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La subida límite de 2ºC cada vez más cerca

Los líderes mundiales decidieron en 2015 no sobrepasar una subida de 1,5ºC (2º como mucho) en el año 2100. Sin embargo, esa barrera se rebasará ya en 2032, según los científicos.

Crisis climática. D.I.

La Tierra se abrasa: vive los años más calurosos registrados por el ser humano. De hecho, 2021 empató con 2018 como el sexto año más cálido desde 1880, cuando comienza el registro de temperaturas del Observatorio de la Tierra de la NASA. Así lo adelantaba hace unas semanas la Organización Metereológica Mundial (OMM), lo que dio mucho que hablar en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Ahora, la NASA y la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA) acaban de publicar su informe anual, en el que ratifican el mismo veredicto. La Tierra está «al borde del precipicio climático». La gran pregunta es: ¿Cuándo llegará el planeta al límite de temperatura impuesto en el Acuerdo de París? La NASA cree que será solo en diez años.

LA subida límite de 2ºC cada vez más cerca

En el año 2015, las autoridades internacionales, a través del Acuerdo de París, fijaron como límite 2°C de aumento sobre los niveles preindustriales (haciendo lo posible por quedarse en 1,5ºC), y dictaron medidas de prevención para retrasar lo más posible este momento. Pero con el incremento de temperaturas registrado hasta ahora, ese temible máximo podría alcanzarse en 2032, no en 2100.

LA subida límite de 2ºC cada vez más cerca

«Ya estamos alrededor de 0,8º o 0,9°C (por encima de los niveles preindustriales). Si se sigue el patrón que se está viendo, en diez años, más o menos, en 2031 o 2032, estaríamos llegando a ese punto (1,5°C )», explica Edil Sepúlveda, científico del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.

El investigador subraya que ese año no se acabará el mundo ni significa que tenga que haber cataclismos, pero añadió que si no se han tomado las medidas necesarias, habrá zonas del planeta donde resultará «muy difícil vivir».

LA subida límite de 2ºC cada vez más cerca

De hecho, con un aumento semejante en la temperatura media, los desplazamientos de grandes poblaciones por culpa del clima se incrementarán, la agricultura notará descensos muy acusados y la disponibilidad de agua se reducirá de forma que contribuirá mucho a la inhabitabilidad de amplias zonas del planeta.

El informe de la NASA y la NOAA detalla que la temperatura de la superficie terrestre y oceánica durante el año pasado fue de 14,7°C, lo que supone 0,84°C por encima del promedio del siglo XX. De esta manera, 2021 fue el sexto año más cálido desde 1880, solo superado por 2015, 2016, 2017, 2019 y 2020. Los dos años más cálidos han sido hasta ahora 2015 y 2020.

Pero ese sexto puesto (que puede parecer algo rezagado) no significa que se haya roto la tendencia al alza; al contrario, 2021 fue uno de los años más calurosos, pese a que se registró el fenómeno conocido como la Niña, que implica un enfriamiento de las aguas del Pacífico y una bajada generalizada de las temperaturas, que los científicos estiman en, aproximadamente, 0,03ºC.

Así que 2021 ha seguido el patrón de la última década y fue el cuadragésimo quinto año consecutivo con temperaturas superiores a la media del siglo XX. Además, 2021 registró el verano más caluroso de la historia reciente en Norteamérica y el tercer invierno más cálido en Sudamérica desde que hay registros.

El calor extremo afectó especialmente a la región mediterránea. Así, el 11 de agosto, una estación meteorológica de Sicilia (Italia) registró 48,8°C, récord europeo, mientras que en Kairouan (Túnez) se alcanzó un récord de 50,3°C. También en España hubo récord: 47,4ºC en Montoro (Córdoba), el 14 de agosto, jornada en la que Madrid registró 42,7ºC, en el día más caluroso jamás registrado.

Años cada vez más cálidos

Los expertos de la NASA lo tienen meridianamente claro: las observaciones directas realizadas tanto en la superficie terrestre como por encima de ella muestran que el clima del planeta está cambiando de forma significativa. Y las actividades humanas son el principal motor de esos cambios.

«La ciencia no deja lugar a dudas: el cambio climático es la amenaza existencial de nuestro tiempo», señala el administrador de la NASA, Bill Nelson. «Ocho de los diez años más cálidos de nuestro planeta ocurrieron en la última década, un hecho indiscutible que subraya la necesidad de adoptar medidas audaces para salvaguardar el futuro de toda la humanidad», añadió.

