Imaginario de Ibiza: el paraíso al doblar la esquina

Los varaderos del extremo septentrional de La Xanga constituyen una frontera entre dos visiones de Ibiza: la tradicional, de pescadores y vida sencilla, y la más contemporánea, del falso lujo y los excesos

Varaderos de la Xanga. x.p.

Varaderos de la Xanga. x.p. / xescu prats

El silencio es el sueño que nutre la sabiduría. (Francis Bacon)

El Museo del Prado, una de las pinacotecas más visitadas del mundo, alberga obras extraordinarias: ‘Las meninas’, de Velázquez; ‘La maja desnuda’, de Goya; ‘Las tres gracias’, de Rubens; ‘Adán y Eva’, de Durero; ‘El caballero de la mano en el pecho’, de El Greco… Cada aficionado que visita este museo madrileño suele salir de allí enamorado de un cuadro específico. Para muchos, sin embargo, el más fascinante de todos es ‘El jardín de las delicias’, de El Bosco.

Este tríptico, pintado al óleo alrededor del 1500, exhibe, una vez abierto, tal profusión de detalles, símbolos y mensajes crípticos, que aun contemplándolo mil veces resulta imposible de asimilar. La primera tabla, ‘El jardín del edén’, muestra el paraíso en el último día de la creación, con Adán y Eva acompañados por Dios; un mundo ideal y apacible, donde los seres conviven en armonía. El panel central, el más grande, se llama ‘El Jardín de las delicias’ y representa la degeneración a través del pecado de la carne; una multitudinaria orgía con docenas de personajes desnudos, salpicada de símbolos que en la edad media aludían a la lujuria, como determinados frutos y pájaros. La tabla final, ‘El infierno’, cierra la trilogía, con montones de bestias, humanos atormentados y otros que parecen gozar infligiendo y recibiendo dichos castigos, en mitad de un paisaje putrefacto.

La triple visión de Jheronimus Bosch constituye una parábola tan poderosa del mundo, que ha sorteado los siglos sin perder un ápice de vigencia y que, de alguna forma, puede aplicarse en sentido metafórico a cualquier territorio que, como Ibiza, ha experimentado una evolución social y económica acelerada. El paraíso virgen pero vacío, donde el hombre sobrevivía con gran esfuerzo físico; la bonanza y el crecimiento demográfico asociados al desarrollismo, y, por último, el infierno de la sobreexplotación, que poco a poco va desdibujando las raíces. Tres mundos que conviven a la vez en esta Ibiza nuestra, aunque no sabemos por cuánto tiempo.

Lo sorprendente es que las visiones más extremas de esta isla se tocan en múltiples de sus paisajes, generando contrastes asombrosos. Uno de los más incontestables en este sentido hay que buscarlo en los varaderos de La Xanga o sa Sal Rossa, al pie de la Torre des Carregador y junto al viejo y carcomido muelle de la sal. Allí se alinean una veintena de casetas, anárquicas en su construcción. Tienen la retaguardia al aire, pues carecen de un acantilado al que aferrarse, y por sus raíles de madera aún descienden llaüts y chalanas de antiguas familias pescadoras, que conservan este legado por afición. Dicho conjunto etnográfico establece otra simbólica esquina donde la Ibiza de antes rompe con la de ahora, de una forma tan contundente como lo hacen las olas al colisionar con el islote de sa Sal Rossa y los muelles de la propia orilla, durante los temporales.

Basta con doblarla para sentir las brasas candentes de la versión ibicenca y contemporánea del infierno de Jheronimus Bosch, con sus torres elevadas, el hormiguero que cubre el arenal de Platja d’en Bossa, el estruendo de los lujosos chiringuitos y los hoteles discoteca, los efluvios agrios del emisario que de vez en cuando trae la brisa, el exacerbado desarrollismo que desdibuja la belleza de las murallas renacentistas a lo lejos…

La gente que allí se concentra de manera tumultuaria, sin embargo, adora esta incendiaria versión ibicenca y gozan con el exceso. Así que el paraíso está al doblar la esquina, ya sea en un sentido o en otro. Como en ‘El Jardín de las delicias’…

De la soledad a la muchedumbre

No solo el urbanismo subraya el contraste entre La Xanga y Platja d’en Bossa. La soledad de una contradice la aglomeración que registra la otra, de la misma forma que lo hace el silencio frente al ruido, o la vida sencilla y tradicional de los pescadores con los vips de los beach clubs que llegan en avión privado. Dos mundos en perpetua colisión que, a pesar de todo, siguen existiendo.

Xescu Prats es cofundador de www.ibiza5sentidos.es, portal que recopila los rincones de la isla más auténticos, vinculados al pasado y la tradición de Ibiza

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