí por ese motivo, con el convencimiento de que la libertad individual en Ibiza está por encima del respeto a las normas de convivencia del colectivo. Las Islas, como paraíso de la libertad individual, vende y mucho.

Paseo peatonal de la playa
de Talamanca. F.J.Escudero

Paseo peatonal de la playa de Talamanca. / F. J. Escudero

Resulta desesperanzador salir a pasear por caminos y senderos de Ibiza y encontrar restos de basura en los rincones más recónditos. Desde los fondos marinos hasta en el sotobosque más aislado, seguramente producto de quedadas o fiestas ilegales. Indignante es que obliguen a paseantes y caminantes a abandonar la pasarela peatonal de la playa de Talamanca porque estorbas y molestas a las decenas de individuos o grupos de ciclistas, muchos de ellos ataviados de costosísimas equipaciones e incluso con bicicletas motorizadas, que circulan por ella haciendo caso omiso a las numerosas señales de prohibición que hay para evitar esto.

Algo similar ocurre en ses Salines, donde un nutrido número de ciudadanos, con frecuencia, pasean sus mascotas sin correa ni bozal, por los senderos del Parque, mascotas que invaden y persiguen por estanques y canales ejemplares de la avifauna del lugar, especialmente vulnerables en momentos de anidamiento y reproducción. Qué decir de quienes incluso arrojan objetos a flamencos y otras especies porque fotografiarlos en vuelo es más bonito.

La gran cantidad de recursos públicos que hay que destinar para proteger con vallas espacios sensibles porque no se respetan los paneles y señales de prohibición, como ha ocurrido recientemente en el Camino de Salceró, en es Cavallet, donde ha habido que colocar una aparatosa valla, seguramente muy costosa, para evitar que se invadan las zonas dunares protegidas; o con la ocupación de parcelas de propiedad privada en lugares emblemáticos como Cala Salada, Punta Galera, mirador de Cala de Hort, y un sinfín de lugares en los han tenido que colocar unos pedruscos, con un impacto visual horrible, para evitar que se conviertan en aparcamientos de facto.

Incivismo

Los vertederos de basura en ses Feixes son un problema mayor, pero la diseminación de envases, envoltorios, cajetillas de tabaco, cacas de perro y restos inorgánicos en acequias y caminos son producto del incivismo de quienes las transitan, un atentado contra el medio natural y una falta de consideración para quienes queremos pasear y disfrutar de este prodigioso legado morisco.

Una reflexión aparte habría que realizar sobre la relación que tenemos con la joya de la corona en las Islas: el mar y su litoral.

En el reciente Congreso de Afonib (Fotografía de Naturaleza) celebrado en Sant Josep, Xavier Mas, en sus ponencias ‘La herencia del Mediterráneo’ e ‘Impresiones del Mediterráneo’, realizó un más que extenso relato de las numerosas agresiones que infligimos al medio marino, pero me quedo con la indignación que mostraba Núria Blanco, en su ponencia, al percatarse de la captura de un pulpo por unos bañistas en una playa de la Costa Brava (probablemente causándole la muerte) usándolo como objeto de entretenimiento y diversión. Le daría un sincope si comprobara la frecuencia con lo que esto ocurre cada verano en Ibiza, con muy diversas especies marinas, con la presencia de pescadores de caña o ataviados con neopreno y arpón (quien sabe sin con licencia o no), que acosan impunemente a bañistas, con el consiguiente riesgo de lesiones. Ocupación de playas por negocios privados, amarres clandestinos, vertidos de aguas fecales, fondeos sobre posidonia,… la lista sería bastante larga; todo un despropósito.

Una vez más, transgresiones cotidianas, interiorizadas, que asimilamos como derechos individuales sin pararnos a pensar que estamos incumpliendo la ley.

Qué fuerza moral podemos esgrimir los ciudadanos para exigir honestidad a nuestros dirigentes públicos si individualmente somos incapaces de respetar las normas más elementales.

Educar y concienciar suele ser más efectivo, y barato, que prohibir y acotar.

(*) Fernando Escudero Andújar es licenciado en Geografía e Historia.Especialidad de Geografía Máster Universitario en Tecnología, Administración y Gestión del Agua. Especialista en Estudios Ambientales

Suscríbete para seguir leyendo