«La investigación científica de la NASA sobre cómo la Tierra está cambiando y calentándose ha de guiar a las comunidades de todo el mundo, ayudando a la humanidad a enfrentar el clima y mitigar sus efectos devastadores», indicó Nelson.

El planeta ya está viendo los efectos del calentamiento global: el hielo marino del Ártico disminuye, el nivel del mar aumenta, los incendios forestales son cada vez más severos, los patrones de migración animal están cambiando…

Las altas temperaturas también generan más vapor en la atmósfera, lo que deriva en fuertes lluvias e inundaciones como las que se registraron en Centroeuropa, o un aumento del nivel del mar por el derretimiento de los polos.

«Comprender cómo está cambiando el planeta, y lo rápido que ocurre ese cambio, es crucial para que la humanidad se prepare y se adapte a un mundo más cálido», subrayan los investigadores de la NASA.

El tiempo se acaba

Lo más preocupante, sin embargo, es que el tiempo se echa encima para frenar el caballo desbocado de las emisiones y, consiguientemente, de las temperaturas. Todo se resume en que quedan solo ocho años para frenar las emisiones a un nivel suficiente como para tener alguna esperanza. El plazo es muy corto y eso supone que los esfuerzos tendrán que ser mucho mayores de lo previsto inicialmente.

Esto es lo que se desprende del informe hecho público recientemente por el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas (PNUMA) titulado The heat is on y en el que se comparan los recortes necesarios objetivamente para cumplir la meta del Acuerdo de París y los que realmente se han hecho hasta ahora (o prometen hacer) los diferentes países.

Y es que los compromisos climáticos adquiridos por las naciones de la Tierra suponen una reducción añadida del 7,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 en comparación con los compromisos previamente adquiridos. Puede interpretarse como un paso adelante que demuestra la mayor ambición de los gobernantes. Pero, suponiendo que lo sea, resulta totalmente insuficiente.

Ello es así porque los expertos recuerdan que se necesitan recortes del 55% para lograr los objetivos del Acuerdo de París, que consisten en limitar el aumento de la temperatura global en 1,5º C para final de siglo o, a lo sumo, en 2º C, aunque esta última posibilidad cada vez parece más desaconsejable por los impactos que tendría. Incluso para un aumento de 2º C haría falta recortar las emisiones un 30% para 2030. Sea como sea, mucho más que el 7,5% comprometido.

Si a esto se une la lenta expansión de las energías renovables en todo el planeta, existen motivos para preocuparse y para acelerar la transición verde en la que está inmersa la Tierra para evitar males aún mayores, recuerdan los científicos.

Descartan el peor escenario: 4º-5ºC


Aunque las perspectivas globales para el clima en la Tierra distan de ser halagüeñas, un estudio que acaba de hacer público la Universidad de Colorado (EEUU) da al menos por descartado el escenario más grave posible.


Hasta ahora, los científicos utilizan tres escenarios fundamentales para referirse al futuro de las emisiones globales: uno en que las reducciones serán muy grandes, otro en que dichas mejoras serán moderadas y otro, el más pesimista, en el que apenas habría bajadas significativas en dichas emisiones de gases. El aumento de temperatura para 2100 se calcula a partir de cada uno de esos tres supuestos.


La hipótesis más pesimista auguraba subidas de entre 4º y 5º C para final de siglo, lo que supondría consecuencias directamente catastróficas para el planeta.


Ahora, este estudio concluye que el escenario más grave (conocido como RCP 8.5) «ya no es plausible», en vista de los esfuerzos que se están realizando para frenar el calentamiento a través de la sustitución de los combustibles fósiles mediante energías limpias. Otra cosa distinta es la rapidez de ese despliegue, que podría retrasar más de lo necesario la total erradicación de las energías sucias.


«Estas son buenas noticias, relativamente optimistas, respecto a dónde está el mundo hoy, en comparación con dónde pensábamos que podría llegar a estar», señaló el autor principal, Roger Pielke, para quien, además, «el objetivo de los 2º C sigue siendo posible».


Pielke y sus colegas compararon los escenarios de crecimiento de las emisiones de dióxido de carbono de la industria y los combustibles fósiles proyectadas para 2005-2050 con las observaciones medidas en la vida real de 2005-2020, así como las proyecciones de la IEA para 2050, y ello les permitió actualizar los pronósticos.


El motivo de que ya no sea verosímil una subida de 4º o 5º C radica en que se ha desarrollado un despliegue de la energía renovable más rápido de lo que preveían las proyecciones iniciales en 2005 (pese a que el proceso sigue siendo insuficiente) y a que se sobreestimó el crecimiento económico de los países más pobres, lo cual ha permitido contener también el crecimiento previsto de las emisiones mundiales.

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