Reportaje

Rescates de los bomberos de Ibiza plantando cara al vértigo

Los Bomberos de Ibiza se curten contra el vértigo en la torre del parque insular con el objetivo de reaccionar adecuadamente en el momento real del rescate 

Ángela Torres Riera

Ángela Torres Riera

Seleccionar el punto de anclaje correcto es fundamental para empezar a deslizarse en vertical con firmeza. Es el origen de todo un sistema de seguridad formado por poleas, arnés y una preparación profesional que se curte primero en el parque de bomberos de Ibiza y luego sobre el terreno de la isla. Algunos bomberos, guiados por el caporal del Grupo de Rescate Vertical (GRV), Bernat Escrivà, simulan repetidamente estas maniobras durante las horas muertas en el parque. Desde lo alto de una torre para este propósito, con un rocódromo incorporado, Escrivà supervisa el descenso de los efectivos en pareja en un baile que simula una maniobra de autosocorro. El objetivo de este ensayo es rescatar al compañero en caso de sufrir alguna urgencia. El mismo mecanismo de cuerdas, camilla y correas se utiliza también para socorrer a víctimas y alejarlas del peligro.

Bernat Escrivà coloca el arnés a uno de los efectivos del GRV.

Bernat Escrivà coloca el arnés a uno de los efectivos del GRV. / Vicent Marí

Ninguno de los bomberos es ajeno a esta preparación, sino que todos los profesionales del parque cuentan con conocimientos «de altura», regulados por Real Decreto. Toda la plantilla cuenta con la habilidad de montar una línea de progesión en una vertical (para realizar un rescate en descenso) o de hacer movimiento de cargas. «Imagina que se cae un ventanal y hay que retirarlo porque supone un peligro», expresa el caporal del GRV. Los materiales necesarios para ello se ubican en todos y cada uno de los vehículos con los que cuenta el parque de bomberos. Entre ellos, hay cuerdas, polipastos, contrapesos y mosquetones homologados con una capacidad de carga bastante alta (como mínimo, unos 2.200 kilos de peso). El equipaje también incluye aseguradores con bloqueo asistido para frenar cuando los bomberos van rapelando y retenedores que una vez «sufren un impacto» terminan su corta vida y hay que sustituirlos. Lo más importante es que la seguridad esté asegurada.

Cuando se trata de una emergencia más ardua, se activa el grupo especial, formado por doce miembros armados con elementos de rescate más específicos para realizar maniobras complicadas: cuerdas de vasta longitud para montar, por ejemplo, tirolinas, mosquetones con distintos niveles de resistencia y varios tipos de poleas; con sensor, doble resistencia...también taladros y tornillos. La reducida plantilla a veces provoca que profesionales que no pertenecen exclusivamente al GRV den apoyo en algunas de estas emergencias (que se dan sobre todo en acantilados) con funciones de preparación que siempre supervisa, luego, alguno de los especialistas que conforman el grupo especializado en actuaciones de rescate.

El caporal del GRV 
supervisa a dos bomberos 
durante las prácticas.

El caporal del GRV supervisa a dos bomberos durante las prácticas. / texto àngela torres Fotos vicent marí

Donde no llega el vehículo

Aunque el cuerpo de emergencias cuenta con un vehículo especial para el GRV y otros dos camiones de altura, los profesionales tienen que estar preparados en todo momento para «rapelar». La Auto Escalera Automática (AEA) llega hasta una altura de 30 metros pero es «rígida», explica Miguel Sevilla, jefe de bomberos, lo que no permite movilidad en vertical. En cuanto al Autobrazo Extensible (ABE), cuenta con un último tramo basculante, pero solo llega hasta los 18 metros. Por eso, cuando se da un suceso a gran altura o, por ejemplo, en un patio interior, donde ninguno de los camiones puede acceder, es necesario realizar un trabajo de altura con un punto de anclaje superior.

Un momento durante las prácticas de rescate vertical en el parque de bomberos de Eivissa.

Varios bomberos en lo alto de la torre a punto de descender con las poleas. / Vicent Marí

Para saber por donde van los tiros antes de desplazarse, desde el Parque Insular siempre se pregunta, al recibir un aviso, qué está pasando, dónde está pasando, y principalmente, «a qué altura», especifica Sevilla. «Se anota también el tipo de intervención y si hay gente atrapada».

Varios bomberos en lo alto de la torre a punto de descender con las poleas.

Un momento de las prácticas de rescate. / Vicent Marí

A veces, cuando la primera dotación llega al escenario, se vuelve a poner en contacto con el Parque para informar de que hace falta ampliar el servicio con «más personal, más botellas de aire o lo que sea». Tras instalar un punto de anclaje fijo, entonces entra en juego la preparación.

Fran lleva el arnés integral y simula una maniobra de autorescate junto a otro bombero que finge haber sufrido un desmayo que le ha dejado fuera de combate. El tándem desciende pacientemente con el sistema de poleas desde lo más alto de la torre del patio de bomberos. Uno de ellos asistiendo al otro, que permanece inmóvil, tumbado en una camilla a la que está sujeto con unas correas. Se trabaja con doble cuerda para reforzar la protección. Este tipo de rescate es el que ejecutaron los bomberos de Valencia el pasado 22 de febrero para rescatar a compañeros y víctimas durante el devastador incendio en un edificio de Campanar que se cobró la vida de diez personas después de que las llamas se extiendieran rápidamente por el inmueble.

La importancia de no enfriarse

El grupo de rescate vertical incluye, en su programa profesional, con un total de unas 90 horas de prácticas anuales obligatorias para ensayar las actuaciones y que así los efectivos «no se enfrien». En ese tiempo de entreno, la plantilla de Ibiza prepara los movimientos que después reproducirá en un escenario verídico. No solo las maniobras en altura, sino también la formación sanitaria (como los porteos en camilla) por si fuera necesario atender de urgencia a alguno de los compañeros o de las víctimas.

Naturaleza crítica

La llegada de la temporada turística supone formarse arduamente en maniobras de rescate en los puntos negros del terreno insular y donde frecuentan más los avisos. La pedrera de Cala d’Hort, Cala Blanca o l’Avenc de na Coloms, el enclave más problemático durante las últimos veranos, son los escenarios que los bomberos eligen para desempeñar rescates simulacro y así estar preparados, con la llegada masiva de turistas hambrientos de explorar Eivissa, para actuar en ellos con desenvoltura. 

«Se tienen planificados ejercicios para dar respuesta a situaciones de emergencia que se han ido percibiendo desde el trabajo de campo», explica Sevilla. Sobre todo, en los puntos negros de la isla donde los rescates se incrementan exponencialmente en verano, con la llegada masiva de turistas a Ibiza. El encanto de muchos de estos paisajes los ha transformado en puntos negros por su popularización a través de redes sociales, que ha despertado en los visitantes el deseo de explorarlos sin contar a veces con la preparación física necesaria para ello.

El mes de abril supone, para los bomberos, empezar a entrenarse en las inmediaciones de estas zonas críticas, como l’Avenc de na Coloms, sa Pedrera de Cala d’Hort o Cala Blanca, donde se percibe que va a haber trabajo durante la temporada turística. El caporal del GRV ya tiene fichas técnicas con un protocolo de actuación muy específicas que se aplican cada vez que se desempeña un rescate en alguno de estos enclaves naturales de la isla. Respecto a estas áreas conflictivas, Escrivà señala que son arduas y desconocidas incluso para ellos. «Vamos adquiriendo experiencia en esos terrenos a medida que va pasando el tiempo, como con todo en la vida», concluye este profesional de las alturas.

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