Dominical. La cara b

Victoria Beckham, la pija de oro

Victoria Beckham junto a su marido

Victoria Beckham junto a su marido

Natalia Araguás

Bailaba la última de la escalera en el videoclip del Wannabe de las Spice Girls, no logró una carrera musical en solitario y su mayor talento artístico parecía una asombrosa capacidad para salir igual en todas las fotos, con la cabeza ladeada y una sonrisa indescifrable que ni la Mona Lisa. Y sin embargo, más de un cuarto de siglo después de saltar a la fama como «la pija» del grupo femenino más famoso del pop, Victoria Beckham (Harlow, 1974) ha demostrado que su tirón sigue intacto y que incluso puede caer simpática. Su naturalidad ha sido el mayor descubrimiento de la docuserie Beckham, entre lo más popular de Netflix en España un mes después de su estreno. Más allá del momento viral en que su marido, David Beckham, asoma la cabeza tras la cortina para corregirle cuando se define como «de clase trabajadora» y hacerle confesar que su padre la lleva al colegio en un Rolls-Royce, Victoria aborda con honestidad los momentos más infaustos de la pareja y hasta demuestra su capacidad para la ironía cuando invita a su perro Olive a entrar en el plano para acariciarlo y así parecer «más maja». «Necesitarás más de uno», bromea su marido: «Deberías traer los otros dos».

A punto de cumplir los 50 años, Victoria Beckham hace tiempo que se reveló como el eslabón fuerte de esta power couple que cuenta con una fortuna conjunta de 450 millones de dólares, según el portal Celebrity Net Worth. Ella misma ha confesado que se dio cuenta sobre el escenario del Madison Square Garden de que disfrutaba más diseñando el vestuario de las Spice Girls que actuando con ellas. Su apuesta por la moda, lejos de ser el capricho pasajero que muchos vaticinaron, se ha demostrado como su verdadero talento. Tras colaborar con diversas marcas, creó la suya propia en 2008 y ha conseguido seducir a celebrities como Beyoncé, Eva Longoria e incluso la reina Letizia, que apostó por uno de sus diseños el año pasado para asistir a la recepción de bienvenida en el Palacio de Buckingham con motivo de la coronación de Carlos III. Ella misma ha sido la mejor modelo de sus creaciones, con un estilo que ha evolucionado con la edad, de los minivestidos negros y los tops de los 90 –«era un signo de inseguridad que siempre usara ropa muy ajustada», ha confesado– a prendas de corte atemporal y trajes de chaqueta.

A rebufo de la beckhamanía que ha desatado el documental de Netflix, Victoria ya está promocionando su nueva colección de perfumes bajo la línea ‘Victoria Beckham Beauty’. A través de su Instagram, dice que ‘Suite 302’ huele al París donde vivió uno de sus momentos más románticos. Tras las infidelidades del futbolista durante su época en el Real Madrid de 2003 a 2007 –Rebecca Loos entre las más sonadas–, David Beckham la llevó a la capital francesa a renovar sus votos. A diferencia de aquel «España huele a ajo» que le ha perseguido siempre y ella niega haber pronunciado, aquel París desprende aroma de «cereza negra, piel y tabaco».

Otro de sus perfumes, ‘Portofino ‘97’, le ha regalado también Victoria Beckham a su nueva mejor amiga, Antonela Rocuzzo, con la que se muestra inseparable desde que su marido Lionel Messi fichara por el Inter Miami, equipo del que David Beckham es propietario. El matrimonio está convirtiendo Miami en el nuevo epicentro del famoseo internacional, con celebridades como Camila Cabello o Rauw Alejandro dejándose caer por el estadio, como atestiguan los más de cien millones de seguidores que entre los dos suman en Instagram. Si fútbol no es solo fútbol, lo de los Beckham, próximos a celebrar sus bodas de plata y con cuatro hijos en común, hace tiempo que va mucho más allá del amor.

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