Dominical. Coses Nostres

Corales dorados en la corriente

Las anémonas incrustantes amarillas son frecuentes en los fondos marinos de Ibiza y Formentera y podrían existir varias especies aún no descritas

Anémona incrustante
amarilla en los cañones 
de es Vedranell. CAT

Anémona incrustante amarilla en los cañones de es Vedranell. CAT / Cristina Amanda Tur

Los cnidarios más conocidos son, probablemente, las medusas y las anémonas fideos, pero en este amplio grupo de invertebrados marinos se incluyen también todos los corales, animales que tienen más aspecto de plantas que de animales y que suelen destacar por sus espectaculares formas y su colorido. Por otra parte, no todos los corales son como los corales pétreos que construyen arrecifes en los mares tropicales, sino que en tal término —al menos entendido de una manera popular y poco académica— se incluyen octocorales como las famosas gorgonias y algunos zoantarios como la anémona incrustante amarilla, muy abundante en las costas del Mediterráneo en general (principalmente en la cuenca occidental) y en los fondos marinos de Ibiza y Formentera en particular.

En las zonas umbrías, en túneles, entradas de cuevas y bajo los voladizos de las rocas, abundan los organismos de colores llamativos y, entre ellos, destaca el amarillo dorado de este antozoo de nombre científico Parazoanthus axinellae. Le gusta la sombra, cierta oscuridad, pero también le gustan las corrientes, por lo que prospera en las paredes de los túneles; en los cañones de es Vedranell, por ejemplo, existen espléndidas colonias de esta especie, combinándose con esponjas azules y con algas coralinas rojas, cubriendo amplias zonas de las paredes y contribuyendo a convertir esta inmersión en una de las más bonitas de la costa oeste de Ibiza. Y también en una de las más sensibles, lo que significa que los buceadores deben estar especialmente atentos, al cruzar los cañones, de no dañar las paredes con las aletas. De hecho, este riesgo figura entre las amenazas a esta especie en numerosos informes, junto al calentamiento global, los impactos de la pesca y la disminución de la calidad de las aguas en ambientes marinos costeros por la excesiva presión antrópica.

Este coral zoántido ha sido ampliamente estudiado en el Mediterráneo occidental a lo largo de muchas décadas. Sin embargo, «a pesar de que se trata de una especie muy común y ampliamente citada en un gran número de artículos científicos centrados en la ecología bentónica mediterránea, la taxonomía todavía dista mucho de estar resuelta adecuadamente. Desde nuestro punto de vista se trata de un complejo de especies que se encuentran erróneamente agrupadas dentro de P. axinellae». Estas dos frases son el punto clave de una investigación publicada en 2019 en la Revista de la Academia Canaria de Ciencias, liderada desde el Museo del Mar de Ceuta y para el que también se estudiaron poblaciones ibicencas de la anémona incrustante amarilla.

«Después de analizar el material y las imágenes, nos dimos cuenta de que era muy difícil considerar a Parazoanthus axinellae como una sola especie. La morfología externa y el color señalan claramente diferencias importantes entre las poblaciones que tradicionalmente se han agrupado en una especie». Es decir, tras poner de manifiesto la difícil taxonomía de estos corales, los investigadores —liderados por Óscar Ocaña— han llegado a la conclusión de que existen al menos «dos morfologías muy diferentes en color, partículas minerales incrustadas, ramificación y ecología». Y resulta que la variedad que encontraron en Ibiza ha sido clasificada dentro del segundo morfotipo, sin que ello signifique que no existen las dos clases: «en las Islas Baleares (Ibiza) se ha observado en paredes formando parte de comunidades coralígenas, compuestas principalmente por algas calcáreas, algas verdes Palmophyllum crassum y briozoos arbustivos, a 20-30 metros».

Este segundo morfotipo, también hallado en la costa catalana, en Ceuta y en Córcega y que podría, asimismo, incluir varias especies, tiende a crecer en esponjas del género Axinella. De hecho, los pólipos de anémona incrustante amarilla de la imagen que acompaña a este texto están creciendo sobre una esponja Axinella amarilla. Respecto al primer morfotipo, se puede encontrar hasta unos 40 metros de profundidad y sus poblaciones «son especialmente comunes en las laderas afectadas por fuertes corrientes junto con invertebrados y algas calcáreas».

UN ORGANISMO MÚLTIPLE

Aunque se conoce a este animal como anémona, lo cierto es que su anatomía es algo distinta, y lo más significativo es que Parazoanthus axinellae forma colonias cuyos pólipos —individuos— se hallan unidos por un tejido común. Los pólipos de esta anémona miden unos dos centímetros de altura y 7 milímetros de anchura. Y cada uno de ellos posee entre 26 y 34 tentáculos en dos círculos concéntricos. Este animal con forma de planta vive unos diez años y puede encontrarse tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo.

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